jueves, 12 de enero de 2023

GRACIAS, ROSA BERROS CANURIA

 

 

Este año los reyes se han portado bastante bien conmigo. Me refiero a los Reyes Magos de Oriente, claro, no a los otros, que bastante tienen con lo que tienen como para andar preocupándose por un escritorzuelo del tres al cuarto.

Asumiendo el hecho de que el Día de Reyes está específicamente diseñado para hacer felices a los niños y las niñas, y al disfrute de padres y abuelos al ver las caras de alegría y felicidad de sus hijos o nietos al recibir sus regalos, de vez en cuando los adultos que no somos ni padres ni abuelos somos sorprendidos por regalos inesperados y maravillosos que obran el milagro de retrotraernos a aquellos años de nuestra infancia en que los protagonistas éramos nosotros.

Precisamente eso ha sido lo que me ha ocurrido a mí este año. Sin esperarlo, sin sospecharlo siquiera, la bloguera y reseñista Rosa Berros Canuria, administradora del blog Cuéntame una historia, me ha regalado una reseña de mi novela Un rockero de andar por casa. Os invito a que paséis a leerla pinchando aquí.


Cuando un escritor trabaja en su obra lo hace en la más absoluta soledad. Todo cuanto acontece en torno a ella se hace en la intimidad de su mente y de su rincón de trabajo, sin ojos u opiniones ajenas que lo puedan distraer de su labor. En ese proceso te sientes dios y amo, juez y parte; y te sientes libre, y feliz, y triste, y preso de la euforia, y también del desánimo, y orgulloso, y poderoso, y también fragil y extremadamente crítico; porque el camino de la creación no es un camino lineal sino más bien una carrera de obstáculos, con subidas y bajadas, con hallazgos y decepciones, con certezas y dudas, y con mucho trabajo, dedicación y esfuerzo. Y mientras permaneces inmerso en ese proceso vives como en una burbuja, un lugar en el que nada que venga de fuera importa. 

Pero llega un día en que esa obra en la que tanto esfuerzo y dedicación has invertido ha de alzar el vuelo y recalar en las mentes de tus lectores y tus críticos, y esa pequeña burbuja, en la que has vivido desde que comenzaste a escribir la primera palabra, explota, y ya no hay nada que se interponga entre tú y las opiniones ajenas.

Habrá opiniones favorables, pero también las habrá desfavorables. Lograrás emocionar y hacer felices a algunos, y cabrearás o decepcionarás a otros. Son las reglas del juego. Y has de aceptarlas si quieres formar parte de él. Desde luego, no conozco mejor medicina para el ego que someter tu trabajo al escrutinio ajeno. Y si tienes suerte y consigues que las opiniones favorables superen en número a las desfavorables, esa medicina te sabrá a gloria, y curará cualquier herida que el proceso creativo haya abierto en tu organismo. Y si ocurre lo contrario y fracasas, ante ti se te abrirán dos opciones: o aceptas la derrota y abandonas, o te recompones y te rebelas volviendo a encerrarte en tu mundo a pergeñar una nueva historia con la que desquitarte.

Yo, con esta última novela, ya llevo cuatro libros publicados. Y cada uno de ellos me ha supuesto una aventura, llena de momentos increíbles y maravillosos que, de no haberlo intentado la primera vez, me habría perdido.

Podría decir que todo ha sido genial y estupendo, pero estaría mintiendo si hiciese tal cosa. Detrás de cada libro hay un montón de dudas, miedos, frustraciones y decepciones, y esa permanente presencia de la sombra del fracaso sobrevolando sobre tu cabeza como un buitre carroñero. Pero también hay momentos de euforia contenida, de desbordante alegría o de inmensa satisfacción, cuando vendes un ejemplar de tu libro, cuando recibes mensajes de felicitación por haber lanzado un nuevo título al mercado o cuando uno de tus lectores decide invertir parte de su tiempo en dedicarte unas palabras para transmitirte lo que para él o para ella ha significado leer tu obra. Y esas sensaciones, esas emociones, no tienen precio.

Tal vez nunca consiga vivir de lo que escribo. Igual no merezco semejante privilegio. O igual no lucho lo suficiente por merecerlo. No soy muy amigo de las redes sociales —a veces me paso días sin entrar en Twitter o Facebook—, y tampoco soy de los que se pasan el día dando el coñazo con sus publicaciones. Antes, cuando aún existía la plataforma Google Plus, sí que me pasaba horas interactuando, leyendo publicaciones y visitando blogs ajenos. Claro que entonces no había publicado ningún libro. Y, de haber seguido en la misma dinámica, a buen seguro que aún no habría completado ni el primero.

Con esto quiero decir que, cuando decides hacerte una carrera literaria con cierta consistencia, debes elegir: o ejerces de bloguero o ejerces de escritor. Y yo elegí ejercer de escritor. De hecho, cuando monté el blog Absurdamente lo hice con esa intención: darme a conocer como autor y publicar mis propios libros.

Hoy, a punto de cumplir ocho años de aventura bloguera, puedo mirar la estantería de mi biblioteca y contemplar con orgullo cómo lucen, entre mi colección de libros, mis cuatro libros editados hasta el momento.

Gracias a todos los que han leído alguno de los adelantos gratuitos que tengo disponibles en la sección Mis libros, a todos los que han comprado algún ejemplar de esos cuatro libros publicados, y a todos los que, tanto pública como privadamente, me han hecho llegar sus opiniones. Sin vosotros, esta aventura no tendría ningún sentido.

Un abrazo.




6 comentarios:

  1. Estoy seguro, amigo Pedro, que tu novela, y, por extensión, tu trilogia del absurdo, solo puede obtener críticas favorables, aunque sí es cierto que la línea de corte entre una opinión muy favorable y una no tan favorables está en el sentido del humor de cada lector. En nuestro país siempre hemos gozado de una buena salud humorística, pero en muchos casos no está en la línea de tu humor inteligente, agudo y crítico, lo que acota un poco el número de seguidores. Incluso los humoristas tienen su propio estilo y sus propios seguidores. Los hay que preferían a Chiquito de la calzada que a Eugenio, por ejemplo. Yo siempre he sido más del humor cáustico, un tanto irreverente, absurdo y, sobre todo, crítico.
    Pero en cuanto a tus obras, he gozado de cada una de ellas por igual, pues sintonizamos en muchas cosas y opiniones, aunque tú sabes mucho mejor que yo cómo exponerlas y darles ese toque narrativo característico que te define.
    El humor es un género, para mí, muy difícil, y hay que saber tratarlo con ingenio. Y tú sabes muy bien cómo hacerlo. Así que mi enhorabuena.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchísimas gracias, una vez más, por tus generosas palabras hacia mi trabajo, amigo Josep. Coincido en todo lo que dices. Yo también soy más del humor inteligente de Eugenio, Tip y Coll, Gila o Faemino y Cansado que de Chiquito De la Calzada o Los Morancos, por poner un ejemplo. Eso no quita para que consiga disfrutar de algún chiste o gag de estos dos últimos, aunque, si me das a elegir, prefiero a los primeros.
      En cuanto al humor literario, la cosa en España no está tan arraigada como en la cultura anglosajona, por ejemplo. Aquí, salvo Gila, Jardiel Poncela, Tip y alguna novela de Eduardo Mendoza ("Sin noticias de Gurp", por ejemplo), no he encontrado gran cosa, pues lo que más abundan son libros de chistes, que a mí, por lo general, me aburren.
      El humor literario no sólo es difícil de escribir sino también de vender, pues no todo el mundo tiene el mismo sentido del humor ni posee el mismo bagaje cultural que le permita pillar muchas de las referencias a las que suelo hacer alusión en mis textos. Y no hay nada más patético que tener que explicar un chiste, pues le quita toda la gracia al asunto.
      Por suerte, y de momento, el 99% de los lectores y compradores que han decidido acercarse a mis libros han sintonizado al 100% con mi sentido del humor. En el 1% sitúo a quienes, aún habiendo comprado alguno de mis libros, no me ha hecho llegar su opinión, ni pública ni privadamente, por lo que no puedo saber si le gustó o si lo dejó a medias. Por eso me preocupo siempre de recomendar a quien no me conozca o no haya leído nada mío que antes de aventurarse a adquirir alguno de mis libros acceda a los adelantos gratuitos que tengo disponibles en la sección "Mis libros" del blog. Prefiero vender poco pero dejar buen sabor de boca en el lector que vender un poco más y que ese lector no vuelva a intentarlo con cualquier otro libro mío.
      Gracias por tu visita y tu comentario, Josep. Agradecido.

      Eliminar
  2. Gracias por la mención y el enlace. Yo lo tengo más fácil. No arriesgo nada. Solo hablo de lo que los demás escriben. A veces tengo la sensación de ser un poco parásito y alimentarme de la obra ajena para dar vida a mi blog. Me consuelo pensando que lo que hago puede servir a la gente. A unos, para darles ideas a la hora de leer y a otros, como tú, para que sus libros lleguen un poquito más lejos. Siempre me entra la duda de hasta qué punto un blog puede influir a la hora de dar a conocer la obra de alguien. Sea como sea, yo disfruto leyendo y escribiendo acerca de lo que leo. Si a alguien le viene bien, fenomenal. Sobre todo me gustaría contribuir a que la obra de vosotros, amigos blogueros y escritores, se vea (y se lea) un poco más.
    Un beso y gracias de nuevo por dedicarme esta entrada.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No estoy de acuerdo contigo. Cariñosamente te lo digo, que conste. Reseñar un libro no es tarea sencilla. Y hacerlo como tú lo haces, con el cariño y el respeto que demuestras hacia el trabajo del autor, preocupándote por diseccionar la obra con mimo, y no de manera vaga y superficial, es todo un arte en sí mismo.
      En cuanto a tu labor de difusión, personalmente la considero impagable. Tal vez no se traduzca en ventas, pues hay muchos factores en juego que determinan si un posible comprador acaba adquiriendo la obra en cuestión o no (factores económicos, culturales, de gustos, preferencias lectoras, accesibilidad, saturación de títulos, simpatía o antipatía hacia el autor o el género en sí, etc). En cualquier caso, el mero hecho de darle visibilidad a una obra de un autor autopublicado, que no sólo no te paga ni un céntimo por tu tiempo y tu dedicación sino que, encima, como en mi caso, te cuesta dinero de tu bolsillo, no sólo merece mi gratitud sino mi aplauso.
      Nunca tuve suerte en ninguno de los concursos literarios a los que me presenté. Tampoco tuve suerte en los diferentes contactos que hice con editoriales, enviando manuscritos o simplemente contactando con editores, de los que siempre recibía un no como respuesta. Así que la única forma que he encontrado de darle salida a mis creaciones ha sido a través de la autopublicación. Tal vez si escribiese un género más aceptado masivamente (novela negra, romántica, histórica, fantástico, etc), o si echase mano de recursos como la polémica o la sobreexposición en redes, mis cifras de ventas serían más relevantes. Pero si algo he tenido claro desde el principio es que siempre escribiré aquello que como lector me gustaría leer, y que las redes sociales no son lo mío. Y si eso me convierte en un autor irrelevante o minoritario, pues que así sea. Hay cosas que no se pagan con dinero, y que personas como tú, o como Josep, o como muchos otros que me escriben en privado, me digan que alguno de mis libros ha conseguido arrancarle alguna sonrisa, o les ha hecho olvidarse de los problemas del día a día hallando en la lectura un oasis de paz y amenidad, me hace sentir afortunado.
      Así pues, siempre te estaré enormemente agradecido por tu labor de difusión, por tu generosidad al acercarte a mi blog a leer y comentar, y por tu amistad. Insisto: hay cosas en la vida que el dinero no puede pagar. Y celebro que así sea.

      Un beso, Rosa, y gracias ti una vez más.

      Eliminar
    2. Gracias a ti, Pedro, de verdad. Gracias por tus libros, que leo y disfruto y me dan material para llenar este blog con el que también disfruto aunque lleve su trabajo. Gracias por pasar por mi blog cada vez que reseño un libro tuyo a comentar y agradecer. Parece mentira lo poco que se ve a los autores por los blogs. Imagino que algunos salen en tantos que no darían abasto a comentar, pero de verdad que se agradece.
      Un beso.

      Eliminar
    3. Es cierto eso que dicen de que los escritores vivimos en un mundo aparte, como si en éste, el real, no estuviésemos a gusto, o no tan cómodos como nos sentimos en ese otro, el de nuestra imaginación, donde tejemos nuestras historias con mimo y abstracción. Pero, de vez en cuando, hay que bajar a la Tierra, aunque sólo sea para agradecer a todas esas personas que hacen posible que nuestras historias cobren vida más allá de nuestra imaginación o nuestra pluma. Sin lectores, las historias morirían encerradas en los libros. Y sin gente como tú, con vuestra impagable labor de difusión, ya sean diez, veinte o cien personas las que se dejen caer por tu blog jamás sabrían de la existencia de ese libro y ese autor que, ya sea por timidez o por desconocimiento, no encuentra el medio de promocionar adecuadamente el fruto de tantos años de trabajo y dedicación. Qué menos que darte las gracias, no una ni dos, sino tantas veces como sea necesario. Como dije en mi comentario anterior, hay cosas en esta vida que el dinero no puede pagar.

      Un beso, Rosa.

      Eliminar