miércoles, 30 de noviembre de 2022

NOTICIAS BIZARRAS

 

Imagen de Michael Gaida tomada de Pixabay

Los periódicos online, precisamente por su carácter de constante renovación, incluso en el mismo día, están plagados de artículos o noticias que podríamos denominar “de relleno”. Su misión es, como su propio nombre indica, ocupar un espacio que, de lo contrario, quedaría sin llenar. Este hecho o circunstancia hace que, de vez en cuando, aparezcan publicadas ciertas noticias que podríamos calificar de un tanto bizarras, entendiendo el adjetivo “bizarro” en su acepción de “raro, extravagante o fuera de lo común”.

Hace poco, en mi repaso diario de la prensa, me encontré con el siguiente titular: Según un estudio entomológico las cucarachas pueden soportar 900 veces su propio peso. En el citado artículo hacían referencia a un estudio científico en el que certificaban, de manera empírica, que los citados insectos pueden llegar a soportar una carga de novecientas veces su propio peso, sin que eso las mate.

Dejando a un lado el asombro que semejante noticia me provocó al leerla, durante mi caminata diaria no pude evitar seguir dándole vueltas al tema en mi cabeza. Es lo que tiene caminar solo, que como no tienes a nadie con quien conversar aprovechas para darle vueltas a cualquier gilipollez que en esos momentos se te pase por la cocotera.

Lo bueno de poder darle todas las vueltas que queramos a cualquier gilipollez que se nos pase por la sesera, y que, por lo tanto, se circunscribe al mundo íntimo de cada uno, es que no nos ponemos límites de ningún tipo, lo que, en ocasiones, nos lleva a desvariar más de la cuenta. Si eres escritor, esto es una auténtica bendición.

En mi desvarío cucarachil, me dio por pensar en el pobre tipo autor del citado estudio. Me imaginé a un científico al que le adjudiqué unas características físicas muy concretras. Es algo que me sale de forma natural, como cuando hablas por teléfono con alguien a quien nunca has visto en persona y automáticamente le adjudicas un físico determinado. Te sale solo.

Al científico “imaginado” le calculé una edad intermedia, entre treinta y cinco y cuarenta y cinco años. Medio calvo. Poco agraciado físicamente. Más bien un tipo del montón; es decir, de esa clase de personas que no llaman especialmente la atención y que olvidas al poco de cruzártelo. Usa gafas de pasta color caramelo modelo clásico y gruesos cristales.

Como la caminata iba a ser de las largas —unas dos horas—, hasta tuve tiempo de crearle un entorno ficticio. Eso sí, un entorno más bien tristón; tipo soltero, sin pareja, casado con su trabajo, y que, a pesar de su edad, aún vive en casa de sus padres. Y es que la ciencia, al igual que la literatura, es un oficio muy mal pagado, donde prima más la vocación y la pasión que el hecho de moverse por la vida ajustándose a la realidad y persiguiendo un fin de provecho económico y de aceptación social.

En resumen: lo que me vino a la mente fue la imagen de un soñador, que vive de espaldas al mundo y que no se plantea nada más allá de su trabajo y su pasión por la ciencia. Sólo se relaciona con colegas de la comunidad científica, con los que suele reunirse cada viernes por la noche en un pub de ambiente tranquilo y relajado, poco frecuentado, a tomar unas cervecitas sin alcohol acompañadas de unas patatas fritas de bolsa mientras charlan de sus correspondientes actividades científicas.

¿En qué andas metido, Didier? —le pregunta a nuestro protagonista uno de sus colegas en el pub. Ya véis, hasta le puse nombre al tipo. Deformación profesional de escritor enfermizo.

Pues ahora mismo estoy con un interesante estudio acerca de la resiliencia de las cucarachas. ¿Sabíais que son capaces de soportar hasta novecientas veces su propio peso? —contesta Didier.

Fascinante.

¿Y tú, Jules? ¿Con qué estás ahora? —se interesa Didier.

Mi equipo y yo llevamos meses comparando el salto de las pulgas de perro, las Ctenocephalides canis, con el salto de las pulgas de gato, las Ctenocephalides felis felis, a fin de determinar cuál de las dos especies salta más alto.

Uhm. Interesante. ¿Y habéis llegado a una conclusión definitiva?

Sí. Las pulgas de perro saltan más alto que las pulgas de gato.

Un inciso: este estudio, el de las pulgas, que parece inventado, es rigurosamente cierto. En 2008 el Ig Nobel de Biología fue otorgado a miembros de la Escuela de Veterinaria de Tolouse (Francia), por demostrar que las pulgas de los perros saltan más alto que las de los gatos; estudio que publicaron en la revista científica Veterinary Parasitology. ¿Qué utilidad práctica puede tener semejante descubrimiento? Sinceramente, lo ignoro.

A propósito, para quien no lo sepa —yo no lo sabía, hasta que lo busqué—, los Premios Ig Nobel son una parodia estadounidense del Premio Nobel que, lejos de ridiculizar o menospreciar, buscan primero hacer reír a la gente y luego hacerlas pensar. Los citados premios pretenden celebrar lo inusual, honrar lo imaginativo y estimular el interés de todos por la ciencia, la medicina y la tecnología.


Volviendo a nuestro pobre Didier —a propósito, lo de pobre lo digo porque gana poco, no porque sienta lástima por él. Allá cada cual con su vida—. Mientras el sol se mostraba dispuesto a ensañarse conmigo en mi larga caminata por aquella ruta sin sombra a la vista, imaginé al pobre Didier en la soledad de su laboratorio, con una cucaracha sobre su mesa de trabajo, a la que habría pesado previamente, mientras va poniéndole peso encima a razón de una equivalencia al peso del bicho, e ir sumando de uno en uno hasta llegar a la conclusión de que el pobre bicho en cuestión puede llegar a soportar hasta novecientas veces su propio peso. Desde luego, a eso sí que le llamo yo tener paciencia. El santo Job a su lado, un mindundi.

También imaginé lo que pensaría el desdichado bicho —ya dije que el sol apretaba bastante y no tenía sombra a mano—. La cucaracha, viendo como aquel sádico enfundado en su bata blanca de laboratorio no dejaba de ponerle peso encima, seguro que pensaría para sus adentros: «¡Joder, qué vida más triste llevan algunos! Alguien debería apiadarse de este pobre diablo y presentarle a algunas chicas. O algunos chicos, si es lo que le va. Desde luego, vaya una manera más tonta de desperdiciar su vida».

Al llegar a casa, sudando a mares y con la cabeza ardiendo de tanto pensar, me senté ante mi escritorio a garabatear unas líneas en torno a lo que había ocupado mi mente durante el paseo, “antes de que lo olvide”. Y es que, como solía decir un viejo profesor que tuve en mi adolescencia, “Más vale un lápiz corto que una memoria larga”.




miércoles, 23 de noviembre de 2022

GRACIAS, JOSEP Mª PANADÉS

 

Josep Mª Panadés con su ejemplar en papel de "Un rockero de andar por casa"

 

Empiezan a llegarme las primeras impresiones en relación a mi última aventura literaria, mi novela Un rockero de andar por casa.

En esta ocasión ha sido mi buen amigo Josep Mª Panadés quien, de manera generosa y desinteresada, me ha hecho llegar vía correo electrónico sus impresiones al leer mi novela, las cuales, con su permiso, me permito compartir con todos vosotros.

A Josep Mª muchos de vosotros lo conoceréis por ser el autor que está detrás de los blogs Cuaderno de bitácora y Retales de una vida.

Así pues, os dejo con las palabras de Josep Mª.


Hola, Pedro.

Ayer terminé de leer Un rockero de andar por casa y tengo que decir que la he disfrutado mucho. No solo es una historia amena, contada con tu inconfundible sello narrativo, rezumando humor e ironía, sino también aleccionadora. Por desgracia no tengo costumbre de subrayar, ni siquiera anotar, esas frases que a todos nos llegan hondo y que nos hacen reflexionar, de lo contrario tendría un buen número de ellas anotadas, pues, de tanto en tanto, nos regalas unas reflexiones muy profundas.

La lectura se me ha hecho muy entretenida, principalmente por el tema, por cierto, muy original, y, como no, por el modo de narrarlo. Por culpa de mi desidia por tomar notas, no sabría decirte a quién le dijo su padre que si quería ser escritor tenía que lograr escribir con un estilo que fuera inconfundible, que lo hiciera reconocible entre todos los escritores. Me viene a la cabeza Alan Poe, pero no estoy seguro. Pues bien, esa premisa la cumples a las mil maravillas. Solo empezar a leer la novela, se nota a la legua que tú eres el autor.

Otro punto a favor, a mi entender, de esta obra, es la brevedad de los capítulos, algo que para mí es de agradecer, pues hace la lectura más ligera, menos farragosa, cosa que, a mi entender, solo le puede resultar a quien no guste de la música rock, algo que llena, como es lógico, todos y cada uno de los capítulos. Yo, en cambio, como amante de este género musical, lo he pasado muy bien recordando a grupos y temas de los años 70.

Mientras leía las disquisiciones de tu peculiar protagonista, me preguntaba qué hay de él en ti, o de ti en él, pues se dice que todos los autores (yo, por lo menos, sí) dejan su impronta en su protagonista, como si de un alter ego se tratara.

La originalidad de la historia de ese rockero plantado a finales de 1979, me ha sorprendido gratamente y hasta he empatizado un poco con él, pues también creo que desde los años 70 no ha habido nada nuevo bajo el sol en cuanto a la música rock. Grupos actuales de rock progresivo, como Dream Theatre o Riverside, tienen claras reminiscencias de antiguos grupos de rock como, por ejemplo, Deep Purple.

Pero volviendo a tu novela, me ha mantenido enganchado de principio a fin, a la espera de acontecimientos de la mano de esos personajes tan peculiares. Así pues, como no soy muy bueno practicando el dudoso arte de la crítica literaria, solo puedo añadir que tu novela tiene todos los ingredientes que a mí me gustan: originalidad, una historia de la que puede sacarse enseñanzas, contada de forma muy clara y fluida, y con un final que también merece ser alabado.

Así pues, la única pega que yo pondría es que la cantidad de información que acompañas con cada una de las menciones que haces de los distintos grupos de rock puede resultar un poco aburrida, e incluso agobiante, para aquellos que no sean amantes de esta música, aunque para mí ha sido muy interesante, dicho sea de paso.

Esto en cuanto al fondo, porque en cuanto a la forma, quisiera hacerte notar dos cosas: la primera es que tengo entendido que los primeros párrafos de un capítulo no deben tener sangría, sí en cambio los siguientes. La segunda es un gazapo ortográfico que quizás podrías intentar corregir en una próxima edición. En la página 80, tercer párrafo, Matt dice a Henry y a Colin “Pero no os vayáis a pensar que os estaba expiando” en lugar de espiando.

Y una última duda: ¿quiénes son npc ediciones?

Enhorabuena, pues, por esta estupenda obra, de la que espero puedas vender muchos ejemplares.

Un fuerte abrazo.

Josep Mª


Obviamente, mi respuesta a las palabras de Josep Mª no podía ser otra distinta que de profundo agradecimiento. En primer lugar, por haber confiado, una vez más, en mi capacidad como autor, y, en segundo, por haberse tomado la molestia de dedicarme parte de su tiempo en trasladarme sus impresiones.

Me gustó mucho eso que dice de Solo empezar a leer la novela, se nota a la legua que tú eres el autor”. Me gustó leerlo porque una de las cosas más difíciles para un escritor consiste en encontrar “su estilo”, ese estilo particular e inconfundible que le distingue de otros autores, máxime teniendo en cuenta que mi novela transita en un terreno bien diferente al desplegado en mis anteriores libros de relatos. El hecho de haber logrado mantener mi sello ayudará a que aquellos lectores habituados a mis relatos no se vean “en tierra extraña”.

Otra de las cosas que me hizo notar Josep es la duración de los capítulos, no demasiado largos. Mi respuesta a este respecto fue que eso era debido a dos factores para mí fundamentales: mi labor de corrección casi enfermiza y mi pasión por cierta clase de literatura anglosajona, poco dada a los excesos lingüísticos y la retórica y más orientada a la concisión y la síntesis. Ya lo decía Baltasar Gracián: “Lo bueno, si breve, dos veces bueno”. Cierto es que he tenido un buen maestro en Bukowski, cuyos textos parecen cortados a cuchilla. Dejando a un lado su lenguaje obsceno y faltón, y sus habituales salidas de banco, lo considero uno de los mejores narradores que yo jamás haya leído.

Me pregunta Josep cuánto de mí hay en Henry, el protagonista de mi novela. He de decir que Josep no ha sido el único en plantearme esta duda. Como autor, soy de los que sostiene que en cada personaje que creo hay algo de mí, bien de manera consciente como inconsciente. Otra cosa que solemos hacer habitualmente es adjudicarles a nuestros personajes rasgos de personas de nuestro entorno, o de personas que hemos tratado en el pasado. Yo, por ejemplo, siempre que escribo sobre un villano le adjudico características de todos mis exjefes. De ahí que me salgan unos malos cojonudos.

Sitúa Josep en el haber de la balanza el que el exceso de referencias a discos y artistas de rock de los 60 y 70 que se reparten a lo largo y ancho de la novela, tal vez le pueda llegar a resultar aburrido a alguien a quien no le guste este género musical.

Creedme si digo que esa fue una de mis grandes preocupaciones a la hora de plantear la novela, pues para mí resultaba primordial dejar bien claro la pasión que el protagonista de mi novela siente por esta clase de música y por este periodo concreto de la historia, lo cual le lleva a tomar la crucial decisión de encerrarse en su casa y no querer volver a salir de ella por el resto de su existencia. En este sentido he de apuntar que, además de Josep, hasta el momento he recibido otras dos opiniones de otras tantas lectoras a las que, según me confesaron, no les gusta el rock en absoluto, y que, a pesar de ello, disfrutaron de la historia y los personajes. En ese sentido al menos, misión cumplida.

También me hace notar Josep de una errata localizada en una página concreta del libro. Como digo en el apartado de “agradecimientos” del libro, con mención especial a mi correctora, ya puedes leer mil veces el mismo texto que casi siempre se te acabará colando una errata, a las que un antiguo compañero mío en la revista Moon Magazine, el profesor de literatura y escritor Néstor Belda, solía referirse como “moscas”. Pues eso, a pesar de leer mil veces el mismo texto, al final acabó colándoseme esa jodida “mosca”. Por cierto, ya he subsanado el error y he resubido los archivos corregidos a la plataforma Amazon, tanto en la versión papel como en digital. Aprovecho para pedir disculpas a aquellos de vosotros que hayáis comprado el libro “mosca incluida”.

Otra duda que me plantea Josep es la relativa a la norma de no aplicar sangría a la primera línea del primer párrafo de cada capítulo. A este respecto he de decir que, tal y como he tenido ocasión de comprobar, esta norma o regla es algo opcional, ya que tengo libros de editoriales de primer orden que la aplican y otras que no. A mí personalmente me gusta aplicar sangría en la primera línea de cada capítulo, pues estéticamente lo veo más atractivo a mis ojos. Cuestión de gustos, supongo.

Por último, Josep me hace una pregunta relacionada con la misteriosa inclusión en mi libro de NPC Ediciones.

¿Quienes son NPC Ediciones? ¿Son una editorial de nuevo cuño por la que he firmado un contrato de edición y distribución? ¿Es una editorial de mi propiedad? ¿Es un pájaro? ¿Es un avión? ¿Es Superman en calzoncillos rojos y zapatillas de andar por casa surcando los cielos y contribuyendo al calentamiento global con sus pedos?

Pues no. No es ninguna de esas cosas. NPC Ediciones es simplemente una broma privada que tiene mucho que ver con mi admiración por Frank Zappa. La historia viene de lejos, de mediados de los años 60 concretamente. Por esa época, un jovencísimo Zappa, por entonces líder de los Mothers, solía enviar a las discográficas maquetas de sus trabajos, con intención de lograr un contrato de grabación con alguna de ellas. Sin embargo, la mayoría de las veces la respuesta de las discográficas era un NO rotundo, acompañado de la frase “No Potencial Commercial”, es decir, “sin potencial comercial”. De ahí el acrónimo NPC.

Teniendo en cuenta mi escaso éxito comercial hasta el momento —un día de éstos voy a vender más que el Ken Follet y la J.K. Rowling juntos, y os vais a enterar de lo que vale un peine—, resulta que un día, mientras escribía mi novela, se me ocurrió gastarme una broma a mí mismo y reírme de mi realidad, y decidí publicar mi nuevo libro bajo el amparo de la editorial ficticia NPC Ediciones, es decir, Ediciones Sin Potencial Comercial. En fin, misterio resuelto.


Para finalizar este post, quisiera agradecer públicamente a Josep Mª Panadés su generosidad y su amistad, al permitirme hacer públicas sus impresiones sobre este nuevo trabajo, además de por hacerme llegar la foto que acompaña a este post, posando tan feliz con su ejemplar de Un rockero de andar por casa. Gracias, Josep.

Y gracias a todos los que, sin saber vuestros nombres, habéis adquirido, o pensáis hacerlo, un ejemplar de alguno de mis libros. Sólo espero que la inversión os merezca la pena, pues la cosa no está como para tirar el dinero.

Un abrazo.


jueves, 17 de noviembre de 2022

ALGUNAS DE MIS ÚLTIMAS LECTURAS

 


Como en anteriores ocasiones, publico este post repasando alguna de mis últimas lecturas.


GEORGE ORWELL. 1984


De George Orwell, hasta el momento de afrontar esta lectura, sólo había leído Rebelión en la granja —uno de mis primeros libros como lector, que compré y aún conservo de una edición de RBA Editores—. Aquella original novela, escrita a modo de fábula y teniendo a un grupo de animales de granja como protagonistas, me pareció una magnífica representación de la condición humana.

Desde que leí aquel libro siempre tuve en mente leer algo más de este importante escritor. Sin embargo, las circunstancias y disponibilidad no me permitieron volver a reencontrarme con él hasta que no hace mucho cayó en mis manos 1984, una de sus más celebradas obras.

La novela es una distopía, es decir, “una representación ficticia de una sociedad futura de características negativas causantes de la alienación humana”, tal y como indica el diccionario de la RAE.

Escrita entre 1947 y 1948, la acción se desarrolla en un futuro distópico situado en un hipotético 1984 —de ahí el título—. Fruto de una guerra nuclear, el mundo se divide en tres grandes bloques: Oceanía, Eurasia y Asia Oriental. Estos tres bloques están en permanente conflicto, a veces aliándose dos de ellos en contra del tercero en discordia e, incluso, cambiando de aliados según varíen los intereses de los gobernantes de cada bloque. En el fondo da igual qué defienda quien, pues ninguno de los tres bloques cree realmente en la victoria, ni la desea, pues lo esencial para ellos es mantener el conflicto permanentemente vigente, ya que su objetivo prioritario es mantener al pueblo pobre e ignorante, y que focalice todo el odio y la frustración que siente por su situación contra los países extranjeros y enemigos de su Estado.

La novela se caracteriza por la obsesión de los gobernantes —denominado el Gran Hermano— por controlarlo todo, lo que les lleva a instalar cámaras de televisión en cada uno de los hogares y rincones del Estado que se encargan de monitorizar y vigilar del primero al último de los ciudadanos, llegando a ver y escuchar todo lo que hacen y dicen, y hasta lo que piensan, gracias a las avanzadas técnicas de observación y estudio facial y control de las emociones implantado por la Policía del Pensamiento.

En el Partido se basan en tres grandes lemas que resumen toda su filosofía: “La Guerra es Paz”, ya que la guerra hace que los ciudadanos no se levanten contra el Estado ante el temor al enemigo exterior, “La Libertad es Esclavitud”, pues el esclavo se siente “liberado” al no conocer otra cosa ni aspirar a ello, y “La Ignorancia es Fuerza”, ya que la ignorancia evita cualquier rebelión contra el Partido.

Entre las frases que más me llamaron la atención, y que resumen a la perfección el ambiente opresivo y desalentador que dibuja Orwell en ese hipotético futuro controlado por el Gran Hermano, destaco: “A la larga, una sociedad jerárquica sólo sería posible basándose en la pobreza y la ignorancia”. Y la segunda, entresacada de la fase de adoctrinamiento que el líder el Partido intenta aplicar al disidente y protagonista de la novela, y en la que resume el objetivo primordial de quienes dirigen los designios del país: “El Partido quiere tener el poder por amor al poder mismo. No nos interesa el bienestar de los demás; sólo nos interesa el poder. No la riqueza ni el lujo, ni la longevidad ni la felicidad; sólo el poder, el poder puro”.

Leyendo esto, a uno se le ponen los pelos como escarpias.

Al margen del tono lúgubre y el ambiente opresor que se describe en la novela, también hay hueco para el amor y la esperanza. Una lectura más que recomendable.


PAUL AUSTER. ENSAYOS COMPLETOS.


Selección de ensayos y artículos publicados por Auster a lo largo de las diferentes etapas de su dilatada carrera. La mayoría de los textos son autobiográficos, con el añadido de un par de entrevistas aparecidas en diferentes revistas literarias.

En buena parte de los textos, Auster habla del oficio de escribir, señalando la soledad como una de las herramientas imprescindibles del escritor. Para él, pocas cosas existen más placenteras en el mundo que sentarse a solas en su despacho y pasarse las horas dando rienda suelta a su imaginación y al inmenso poder de la palabra escrita. Fruto de esa inclinación por la soledad son sus continuos fracasos sentimentales —que incluyen un divorcio—, y su poca predisposición a los actos sociales. Aún así, a lo largo de los diferentes ensayos aquí reunidos, podemos ser testigos de las profundas y duraderas amistades que Auster ha ido cimentando a lo largo de su vida en distintas partes del mundo, pues, además de en su amada Nueva York, ha residido durante varios años en Francia, e, incluso, trabajó durante una temporada en un petrolero.

Su prosa es bastante fluida y, en ocasiones, bastante hermosa, lo que me animó a leerlo con interés y gozo. Me anoté algunas frases que me agradaron especialmente, como ésa en la que escribe: “Dicen que si el hombre no pudiera soñar por las noches se volvería loco; del mismo modo, si a un niño no se le permite entrar en el mundo de lo imaginario nunca llegará a asumir la realidad. La necesidad de relatos de un niño es tan fundamental como su necesidad de comida, y se manifiesta del mismo modo que el hambre”.

Auster manifiesta un amor incondicional por la literatura, además de una devoción inquebrantable por una serie de autores de los que se considera deudor, por cuanto han sido fundamentales a la hora de definir su estilo. Disfruta por igual de la profundidad de textos social y políticamente comprometidos como de textos de corte humorístico donde reinan el absurdo, la ironía y el aspecto más lúdico de la profesión. Cita entre sus humoristas favoritos a autores de la talla de Ring Lardner y S.J. Perelman —de Perelman, por cierto, he leído una recopilación de relatos con un resultado un tanto desigual. Alterna piezas muy buenas con otras que me resultaron un tanto insulsas, lo cual reafirma mi vieja teoría de lo complicado que resulta escribir humor literario—.

Me llamó la atención, por brillante, esta pieza breve atribuida a Joe Brainard, un escritor del que Auster se siente rendido admirador: “Espero que hayas disfrutado tanto de no leer esta historia como yo he disfrutado de no escribirla”. Sencillamente genial.

Es tal el amor que Auster siente por la literatura que, en lo más profundo de su ser, se siente hermanado con todo aquel o aquella que se ve empujado a anotar sus pensamientos en una hoja de papel. A todos ellos les dedica las siguientes palabras: “Pertenecemos al mismo club: una secreta fraternidad de hombres y mujeres solitarios, enclaustrados y maniáticos que pasamos casi todo nuestro tiempo encerrados en pequeñas habitaciones luchando por colocar palabras en una página. Es una curiosa manera de vivir, y sólo una persona que no ha tenido alternativa lo elegiría como vocación. Es algo demasiado arduo, demasiado mal pagado, demasiado lleno de decepciones como para que, de otro modo, alguien acepte este destino”.

Lo que menos me gustó de este libro fueron los ensayos dedicados a la poesía. De hecho, confieso que me salté un par de ellos, lo cual demuestra mi poca afinidad con esta disciplina literaria. Es un déficit que arrastro desde que era un joven imberbe, y que no sé si algún día podré superar. De momento, me va bien con la prosa, y, ¡hay tanto por leer!

Curioso mi “problema” con la poesía, ya que, por otro lado, reconozco que sí disfruto con las letras de algunas canciones de mis grupos y artistas favoritos, lo cual no deja de ser un contrasentido, ya que las letras de las canciones no dejan de ser en el fondo “poemas con música de fondo”. Como decía aquel, estamos hechos de contradicciones.

Salvando los ensayos de poesía, el libro de Auster me pareció un magnífico ejemplo de buena literatura.


Además de los libros citados, en el último año he leído varios libros de música. Hace poco acabé una interesantísima Historia del Blues de unas seiscientas y pico páginas, dos libros dedicados a la vida y obra de David Bowie —magníficos ambos—, y la autobiografía de Duff McKagan It's so easy y otras mentiras. Y es que la música forma una parte importante de mi vida desde que era un adolescente.

En fin, a seguir leyendo. Y escribiendo, claro.



miércoles, 9 de noviembre de 2022

MALDITA INFLACIÓN

 

A nadie se le escapa que la inflación está viviendo en los últimos tiempos unas subidas vertiginosas difícilmente asumibles para las rentas de nivel medio y bajo.

A las rentas altas no las nombro. Y no lo hago porque no sólo no les afecta la inflación, sino que, en la mayoría de los casos, les hace ganar más pasta de la que ya tienen.

¿Es injusto? Seguro que lo es. Pero así ha sido desde que el mundo es mundo, y así seguirá siendo hasta el fin de los días. Como diría alguien resignado a que nada cambie a mejor para los de abajo: «Es lo que hay, y San Joderse cayó en jueves».

Por cierto, esta frase de “San Joderse cayó en jueves” la llevo escuchando toda mi vida y aún no sé ni su origen ni su veracidad. Si alguien lo sabe, que lo diga ahora o calle para siempre.

El que la inflación suba hace que los precios suban. Y no sólo suben los precios de las cosas, también suben los precios de los servicios. Lo sé porque hace poco me vi obligado a cambiar la taza del váter, y no queráis saber lo que me costó comprar una taza nueva. Ni que fuera de oro, carajo. ¿Será por eso que lo llaman “trono”? Desde luego, no lo descarto. Ni al servicio puede ir uno tranquilo sin que le cueste un riñón.

Total, que todo sube excepto el poder adquisitivo de las clases más desfavorecidas, que no sólo no sube sino que baja a una velocidad de vértigo. Baja casi tanto como mi interés por todo lo relacionado con Rociíto y sus documentales de mierda sobre su familia. Por cierto, ¿hay alguien con quien esta niña se lleve bien? A este paso acabará retirándole el saludo hasta a su propia sombra. Aunque con esa cara de agria y esos aires de grandeza que se gasta, ¿quién querría ser amigo de semejante pieza?

La subida de precios afecta a todos los sectores. Incluso al sector de la creación. No queráis saber a cómo se ha puesto el kilo de creatividad en el último año y medio. ¡Ha subido una barbaridad! Normal que mis publicaciones hayan bajado el ritmo. A estos precios y con un blog sin monitorizar, mis pérdidas económicas no se sostienen.

Para que os hagáis una idea del momento actual, os diré que yo antes, con una inversión más o menos asumible a mi limitado bolsillo, podía pillar entre cien y ciento cincuenta gramos de creatividad, y con eso podía tirar unos cuantos meses. Hoy día eso es impensable. Por el precio que pagaba antes por cien gramos de creatividad hoy apenas me da para cuarenta o cuarenta y cinco gramos. Y encima, como la calidad hay que pagarla, te ves obligado a adquirir productos de calidad inferior, a fin de equilibrar la balanza y que tu bolsillo no se resienta.

Eso ha hecho que recurra a la creatividad de marca blanca; que sí, que está bien, pero que no puede competir ni de lejos con la creatividad de calidad extra o superior.

Además de recurrir a la marca blanca, también me he visto obligado a recurrir al chiste de segunda mano e, incluso, a mercados alternativos de chistes como el chino, que copian todo lo habido y por haber, empleando para ello materias primas más asequibles y mano de obra barata.

Eso sí, en este último caso la calidad se resiente, pues las copias, por muy buenas que luzcan, difícilmente pueden compararse a un original. Y si no que se lo digan a Miguel Bosé, que por más que lo ha intentado el pobre diablo jamás ha pasado de ser una mala copia de David Bowie. ¡Ni que lo hubiesen ensamblado en China!

Otro de los problemas de los mercados alternativos como el chino es que el producto que te llega a casa en ocasiones, la mayoría realmente, poco o nada tiene que ver con lo que se muestra en sus catálogos. Así, cuando pides un chiste, un argumento o un diálogo que en el catálogo se te muestra brillante, seductor o ingenioso, cuando abres la caja que te llega a casa por correo recibes con manifiesta decepción un chiste rancio y sin gracia, un argumento vulgar o un diálogo manido y sin gancho. Es como si lo hubiesen escrito David Broncano o Pablo Motos. Vamos, lo que se dice una mierda sin gracia.

En definitiva, si las cosas siguen por este camino, con esta escalada de precios del todo punto inasumible para un bolsillo como el mío, mucho me temo que no podré adquirir mejores chistes ni mejores argumentos para mis posts. Al menos hasta que el mercado se regule y los precios vuelvan a unos niveles precrisis.

(Nota: A propósito, la palabra “precrisis” se escribe así, sin guión ni espacio entre medias. Lo sé porque, antes de publicarla, hice la consulta en la web de la RAE, que, de momento, sigue estando disponible de manera totalmente gratuita para los usuarios de la red. Ya ven, con tanta crisis financiera y tanta inflación de las narices, se agradece el que aún haya algo “gratuito”, y legal. Y si bien aún no les he podido perdonar del todo la eliminación de la tilde en el “sólo” para distinguir el adverbio del adjetivo, no me duelen prendas al exclamar: ¡bien por la RAE! Una cosa no quita la otra).

En fin, como solía decir mi padre: ya vendrán tiempos mejores.

Eso espero.



martes, 1 de noviembre de 2022

TODO SOBRE MI NOVELA

 

Imagen de mi nuevo libro (portada y contraportada con sinopsis y biografía del autor; o sea, yo)


Hace un par de semanas anunciaba a bombo y platillo —de hecho, aún me pitan los oídos del follón que armé. Yo, que he asistido a conciertos de rock desde que era pibe, ahora me siento incapaz de soportar una mísera batucada casera. ¡Qué triste resulta hacerse mayor! Mecachis—.

Pues eso, que un par de semanas atrás anunciaba en este mismo blog y en mis redes sociales la salida al mercado de mi nuevo artefacto literario: mi primera incursión en el terreno de la novela.

Así pues, ampliaré detalles en torno a este nuevo proyecto del que me siento muy ilusionado. Empezaré por los precios:

El libro en formato físico tiene un precio de 11,00 euros. Puedes comprarlo aquí.

El libro en formato digital tiene un precio de 3,15 euros. Puedes comprarlo aquí.

Como podréis observar, existe un pequeño incremento en el precio con respecto a mis libros anteriores. Esto se debe a dos factores principalmente; y ninguno de ellos tiene que ver con hacerme asquerosamente rico, os lo aseguro.

El primer factor tiene que ver con la calidad del papel. Para esta ocasión he optado por decantarme por un papel en tono crema, algo más caro que el papel blanco. Y el segundo factor viene motivado por la extensión del libro en sí. Si bien mis tres libros anteriores tenían una extensión de entre 150 y 160 páginas, esta vez la cosa se me ha ido hasta las 222 páginas.

Y ahora, como diría el inefable Francisco Umbral, “hablemos de mi libro”.

Tras un tortuoso periplo de cuatro largos años, crisis económica, crisis del Covid-19, crisis energética, y crisis what crisis de Supertramp mediante, he de confesar que éste ha sido, de todos mis libros publicados hasta el momento, el que más me ha costado sacar adelante. Sin duda.

Las razones del complicado proceso de gestación que hay detrás han sido muchas y muy variadas, las cuales intentaré explicar en las líneas que siguen.

Para empezar diré, aunque suene a perogrullo, que no es lo mismo escribir un cuento corto o un relato que una novela. Quien haya transitado por ambos géneros en calidad de autor lo sabe.

No es lo mismo contar una historia o desarrollar una trama o unos personajes ciñéndonos a unas pocas cuartillas que alargar esa misma historia y desarrollo a lo largo de cien o más páginas. Cuanto más alargues la historia mucho más difícil resultará mantener el interés del lector en aquello que quieres contar. Para ello debes emplear técnicas diferentes.

En un relato, con un par de pinceladas es más que suficiente para crear una determinada atmósfera y que la historia se sostenga. Eso mismo aplicado a una novela es algo más complejo, pues debes profundizar más en la trama, definir mejor a los personajes, llenar los huecos que, en un relato, puedes dejar vacíos sin que eso desvirtúe el relato. En definitiva, debes trabajar más la historia y los personajes en todos sus aspectos.

Por suerte para mí esta experiencia ha sido menos traumática de lo que cabría esperar, pues el grueso de la historia la escribí hace algunos años, y desde entonces permaneció metida en un cajón en un estado embrionario. Así que, una vez tomada la decisión de embarcarme en este proyecto, sólo tuve que revisar mis apuntes, efectuar diversos ajustes en la trama, crear algunos personajes nuevos y completar lo que hasta entonces permanecía inconcluso. Eso me llevó algunos meses de intenso trabajo, al que me sometí con espartana disciplina.

 

 

Una vez acabado el primer borrador decidí contar, por primera vez en mi carrera, con la ayuda de una lectora cero y correctora. Esa labor recayó en mi buena amiga Soledad Gutiérrez, a la que muchos conoceréis por su blog Pampiroladas.

Soledad y yo mantenemos una relación de amistad desde hace algunos años, y cuando me informó que se había hecho un curso de correctora de textos decidí contar con su experiencia para sacar adelante este proyecto.

Gracias a sus consejos, la trama y los personajes sufrieron algunos cambios sustanciales con respecto a la idea original. Su guía me empujó a ensanchar mis límites, a ir un paso más allá y mejorar la historia que quería contar. Al final, de las 150 páginas iniciales la novela “engordó” hasta las 250, a lo que siguió una poda, y luego otra y otra más. Porque escribir una novela se convierte en un avance y retroceso constante, en un proceso de expansión y contricción. En cierto sentido me recuerda a la letra de la famosa canción de Ricky Martin: “un pasito p'alante María, un pasito p'atrás”.

Es fascinante, y agotador. Sobre todo si no quieres decepcionar a nadie, empezando por ti mismo. Para eso debes ser el crítico más despiadado con tu propio trabajo, pues sólo así lograrás editar algo de lo que te sientas verdaderamente orgulloso.

No os negaré que el hecho de verte obligado a eliminar partes de lo que tanto esfuerzo te ha costado crear es casi tan doloroso como darte un leñazo en el dedo meñique del pie con algún mueble al caminar a oscuras de madrugada. Y esto lo sé porque este último año he batido mi propio récord de leñazos en el dedo meñique del pie con muebles por andar a oscuras de madrugada. O sea, que no sólo me hago viejo, sino que, encima, me hago más torpe. Como diría el entrañable personaje del genial Forges: ¡Sssstupendo!

En el aspecto visual, este libro también presenta algunas diferencias notables con respecto a mis libros anteriores. Para empezar, por primera vez la portada no se corresponde a un dibujo de mi autoría, sino a una fotografía de Oltre Creative Agency bajada de Pixabay bajo licencia Creative Commons.

Me costó mucho encontrar una fotografía que ilustrase el espíritu de la novela. Me llevó meses rastrear la red en busca de algo que cubriese mis exigencias. No podéis haceros una idea de las opciones que deseché. Sin exagerar, llegué a acumular en una carpeta hasta sesenta fotografías de símbolos, calles, urbanizaciones, monumentos y lugares emblemáticos londinenses, pues mi novela transcurre en Londres. Hasta que un día, a punto de tirar la toalla, encontré al fin lo que buscaba. Luego sólo tuve que aplicar algunos ajustes —recortar la foto, aplicar un filtro de blanco y negro, ajustar los niveles de exposición—, y ¡voilá!, ya tenía la foto de mi portada.

En cuanto al interior, también he efectuado algunos cambios significativos con respecto a la trilogía Absurdamente. Por ejemplo, la tipografía. Por primera vez, he sustituido la tipografía Times New Roman por la Class Garamond. Y no es porque la Times tuviese nada de malo, sino que, simplemente, me apetecía cambiar. De paso, también me ha servido para remarcar la sutil diferencia entre mis libros de relatos y mi primera incursión en el terreno de la novela. El resultado, francamente, ha superado mis expectativas. Cuando recibí en casa el ejemplar de prueba que pedí, quedé gratamente sorprendido con el resultado.

Foto del interior del libro

Algo que tuve bastante claro desde el principio fue el hecho de adjudicar a cada capítulo de mi novela el título de una canción de rock determinada. Para ello, sólo tenía una condición: que la letra de la canción escogida guardase relación con el contenido del capítulo en cuestión. Eso supuso todo un reto para mí, ya que tuve que escoger entre cientos de canciones de mi colección de discos aquella que se adecuase a lo que quería contar. En total barajé en torno a las cien canciones, hasta acabar reduciendo la lista a las treinta y cinco que finalmente conforman la novela.

Supongo que muchos de los que hayan leído alguno de mis libros anteriores, o los relatos que en su día solía subir al blog, se preguntarán por el estilo desplegado en este nuevo proyecto. Recientemente, una lectora habitual de mi blog, y compradora de mis tres libros publicados hasta el momento, me preguntaba en redes si había humor en este nuevo libro. Pues sí, lo hay, aunque se trata de un humor distinto, menos absurdo y caótico, y más crítico, irónico y sarcástico. Ya sabéis quienes me leéis de hace tiempo de mi pasión por el humor típicamente británico. Autores como Tom Sharpe, P.G. Wodehouse, Nick Hornby, David Lodge o Alan Bennett forman parte de mi universo lector. A ellos hay que añadir autores estadounidenses de la talla de Woody Allen, Groucho Marx o John Kennedy Toole. A todos ellos le debo parte de mi estilo como autor.

Pero, además de un humor típicamente británico, ¿qué otras cosas podremos encontrar en tu novela? Para empezar, una historia. O la historia de varios personajes que acaban encontrándose en un momento determinado de sus vidas y que, al hacerlo, se cambian la vida los unos a los otros de una manera que jamás pensaron que podría cambiar.

Para que os hagáis una idea del punto de partida de la novela, a continuación os amplío la reseña incluida en la contraportada del libro:


Henry Stockleigh es un rockero británico cincuentón de la vieja escuela. Enamorado de la década de los setenta, y totalmente decidido a retener la esencia de esos años hasta el fin de sus días, el 31 de diciembre de 1979 tomó la firme decisión de encerrarse en su casa y no volver a salir de ella nunca más. Han pasado treinta años desde entones y Henry aún sigue sin pisar la calle. Pero una inesperada e inquietante visita amenaza con dinamitarlo todo y echar por tierra su plan.

Una divertida novela donde tienen un especial protagonismo el humor, el amor, la amistad y la pasión por la música rock de los 60 y 70. Y Coñazoman, por supuesto.



Y hasta aquí puedo leer —como en las viejas tarjetitas del Un, Dos, Tres—, no vaya a ser que destripe la novela y me haga spoiler a mí mismo. Ya he dejado claro que con los años me he hecho viejo y torpe, pero no gilipollas. O eso creo.

Como avanzaba en mi post de la semana pasada, a continuación os dejo un enlace a un adelanto gratuito que podéis leer tantas veces como queráis, y decidir si os merece la pena adquirir un ejemplar de esta nueva aventura literaria o pasar de él del mismo modo en que los premios literarios pasan de mí: con absoluta indiferencia.

Para leer un adelanto gratuito PINCHA AQUÍ.


Por último, sólo me queda daros las gracias por vuestra atención, independientemente de si habéis comprado alguno de mis libros o no, o de si tenéis intención de comprar o no.

Nadie puede tener la certeza de que este libro se vaya a vender más o se vaya a vender menos. En el éxito de un libro intervienen muchos factores, y no todos dependen de mí. Por supuesto que me gustaría vender un montón de copias, y poder ganarme la vida con ello. Pero, viendo lo difícil que resulta que algo así acabe ocurriendo, me conformo con que quien decida leer alguno de mis libros se lo pase bien y disfrute haciéndolo, y que eso me empuje a seguir escribiendo historias que me hagan disfrutar como escritor y como lector, pues no debéis olvidar nunca que yo también soy lector, y si lo que escribo no me gusta seré el primero en darle al botón de “borrar”.

En cualquier caso, gracias por estar ahí. Os lo agradezco.

Y, como ya es tradición, si me haces llegar una foto con alguno de mis libros, la colgaré gustoso en la Galería de Amigos y Lectores del blog, que ya lleva tiempo sin recibir nuevos huéspedes.

Un abrazo.