jueves, 28 de julio de 2022

VACACIONES MENTALES

 


El descanso se me antoja primordial en la vida de todo ser humano. Incluso en todo ser inhumano, que de todo hay en política.

Y no sólo hablo del descanso físico, pues también el descanso mental es más que aconsejable practicarlo con cierta asiduidad si no quieres sufrir las desagradables consecuencias de la fatiga psicológica.

Cuando era más joven, un chaval más bien —no sé de qué os extrañáis; al fin y al cabo todos hemos sido chavales alguna vez. Incluso alguien tan viejuno en su aspecto y sus ideas como el inefable ex-Cardenal Rouco Varela fue alguna vez un chaval, aunque os cueste creerlo. ¿O acaso pensáis que ya era un viejo retrógrado redomado con doce o trece años? Oye, pues igual...).

Como os iba diciendo, siendo un joven estudiante de doce o trece años, teníamos una profesora que nos daba lengua y religión. También era nuestra tutora. Esta bendita mujer, de nombre Mari Carmen, nos quería un montón —nos llamaba cariñosamente “sus niños”—, y nosotros, en justa correspondencia, la apreciábamos en igual medida. Recuerdo que en una ocasión nos dijo a toda la clase: «El descanso no sólo es recomendable, sino necesario. Pero para poder descansar primero hay que cansarse, y lo mejor para eso es trabajar duro y esforzarse en la vida para sacar lo mejor de ti cada día».

A decir verdad, no sabría decir porqué razón se me quedó esta frase grabada a fuego en la sesera, y no otras muchas. Para ser sincero, a mi edad aún no he podido desentrañar el misterio que se esconde tras la manera que tiene nuestro cerebro de almacenar hechos y sucesos del pasado, llegando a retener cosas aparentemente insignificantes o de poca importancia durante décadas, incluso durante toda nuestra vida, y, por el contrario, no duda en lanzar al limbo del olvido otras cosas, hechos o circunstancias que, a nuestro parecer, consideramos más importantes o trascendentes.

Y a todo esto, ¿a qué venía todo este rollo? Uhm. ¿Qué os decía a propósito de la memoria selectiva? La madre que la parió. Hay qué ver cómo juega con nosotros la condenada. ¡Ah! ¡Ya me acuerdo!

Pues eso. El tema del descanso venía porque, llegado el verano, con este calor asfixiante que derrite las neuronas y fomenta el malhumor y la apatía, necesito un descanso, un paréntesis, unas vacaciones de la mente.

Así que, con esta intención, voy a tomarme unas semanitas para desconectar, recargar las pilas y relajar la mente y el espíritu.

No será mucho tiempo. Igual con un mes me apaño. O sea, que, si todo va como tiene que ir, espero estar de vuelta a principios de septiembre.

¿Y yo qué?

Ah, perdón. Ya casi me olvidaba de ti. ¡Menuda cabecita la mía!

Cuando decía lo de estar de vuelta a principios de septiembre, me refería a estar de vuelta “los dos”, es decir, mi blog y yo.

Hasta entonces, ¡feliz verano, amigos y amigas del blog! Nos vemos y leemos a la vuelta.

Sed buenos. Y si sois malos, mejor para vosotros. Eso sí, procurad no fastidiar a nadie que no se lo merezca. Si cumplís con este sencillo precepto, podéis ser todo lo malos que os apetezca.

Hasta pronto.



miércoles, 13 de julio de 2022

LA NOTICIA DEL MOMENTO

 


Ayer, 12 de julio de 2022, la noticia del día, la que ha ocupado las portadas de los principales periódicos del mundo, la que ha abierto los noticiarios de televisión y los programas radiofónicos más importantes del uno al otro confín del planeta, ha sido el importantísimo descubrimiento de nuevas y múltiples galaxias hasta ahora desconocidas.

En el mundo entero no se habla de otra cosa. Bueno, en todo el mundo a excepción de Rusia y China. En Rusia la noticia más importante, la que copa las portadas de todos los periódicos y las cabeceras de los noticiarios de televisión, es que van ganando la guerra que irónicamente ellos mismos niegan que exista, mientras que en China la noticia que copa el interés mediático es saber, de una vez por todas, si el arroz frito con gambas sabe mejor con tenedor o con palillos. En fin, cada gobiernillo tiene su librillo.

Así pues, a excepción de esos dos países, la noticia más importante en el resto del globo terráqueo es el descubrimiento de esas nuevas galaxias, situadas a millones de años luz de distancia de nuestro cada vez más minúsculo e insignificante planeta.

Según se desprende del cuerpo de la noticia el telescopio James Webb ha hecho historia, al presentarnos sus primeros retratos del cosmos. Gracias a esas instantáneas, tomadas en alta resolución, los científicos han descubierto la existencia de nuevas y hasta ahora desconocidas galaxias.

Ahora bien, ¿qué significa eso exactamente para nosotros? Pues depende. Para el ciudadano medio, es decir, gente como tú o como yo, el citado descubrimiento justifica los más de 10.000 millones de euros que ha costado fabricar el maldito telescopio de las narices. Me pregunto a cuánta gente de este planeta tan minúsculo e insignificante, y, sin embargo, excesivamente superpoblado, se la podría salvar de morir de hambre o de morir a consecuencia de una enfermedad cualquiera, de las muchas que ciertos hospitales del mundo mundial se niegan a tratar porque el enfermo o enferma en cuestión carece de seguro médico, o de dinero suficiente como para hacer frente a la factura.

Y ya que estamos con despilfarros, al igual que la humorista norteamericana Sarah Silverman, yo también me pregunto a cuánta de esa misma gente se la podría salvar de morir de hambre o de una enfermedad con los billones que posee la Iglesia Católica entre propiedades inmobiliarias, obras de arte, lujosas sedes, bancos y personal a su cargo. Y todo ello sin aportar un mísero euro en impuestos, porque, por si no lo sabéis, las iglesias, sean del culto que sea, NO PAGAN IMPUESTOS.

¡Demagogia barata!, dirán algunos. ¡Blasfemo!, dirán otros. A lo que yo no tendré problemas en responder: ¿Demagogo yo?, ¿blasfemo? Es posible. Pero si yo soy un demagogo y un blasfemo, ¿qué serán quienes viven de decir a los demás cómo tienen que vivir sus vidas mientras ellos hacen justo lo contrario de lo que predican? Yo os lo diré: unos hipócritas de tomo y lomo, y con una cara de hormigón armado capaz de aguantar las hostias como panes que les deberían de dar por mentir tan descaradamente y sin mostrar el más mínimo signo de vergüenza o arrepentimiento por sus deleznables acciones.

A todo esto, y ya que estamos con la Iglesia, aunque aún no han manifestado opinión alguna con respecto al citado descubrimiento de esas nuevas galaxias y, por ende, la existencia de nuevos planetas —ya sabemos la alergia que le provoca a la Iglesia y sus adláteres cualquier adelanto científico, pues anida en ellos el temor constante de que un día de estos esa Ciencia que tanto desprecian acabe hallando pruebas irrefutables que les desmonten el chiringuito—, imagino que los más sueltos de lengua no tardarán en asegurar que, de existir vida en esos nuevos planetas, de manera clara e inequívoca esas otras clases de vida serán católicas, apostólicas y romanas —vamos, como Dios manda—, y que habrá que ir pensando en preparar a algunos astronautas con formación eclesiástica, a fin de que, llegado el caso, se dediquen a viajar por el espacio exterior difundiendo “la Palabra del Señor”, y, de paso, ir sumando adeptos a la causa.

Esto en lo que respecta al ciudadano medio y a la Iglesia Católica. Pero, obviamente, en el mundo hay más gente, más estratos sociales y más intereses.

Los ricos, por ejemplo, ya estarán pensando en nuevas formas de negocio teniendo en cuenta la existencia de esas nuevas galaxias. No os extrañe que de aquí a poco tiempo ya empiecen a circular escrituras de propiedad sobre ciertas parcelas de terreno ubicadas a millones de años luz de distancia del planeta Tierra. Y eso por no hablar de hallar en esos nuevos planetas mano de obra barata. De hallarla, no tardarán ni cero coma en descentralizar servicios y abaratar costes. No sé si llegaremos a verlo, pero un día de éstos recibirás una llamada telefónica de un operador ubicado en la Galaxia de Andrómeda ofreciéndote una tarifa reducida de un operador telefónico cualquiera. Tiempo al tiempo.

Las petroleras se estarán frotando las manos pensando en la posibilidad de practicar futuras prospecciones con la esperanza de hallar caudales inagotables de su preciado oro negro allende nuestro planeta. Su avaricia no conoce límites, ni aunque esos límites se hallen a millones de años luz de distancia.

¿Y los políticos? Bueno, ya se preocuparán de buscar el voto extraterrestre que les permita seguir manteniéndose en el poder por los siglos de los siglos, prometiendo arreglar lo que ellos mismos se encargan de estropear.

En definitiva, con nuevo descubrimiento o sin él, el mundo seguirá girando como ha venido haciendo hasta ahora, movido por esa fuerza centrífuga de egoísmo, hipocresía, ignorancia y estupidez que hace que, como cantaba el bueno de Julio Iglesias “la vida siga igual”. Amen.




jueves, 7 de julio de 2022

EL VIEJO ARTE DE LA ENTREVISTA

 

Portada del libro autobiográfico de Reinaldo Arenas "Antes que anochezca"


Hará cosa de tres semanas, mientras me documentaba en relación a la vida y obra del escritor cubano Reinaldo Arenas, me topé en la web con un interesante vídeo en el que convergían cuatro fragmentos de otras tantas entrevistas y reportajes realizados entre 1980 y 1988. Os dejo el enlace, por si os resulta interesante.


Por cierto, ayer acabé Antes que anochezca, su libro de memorias, y su lectura me ha resultado de lo más estimulante, además de tremendamente reveladora en relación a la condición humana.

Para muestra, me permito reproducir el siguiente fragmento, el cual, impregnado de ese humor socarrón e irónico que distingue a las personas inteligentes de esas otras que aparentan serlo y no lo son tanto, le sirve al autor para denunciar la corrupción moral e ideológica de los que “mandaban” en la isla una vez triunfó la Revolución que acabó con la tiranía de Batista.

Escribe Reinaldo: «Había incluso un lujoso restaurante llamado Las Ruinas, cuyo nombre era muy apropiado porque todo el que comía allí quedaba absolutamente arruinado, ya que los precios de los platos eran inaccesibles para nuestros bolsillos; pero los altos funcionarios de Castro llegaban en sus autos y comían en aquel sitio».

Tampoco se ahorra críticas feroces y certeras a la hipocresía de la Iglesia, como en este tramo: «Era la actitud típica del católico reaccionario, la actitud misma de la Iglesia Católica; siempre del lado de los poderosos traicionando a los humildes».

Pero, sin duda, la observación que más me llegó, por cuanto es la misma idea que sostengo desde la primera vez que fui consciente del enorme poder que tiene el humor frente al poder establecido, es la extraída del siguiente fragmento: «Una de las cosas más lamentables de las tiranías es que todo lo toman en serio y hacen desaparecer el sentido del humor. Históricamente Cuba había escapado siempre de la realidad gracias a la sátira y la burla. Sin embargo, con Fidel Castro, el sentido del humor fue desapareciendo hasta quedar prohibido; con eso el pueblo cubano perdió una de sus pocas posibilidades de supervivencia; al quitarle la risa le quitaron al pueblo el más profundo sentido de las cosas».

En el proceso de buscar información acerca de vídeos o entrevistas a Reinaldo Arenas, acabé topándome en Youtube con interesantes entrevistas de antaño a personajes relevantes del mundo del arte y la cultura, tanto nacionales como internacionales. Gracias a esos vídeos, ya he podido disfrutar de amenas e interesantes entrevistas a personajes de la talla de José Luis López Vázquez, Geraldine Chaplin, Fernando Fernán Gómez o Guillermo Cabrera Infante.





A propósito de Guillermo Cabrera Infante, otro interesante escritor cubano obligado a abandonar la isla por su oposición al régimen castrista, hasta el momento he leído con sumo deleite su maravilloso Cine o sardina, libro donde da rienda suelta a su confesada pasión cinéfila sirviéndose de un humor y una ironía muy de mi gusto.

En mi lista de lecturas pendientes tengo varios títulos de este interesante autor, del que, al margen de sus libros, ya he podido disfrutar de varias entrevistas televisivas. Una de ellas, por cierto, se realizó en la isla de Tenerife, durante uno de los varios viajes que Cabrera Infante realizó a las Islas Canarias a lo largo de su vida, pues, según confesión propia, tenía ascendencia canaria.

Su humor, irónico y socarrón, hizo que empatizara de inmediato con él, a pesar de que, por culpa de una profunda depresión que derivó en colapso nervioso y que marcarían su carácter por el resto de su vida, arrancarle una sonrisa fuese casi tan doloroso como arrancarle una muela a alguien sin anestesia. No obstante, eso no quita para que, de vez en cuando, diese rienda suelta a su ingenio y soltase alguna que otra muestra de su magnífico sentido del humor.

Viendo este tipo de entrevistas, sobre todo las protagonizadas por el periodista y presentador Joaquín Soler Serrano, echo mucho de menos ese tipo de entrevistadores: cultos, respetuosos con el invitado, elegantes y conscientes de que el foco de la entrevista ha de recaer en el entrevistado y no en el entrevistador. Echo de menos todo eso porque ya no lo veo en los profesionales de hoy en día, donde el entrevistador hace todo lo posible por acaparar los focos, por quedar por encima del invitado; se muestra soez e inoportuno, irrespetuoso en grado sumo, por cuanto se empeña en interrumpir a cada instante para demostrar no sé qué, o para colar un chiste carente de gracia. Ejemplos de este tipo de malos entrevistadores hay muchos, pero no me detendré en ellos, pues es tal el rechazo que me provocan que no pienso darles publicidad, y mucho menos gratis. Si quieren mala publicidad —que, según parece, también vende y conviene—, que la paguen, que para eso ganan lo que ganan.

En definitiva, gracias a Internet, esa red de redes, y a los millones de usuarios que la sostienen gracias a sus invaluables contribuciones, tenemos a nuestro alcance tal raudal de conocimiento, arte y entretenimiento que necesitaríamos varias vidas para verlo todo, oírlo todo, leerlo todo, disfrutarlo todo, o, al menos, ver, oír, leer y disfrutar aquello que despierte nuestro interés.

Desde luego, podemos considerarnos privilegiados de vivir el tiempo presente, pues gracias a las nuevas tecnologías se nos permite acercar hasta nuestros días ese pasado que a muchos nos resulta mucho más interesante y seductor que lo que nos muestra el presente.