sábado, 20 de febrero de 2016

YA ESTÁ AQUÍ: ABSURDAMENTE 2

ABSURDAMENTE. Antología del absurdo Vol. II

Vaya, vaya, vaya. Ha costado lo suyo, ¿eh? Normal, no iba a costar lo de otro, ¿no? Eso sería absurdo :P
Y hablando de absurdo —qué bien hilado, ¿eh? Nah, uno que es un genio—.
Pues eso. Que aquí está, al fin, el segundo volumen de la Antología del absurdo.

Creedme si os digo que estoy más que satisfecho con el resultado final, habida cuenta de mi enfermiza obsesión por cuidar hasta el más mínimo detalle.
Precisamente esa obsesión perfeccionista me había llevado a componer y desechar hasta cinco versiones diferentes del libro: adecuando los textos al formato libro, incluyendo y eliminando piezas, o alterando el orden de las mismas según mi personal criterio de coherencia narrativa.
Con esto quiero decir que no ha sido un proceso fácil. Realmente no debe serlo si tienes claro que quieres ofrecer un producto de calidad por el que merezca la pena que alguien pague por hacerse con un ejemplar.
El mundo de la edición, y, por ende, los autores, vivimos tiempos complicados para nuestra supervivencia. Paradójicamente, nunca antes había sido tan accesible para un escritor el autoeditar su trabajo y ponerlo a disposición del público. Y precisamente por eso, por lo accesible que se ha vuelto todo, resulta de vital importancia mirar con lupa cada uno de los procesos que comportan la edición de un libro, a fin de conseguir que el producto final sea algo que podamos ofrecer con todas las garantías de calidad. Al fin y al cabo nos jugamos algo más que un pequeño margen de beneficio económico con cada venta. Nos jugamos nuestro prestigio y nuestra credibilidad como autores y editores de nuestra propia obra.
El lector que decida comprar un ejemplar de tu libro merece que le ofrezcas un producto con un aspecto y un contenido lo más profesional posible, ya que soy de la opinión de que si le fallas una vez te resultará muy difícil —por no decir imposible— volver a venderle cualquiera de tus otros libros.
Esa es la razón principal por la que tardo tanto en publicar mis libros. El anterior, el primero que publicaba en mi vida, me llevó algo más de siete meses de duro trabajo y dedicación. Normal. Era el primero y aún me quedaba mucho por aprender de este apasionante mundo de la edición.
Para este segundo invertí algo más de cinco meses. Y eso se nota —o eso espero— en el resultado final. He querido mejorar todo lo mejorable según mi anterior experiencia, además de volcar en este nuevo trabajo todo lo aprendido con aquella fantástica experiencia primeriza.
Hoy, teniendo en mi poder el ejemplar de prueba que solicité a la imprenta de Amazon, y habiéndolo examinado de arriba a abajo, puedo deciros: podéis confiar en mí.

Aquí tenéis unas fotos que he tomado al libro físico.
Aquí lo tenéis al fin: mi nuevo libro. ¿No es precioso? A mí al menos me lo parece.

«Vale tío, todo eso está muy bien, pero. ¿qué podemos encontrar en este nuevo volumen?»
Tenéis razón. Vamos al meollo.

ABSURDAMENTE Antología del absurdo Vol.II se compone de un total de 25 nuevas piezas entre cuentos cortos, relatos y microrrelatos. A diferencia del anterior volumen en esta ocasión he añadido varias piezas totalmente inéditas, es decir, nunca antes publicadas en ningún otro sitio, además de un prólogo como es debido.
Una vez más, el dibujo de la portada y el diseño de la cubierta son obra mía —uno, que es un “apañao”—.
La versión en papel consta de un total de 153 páginas, y el aspecto y la composición han sido cuidados al máximo.
El precio del libro en papel para España rondará los 9 euros y la versión electrónica 0,99 céntimos. Para el resto del mundo dependerá de la moneda empleada en cada país.
En el margen derecho del blog he habilitado un botón que os llevará directamente a la página de Amazon donde podréis comprar cualquiera de mis libros tanto en papel como en digital.

DEDICATORIAS Y AUTÓGRAFOS
Con mi anterior libro ocurrió lo siguiente: muchos de los lectores que me siguen habitualmente a través del blog me solicitaban ejemplares dedicados y autografiados de mi puño y letra. Debido a mis obvias limitaciones geográficas, la única manera en que podía satisfacer esas peticiones era comprometiéndome a hacerles llegar vía correo electrónico la citada dedicatoria personalizada.
Aún así, hubo lectores a los que no les importó pagar un poquito más a fin de tener su ejemplar en papel dedicado y firmado por mí.
Si estás interesado en hacerte con un ejemplar dedicado y firmado por el autor, por favor, contacta conmigo vía e-mail y te diré cómo podemos hacerlo.

CONCLUSIONES FINALES
Amigos, no quisiera desaprovechar la ocasión de volver a agradecer, una vez más, a todos aquellos de vosotros que decidisteis confiar en mí adquiriendo un ejemplar de mi primer libro. Las páginas de aquel primer libro estaban impregnadas de la ilusión de un debutante. Os garantizo que las páginas de esta nueva entrega siguen conservando el inconfundible aroma de la ilusión. Gracias a todos por estar ahí, del otro lado.
Un fuerte abrazo.



sábado, 6 de febrero de 2016

GRACIAS, SOLEDAD GUTIÉRREZ


A Soledad la conocí a través de su blog. En realidad ella visitó primero el mío, pero como estoy peleado con mi blog desde las navidades pasadas no quiero darle demasiado protagonismo. Capullo.
Su blog, el de Soledad, se llama Pampiroladas, y ésta es su dirección:


Aquella primera vez Soledad dejó un comentario a propósito de uno de mis posts y, a resultas de ello, entré en su blog. Recuerdo perfectamente aquel primer post suyo que leí. Se titulaba Mi sentencia, y era muy bueno. Francamente divertido. Y muy bien narrado.
A partir de aquel primer encuentro se estableció entre nosotros un diálogo, a ratos hilarante, en el que ambos dábamos rienda suelta a nuestra pasión por el humor absurdo y la ironía. Fue un flechazo humorístico en toda regla (tranquilo Antonio, lo nuestro es puro humor. Nada de lo que tengas que preocuparte).

Un día Soledad supo de mi libro. Y me encargó un ejemplar en papel. Pero lo quería firmado y dedicado. Yo le dije entonces que eso era algo que no solía hacer, y que además le iba a salir demasiado caro, ya que al no disponer de ejemplares para la venta tendría que pedir un ejemplar expresamente a EEUU, esperar a que me llegase a casa, ir a la Oficina de Correos y encargarme del envío al destinatario; y todo ello con el sobrecoste que eso conlleva.
Soledad lo tuvo claro desde el principio: «No me importa, Pedro. Quiero mi libro dedicado. Y esperaré lo que sea. Por el dinero no te preocupes. El precio que me has dado me parece razonable y lo acepto».
Quiso la casualidad que por aquellos días recibiese un par de encargos más de mi libro, por lo que, al pedir una mayor cantidad de libros a imprenta, se minimizaron los costes de recepción y envío.
Los libros tardaron unas tres semanas en llegar a mi casa, y un par de días más tarde Soledad ya tenía su ejemplar dedicado y autografiado en la suya.
Como es costumbre en mí, a Soledad también le propuse participar de este juego cómplice en el que invito a los lectores y compradores de mi libro a que, si lo desean, me hagan llegar una foto posando con su ejemplar de Absurdamente y unas líneas contándome sus impresiones acerca de su lectura. Soledad aceptó encantada mi propuesta. Y aquí tenéis el resultado. Os dejo con ella.
Adelante, Sole:

PADRE FABELO
por Soledad Gutiérrez

Soy una persona religiosa. Extremadamente religiosa. La hostia de religiosa. La hostia sagrada, digo. Aunque en la práctica, especialmente viendo cómo funciona el tema de los pecadillos, me pierdo un poco.
Os cuento esto que parece no venir a cuento pero viene. O no. Aunque, ¡coño, leedme, va a ser sólo un momento!, porque teniendo en mis manos Absurdamente. Antología del Absurdo Vol. I me inquieté bastante.
Concretamente mi incertidumbre llegó con el relato de Tarzán y Jane —lo que vienen siendo los antiguos Adán y Eva prehistóricos—, leyendo la palabra “tetas” en varias ocasiones. Al finalizar el relato me reí, y me descojoné (para qué negarlo). Mi duda surgió en aquel momento. Palabrotas, sensaciones placenteras y un tanto lujuriosas. Uhm, esto tenía que consultarlo con el cura de mi barrio.
Por tanto, me personé en aquel lugar sagrado, la hostia de sagrado, para hablar con uno de los encargados. El jefazo creo que no está disponible para estas minucias. El Padre Antonio me hizo inclinarme en el confesionario para iniciar la confesión, por más que insistí que lo mío sólo eran unas dudillas sin importancia.
Cuéntame hija, ¿en qué puedo ayudarte?
Agradecí que se saltase el protocolo para ir directos al grano.
Le cuento, Padre. He comprado un libro que no sé si es obra del Maligno.
¡¡¿El Maligno?!! ¡Ave María Purísima!
Sin pecado concebida —dije yo, por decir algo.
Dime, hija mía, ¿de qué se trata? ¿Maldiciones, brujerías, blasfemias...? —preguntó el sacerdote en tono preocupado.
No, Padre, peor aún. Humor. Y del peor de todos, absurdo.
Pero ¿cómo? ¿No has podido resistir la tentación?
Me ha resultado imposible, Padre. Además, confieso que he seguido leyendo el libro mientras lo esperaba a usted. Lo he acabado del tirón. Y admito que me he reído dentro de la casa del Señor. Se lo puede confirmar aquella señora que tiene las bolitas en la mano y que me mira rarísimo.
A ver, hija, creo que lo mejor será que me dejes echar un vistazo al libro para confirmar si su lectura comulga con la Iglesia —dijo el sacerdote a regañadientes.
Aquí tiene, Padre. ¡Tenga cuidado! —exclamé angustiada, extendiendo mis manos buscando un hueco para entregarle el objeto.
El cura estuvo leyendo fragmentos del libro durante un buen rato. Ya que la espera se prolongaba demasiado, le propuse que hiciese su lectura en voz alta. Así yo también participaría del goce de volver a leer a Pedro.
Y así, como quien no quiere la cosa, el padre Antonio comenzó a hablar de Robin Williams en su visita al cielo, y la señora de las canicas —que aún me observaba de arriba a abajo— se incorporó a nuestro improvisado grupo de lectura. Posteriormente, otras señoras y otros señores, que también oraban dispersos por la Casa del Señor, se sintieron identificados al mencionar un relato que hacía referencia a una Sala de Espera. A uno de los señores le salió disparada la dentadura postiza, escupiéndosela al cura en la cara. Otra señora se hizo pis encima. Fue un show, un espectáculo digno de colecta literaria. Incluso el cura bromeó con cobrarles «Comisiones por desgaste de rodillas» tras leer otra de las hilarantes piezas incluidas en el libro.
De pronto, me percaté que la Iglesia había cobrado vida. Juraría que hasta aquel Cristo crucificado que presidia el altar, ahora un tanto inclinado, se sujetaba su estómago mientras se partía la caja.
Padre, entonces ¿esto es pecado o no?
No lo tengo muy claro, hija mía. Por si acaso reza tres Padres Fabelos y un relato de su blog. Yo como penitencia también leeré episodios del mismo en mis horas de misa. Como dijo Jean Cocteau: «Dios no habría alcanzado nunca al gran público sin ayuda del diablo».
Gracias, Padre. Me quedo más aliviada. Una última cosa, ¿puedo comprar el Volumen II? Me han comentado que en breve estará disponible.
Sí, hija mía. Además, mantenme informado cuando esté a la venta. Mientras tanto me quedaré con éste primer volumen para que no caiga en manos equivocadas. Puedes ir en paz.
Y así es como perdí mi libro y ayudé al diablillo Fabelo a llegar al Reino de los Cielos. Dios bendiga a las risas. Amén.

«Padre, confieso que he pecado. Y lo peor de todo es que seguiré haciéndolo. Es que este Pedro Fabelo es la hostia. Ups, perdón».


¿Qué puedo decir? Pues que muchas gracias, Sole, por tu sentido del humor, por tu generosidad, por tu fidelidad y por tu apoyo.

Y gracias a todos los que habéis comprado el primer volumen de la Antología del absurdo y os habéis sumado a esta simpática iniciativa. Me hacéis muy feliz con vuestra complicidad.
Y a los que no lo habéis comprado aún ni tenéis intención de hacerlo: ¡Que Groucho Marx os coja confesados!

Un abrazo. ; )