miércoles, 24 de noviembre de 2021

EN QUÉ PUNTO ESTÁ MI NOVELA

 

Algunos de mis manuscritos registrados y pendientes de publicación 

 

En mi último post rescataba un viejo artículo que escribí allá por 2015 en el que hablaba, muy de pasada, de la existencia de varias novelas de mi autoría pendientes de publicación.

¿Por qué aún no he publicado ninguna de ellas? Intentaré explicarlo.

Cuando en 2015 decidí que había llegado el momento de publicar, opté por un libro de relatos para mi debut. Durante la selección de piezas me di cuenta de la cantidad de material que tenía escrito, al margen de las piezas nuevas que iba creando para alimentar al blog y mantener vivo el interés de mis lectores o visitantes ocasionales. Tenía tanto donde elegir que me hizo plantearme la posibilidad de lanzar una trilogía dedicada casi en exclusiva al humor absurdo.

El 18 de junio de 2015 publiqué el primer volumen; el 18 de febrero de 2016 publiqué el segundo; y el 2 de octubre de 2018 publiqué el tercero y definitivo.

Una vez cerrada la trilogía tuve claro que mi siguiente paso consistiría en la publicación, al fin, de mi primera incursión en el terreno de la novela. La cuestión era: de todas ellas, ¿por cuál me decanto?

Una de las claves a la hora de decidirme fue que en modo alguno quería publicar algo demasiado parecido a lo ofrecido en mis libros de relatos. Eso me llevó a decantarme por una novela que, si bien posee pinceladas de humor típicamente británico —más orientado a la ironía, el sarcasmo y la observación satírica que al absurdo—, al mismo tiempo contenía elementos que la diferenciaban de mi obra anterior, como el drama o el romanticismo.

Una vez decidido el proyecto desempolvé el manuscrito, que llevaba años en un cajón —por aquellos años imprimía y encuadernaba la mayoría de mis trabajos, incluso los registraba en la oficina del Registro de la Propiedad Intelectual cuando los consideraba “definitivos”—.

Aquel manuscrito apenas llegaba a las 110 páginas. Tras una primera lectura, sabiendo lo que sé ahora y con la experiencia adquirida en estos diez o doce últimos años —entre lecturas ajenas y escrituras propias—, supe al instante que aquella historia podría dar para mucho más.

Hice varias lecturas más y, mientras lo hacía, iba tomando notas en una libreta con posibles tramas o líneas argumentales que enriquecieran la historia y los personajes. En este sentido, hice mucho hincapié en intentar transmitir la pasión del personaje principal por la música rock de los 60's y 70's, pues sobre esa pasión giraba buena parte de la historia que quería contar.

Incluso decidí titular cada capítulo de la novela con el título de una canción concreta y específica. Para ello, dediqué meses a buscar entre mi colección de discos canciones cuyas letras tuviesen algo que ver con el capítulo en cuestión, pues mi idea inicial consistía en abrir cada capítulo con un par de líneas de cada una de las letras escogidas.

Por desgracia, tras hacer las consultas pertinentes a un par de expertos en el tema, tuve que desechar esta opción, pues de haber seguido adelante me habría podido meter en problemas por usar sin permiso letras protegidas por derechos de autor. Si bien el tema de las citas no está demasiado claro en obras literarias —he leído cientos de libros que abren con este tipo de citas sin que eso haya significado una vulneración de derechos—, el tema de hacer lo mismo con letras de canciones es algo más complejo, pues al pertenecer éstas en su mayoría a editoriales específicas ajenas a los artistas y creadores el proceso se complica.

Así que, para curarme en salud, prescindí de reproducir unas breves líneas de las letras de las canciones al inicio de cada capítulo. Meses de trabajo tirados a la basura. Si bien no del todo, pues aunque no reprodujese las citadas líneas, sí que mantuve los títulos de las canciones para cada capítulo del libro.

Una vez completé un primer borrador de la novela —que había crecido hasta las 159 páginas—, se lo envié a una amiga que se había ofrecido a hacer el trabajo de corrección, pues hacía poco que había acabado un curso de corrección literaria y necesitaba poner en práctica sus conocimientos.

Semanas más tarde recibí un detallado informe con las correcciones, así como una serie de observaciones en torno a lo que, según ella, fallaba en la novela.

Corregí los errores de ortografía y sintaxis —por suerte, eran pocos, lo cual vino a reforzar mi lado obsesivo a la hora de pulir mis textos antes de mostrarlos a alguien—; y en cuanto a lo que según mi correctora fallaba en la novela acepté corregir algunos de esos fallos, e insistí en defender con argumentos lo que, bajo mi criterio, no consideraba fallos sino recursos perfectamente válidos que sustentaban la trama y la psique de los personajes.

Todo esto ocurrió en diciembre de 2019, es decir, antes de que el tema de la pandemia saltase por los aires, si bien los periódicos e informativos ya venían poniendo el foco en lo sucedido en Wuhan.

Entre enero y febrero de 2020 efectué una serie de cambios sustanciales en la estructura de la novela. Y todo iba a buen ritmo, con bastante ánimo e ideas, hasta que en marzo de ese mismo año el Covid19 obligó a los gobiernos de todo el mundo a tomar medidas excepcionales nunca vistas, como la restricción de movimientos y mercancías y el confinamiento de la población.

Obviamente, todo el asunto aquel me afectó de manera directa —no sólo a mí, sino a medio planeta—, lo que hizo que aparcase todos mis proyectos hasta recuperar el ánimo de escribir. Incluso dejé el blog en pausa, pues me sentía absolutamente bloqueado, incapaz de escribir un par de líneas, pegado a los informativos y a las noticias que leía a diario en la prensa online.

A finales de 2020 retomé la actividad en el blog. Eso me mantuvo alejado de la novela, lo que me vino genial para distanciarme del texto, ya que suele ocurrir que cuando has leído muchas veces el mismo texto tu mente lee en “modo automático”, como cuando memorizas un texto, y corres el riesgo de dejar pasar ciertos errores por la sencilla razón de que no los ves.

No sería hasta el verano de 2021 en que volví a retomar la novela. A mediados de septiembre la novela había sufrido diferentes mutaciones desde el manuscrito inicial; había cambiado el orden de algunos capítulos, añadido capítulos nuevos y nuevos personajes, pulido la mayoría de los diálogos, eliminado algunas redundancias; todo ello con intención de darle mayor fluidez y profundidad a la historia.

Como consecuencia, de las 159 páginas del primer borrador había pasado a 223, es decir, más de sesenta páginas de añadido, con lo que ahora había mucho más texto que volver a analizar y corregir.

Ahora mismo, mediados de noviembre, ni sé la de veces que he corregido el texto, aunque ya empiezo a vislumbrar el final del proceso. En cuanto dé por definitivo el actual borrador, le pediré a mi correctora que le vuelva a echar un vistazo, mientras yo me dedicaré a ir dando forma a la portada.

Porque esa es otra: la portada. Por primera vez tengo intención de utilizar una foto para este proyecto, en vez de un dibujo. Ya he hecho algunas pruebas, aunque aún no estoy satisfecho del todo. Sigo barajando distintas opciones y composiciones.

Luego, una vez lo tenga todo listo, será cuestión de subir el manuscrito a la plataforma de Amazon y pedir una copia de muestra a imprenta, a fin de, con el ejemplar físico en mi poder, asegurarme de que todo esté como debe estar y proceder al lanzamiento.

Si todo va bien me gustaría tenerlo todo listo de cara a las navidades de 2021, aunque, si por lo que fuese no tuviese más remedio que retrasar el lanzamiento, lo retrasaré. Si algo tengo claro es que jamás publicaré nada con lo que no esté satisfecho al 100%.

Sigo trabajando.

Saludos a todos y todas. Y todes.



miércoles, 10 de noviembre de 2021

ABSURDAMENTE EN EXCENTRYA

 

 

Como he venido contando en los últimos posts, los inicios en el blog fueron bastante difíciles, ya que, a pesar de subir hasta tres publicaciones en una misma semana, cuentos originales en su mayoría, eso no se reflejaba en las visitas. Cada vez que miraba el contador de visitas en el apartado de estadísticas me daban ganas de hacer mi mejor imitación de Vivien Leigh en el papel de Escarlata O'Hara y gritar a los cuatro vientos: «A Dios pongo por testigo que mi blog no pasará hambre».

Así que, decidido a cumplir mi palabra, a falta de lectores que echarse a la boca opté por alimentar a mi blog a base de bocadillos de chopped y galletitas saladas.

Obviamente mi blog acabó cogiendo unos kilos de más, razón por la que no tuve más remedio que ponerlo a dieta.

Eso, eso. Primero me cebas y luego me pones a correr y sudar como un cochino. Sádico, más que sádico —se quejaba el muy cabrito.

Tras mi ingreso en Google Plus, gracias al boca a boca, o boca y oreja; o mejor, a los ojos y teclados de blogueros y lectores de todo el mundo, las visitas subieron como el precio de la gasolina en la víspera de Semana Santa: un montón.

Al cumplirse un año de vida del blog, con una base sólida de lectores que no dejaba de crecer, concluí que ya iba siendo hora de dar el siguiente paso en mi carrera como “tío que escribe cosas”, consistente en editar el que sería mi primer libro de relatos. En él reuní una variada selección de cuentos, relatos y microrrelatos, desempolvé mis lápices de dibujo para ilustrar la portada y me instruí a conciencia en el manejo de Photoshop para el diseño exterior del artefacto, que llevaría por título ABSURDAMENTE. ANTOLOGÍA DEL ABSURDO Volumen 1.

Tras varios meses de arduo trabajo de selección, reescritura y maquetación, mi libro, al fin, salió a la venta el 18 de junio de 2015.

Teniendo en cuenta mi inexperiencia en el terreno de la promoción, sin el apoyo de una editorial detrás, y mis limitaciones en cuanto a difusión —por aquellos días sólo disponía de Facebook y Google Plus para promocionar mis escritos y mi blog—, el libro se vendió relativamente bien. Nunca agradeceré lo suficiente a todas aquellas personas que apostaron por un autor prácticamente desconocido —o sea, yo—, armado con un libro autoeditado bajo el brazo y toneladas de ilusión.

Un día, Jaume Vicent, uno de mis compañeros en la revista MOON MAGAZINE, al saber de la existencia de mi libro me ofreció un espacio en su blog para promocionarlo entre sus lectores.

Fruto de esa invitación escribí este artículo que vais a leer a continuación, y que, al no estar disponible en la actualidad, he decidido rescatar de mis archivos personales.

El post original se publicó en Excentrya el 28 de octubre 2015.


JAUME VICENT “EXCENTRYA”

Pedro Fabelo presenta:

ABSURDAMENTE Antología del absurdo Vol. I

 


Mi compañero en MOON MAGAZINE Jaume Vicent —un buen tipo el Jaume—, ha decidido cederme un hueco en su inestimable blog para que os hable de mi primer libro de relatos: ABSURDAMENTE Antología del absurdo Vol. I.

A mí personalmente el gesto de Jaume no sólo me ha parecido noble, sino hermoso en sí mismo. Desde que me lo propuso, estoy de un sensible que pa' qué. Ni Jane Austen en plena fiebre inspiradora.

Sí, ya sé. Siendo como soy el Gran Maestro Supremo debería mostrarme más frío y distante, y hasta altivo cual divo de las letras. Pero, ¿qué queréis? En el fondo me confieso un sentimental, de los que aún llora a moco tendido cada vez que lee Las cenizas de Ángela —por la historia en sí— o Cincuenta sombras de Greypor las chorradas que es capaz de escribir la E. L. James.

Siempre que un escritor publica un libro se ve irremediablemente abducido por el espíritu de Francisco Umbral. Desde ese momento, vaya adonde vaya, lo único que le apetece es «hablar de su jodido libro».

¿Y dónde dice que le duele? —te preguntará el enfermero de urgencias al presentarte ante él encogido de dolor.

En el pecho. Un fuerte dolor. Creo que es un infarto. Por cierto, ¿le he dicho ya que acabo de publicar un libro? Sí, verá, se llama ABSURDAMENTE Antología del absurdo Vol. I, y está disponible en las tiendas Amazon, tanto en papel como en digital.

Sí amigos, un escritor que acaba de publicar un libro es un tipo a evitar. Claro que, al menos en mi caso, al no controlar demasiado Twitter —aún hoy, seis años más tarde, sigo sin controlarlo—, me evito bombardear al personal con tweets tan ingeniosos y ocurrentes del tipo: «Hola. Soy X. Compra mi libro», o «Mi maravilloso libro ya está a la venta. ¿A qué estás esperando para comprar un ejemplar?», o mi favorito: «Si compras mi libro fliparás en colores, y no como cuando compras uno de esos bestsellers del momento que sólo lo flipas en blanco y negro».

Como he dicho, no controlo mucho Twitter. Abrí una cuenta hace unas pocas semanas y aún ando pillándole el rollo. Pero lo que sí tengo son cuentas en Facebook y Google Plus —ains—.

Aunque apenas las uso para promocionar mi libro. No me gusta dar la brasa. Y tampoco que me la den a mí. Así que imaginad la alegría que me llevé cuando mi colega Jaume me invitó expresamente a que hablase de mi libro en su blog. «¡Qué bien, qué bien, hoy promocionamos con el Vicent!» —cantaba por los rincones de mi casa como si formase parte del anuncio de una conocida marca de atún en aceite.

Decía Frank Zappa que básicamente «el arte consiste en crear algo de la nada y venderlo». Qué cachondo el tío Frank. Adoro a este tío.

Cuando a un autor se le invita a que hable de su libro corre el riesgo de resultar demasiado entusiasta y, por extensión, poco creíble. Al fin y al cabo de lo que se trata aquí es de “vender” tu producto. Y, llegado el momento, resulta de lo más humano caer en la exageración. Que si «es mi mejor trabajo publicado hasta el momento», «se nota a la legua la experiencia acumulada con mis obras anteriores», «sin duda este libro demuestra que he llegado a mi madurez artística y creativa», e incluso «este libro es la hostia, colega. Hablo en serio. Si no lo lees no sabes lo que te estás perdiendo, chaval».

Así que, decidido a alejarme lo más posible del estereotipo del escritor-demasiado-entusiasta-y-por-extensión-poco-creíble, he resuelto ceder la palabra al verdadero protagonista de esta historia: mi libro.

Adelante, libro. Todo tuyo.


HABLA MI LIBRO: ABSURDAMENTE Antología del absurdo Vol. I


Gracias, Gran Maestro Supremo.

Hola a todos. Mi nombre es ABSURDAMENTE. Antología del absurdo Volumen I. Lo de Volumen I viene a cuento —nunca mejor dicho—, porque en algún momento de los próximos meses espero la llegada de un hermanito o hermanita que actualmente está en fase de corrección y maquetación.

Apenas tengo un par de meses de vida, aunque en una vida anterior formé parte de un blog del mismo autor, es decir, de Pedro Fabelo alias Gran Maestro Supremo.

Pedro, o Gran Maestro Supremo, es escritor, y lleva algo así como 20 años escribiendo cosas. Hasta el momento ha escrito un montón de cuentos cortos y relatos, varias novelas —aún inéditas. Pero ya veréis ya; cuando salgan a la luz lo vais a flipar. ¡Y en color!—, un par de guiones para cortometrajes y dos obras de teatro. Ah, y no sabe regatear. Siempre que lo intenta le sale como el culo. Es un negado de narices.

Pero dejemos de hablar de Pedro, Gran Maestro Supremo o lo que sea.

Mejor hablemos de mí.

Yo soy su primer libro publicado. Aunque, como ya he dejado entrever anteriormente, me consta que entre los planes de futuro de mi creador se encuentran la publicación de al menos dos volúmenes más con lo mejor de su producción.

Como ya os avancé, apenas tengo un par de meses de vida. Tengo 145 páginas y mucha vida en mi interior. O más bien, muchas historias en mi interior. La mayoría de esas historias son muy divertidas, como esa en la que salen Tarzán y Jane, o esa otra en la que Pedro le da una vuelta de tuerca al cuento infantil de Rumpelstikin. ¡Y menuda vuelta de tuerca! Te vas a enamorar de ese enano del demonio. O como a él le gusta que se dirijan: «persona de talla baja», por aquello de la corrección política.

También hay un relato enteramente dedicado a los peligros del amor cibernético, y otro que nos descubre quiénes se esconden realmente tras las redes sociales tipo Facebook, Twitter o WhatsApp.

Pero, sin duda, uno de mis favoritos es aquel en el que el autor narra el día en que acudió a la consulta de su doctora en un momento especialmente bajo de su vida y ésta le recetó unos comprimidos de Humor Absurdo. Ése es genial. Palabra. Y mira que yo de palabras sé un rato. Bueno, de palabras, de frases, de párrafos, y hasta de signos de puntuación. Pero eso es punto y aparte —¿qué os decía? ¿Veis cómo controlo el tema de la puntuación? ¿Eh?, ¿eh?—.

Mis colegas dicen de mí que soy un cachondo. Y un libro de lo más original y divertido. Pero claro, comparado con esos ladrillos de Thomas Pynchon o David Foster Wallace es normal que digan eso de mí.

¿Qué más puedo decir? Ah, sí. La portada también es obra de Pedro, o Gran Maestro Supremo, o El Peter, que es como suele firmar sus dibujos —joder, éste tío tiene más alias que un carterista—.

Por cierto, antes de que lo olvide, el libro —o sea, yo mismo con mi mecanismo—, consto de un total de 28 piezas entre cuentos, relatos y hasta de varios microrrelatos. También incluye una especie de prólogo bajo el epígrafe Introducción a la obra.

La corrección y maquetación corrió a cargo del susodicho, o sea, de Pedro, Gran Maestro Supremo, El Peter o como demonios quiera llamarse. Y no lo hizo por una cuestión de ego o de autosuficiencia, sino por una cuestión económica. Resulta que este menda es más pobre que las ratas. De hecho, en su casa tiene viviendo a una rata que tiene más pasta que él. Fijaos si es pobre el chaval. Un escritor de los de toda la vida, vamos. El típico romántico que prefiere morirse de hambre antes que renunciar a su «arte».

La verdad, no sé qué más decir para animaros a que os hagáis con un ejemplar.

Ah, sí. No salgo demasiado caro en comparación con otros libros similares. 9 euros el libro en papel y 2,69 euros la versión digital. Vamos, un chollo.

Lo podéis pillar en las tiendas Amazon pinchando aquí.


Por cierto, si aún tenéis alguna duda, en Amazon podéis leer un avance gratuito de varias páginas (tres capítulos enteros completamente gratis).

Pues eso. Haceos con un ejemplar. No os arrepentiréis.

Aaaaaaadiós.


P.D.: A propósito, lo de Gran Maestro Supremo era una coña que nos traíamos Jaume y yo. Solíamos ponernos motes absurdos para dirigirnos entre nosotros. Aclarado queda.


miércoles, 3 de noviembre de 2021

EN REALIDAD, YO NO QUERÍA TENER UN BLOG (Parte 3 y final)

 

 

Para leer parte 1 pincha aquí.

Para leer parte 2 pincha aquí.


¿Google Plus? ¿Qué es eso? —pregunté.

Se trata de una plataforma para blogs y webs ideada por Google —respondió la amiga de mi amigo—. Allí existen lo que se llaman “comunidades”, donde gente con intereses similares publica e interactúa. Te recomiendo que le eches un vistazo y pruebes a ver qué tal.

Y lo hice. Y como todo lo nuevo, al principio me costó entender de qué iba el rollo. Había tanto que asimilar que necesité varios días para empaparme de todo aquello.

Cuando lo tuve todo claro, me abrí un perfil en Google+ y empecé a moverme por las distintas comunidades de escritores, lectores y blogueros que más me llamaron la atención, o que consideraba que se adecuaban a mis intereses —por ejemplo, si había una comunidad que iba sobre videojuegos, o pelis de terror, o poesía, automáticamente quedaba descartada, ya que no tenía nada que ver conmigo—.

Una vez empecé a publicar en las comunidades, la cosa despegó como un cohete. A las pocas semanas ya tenía más de un centenar de seguidores, y las visitas y comentarios al blog se fueron incrementando de manera significativa. Incluso recibía invitaciones para unirme a determinadas comunidades, lo cual me hacía sentir que, por fin, iba en la dirección correcta.

En Google Plus conocí a un montón de gente fantástica, con la que interactuaba y compartía información y conocimientos, además de intercambiar visitas y comentarios a nuestros respectivos blogs, pues la mayoría tenían blogs propios.

Recuerdo con cariño a mucha gente que conocí en esa época, entre 2014 y 2015, como Alejandra Sanders, Analía Rodríguez, Benjamín J. Green, Conxita Casamitjana, Erika Martín, Eva Mercader, Fernando Mora, Frank Spoiler, Javier García, José Ayllón, Lucía Sugar, Natalia Escritorista, Ramón Escolano, Julia C. Cambil, María Peláez, Campanilla Feroz, Francisco Moroz, Paola Panzieri, Josep Mª Panadés, Chari BR7, Perla Gómez, Alicia González, Marijose Luque Fernández, Felipe Rodríguez, Irene F. Garza, Soledad Gutiérrez, María Paz “Fer”, Edgar K. Yera, Luís Mariano Gómez Pascual, Jotapé, Soraya “Sotriva”, Clara Serrano, y un largo etcétera.

Con algunos la relación fue un paso más allá, e intercambiábamos correos y mensajes al margen del blog.

A muchos de ellos les perdí la pista, bien porque abandonaron el mundo bloguero o debido a la triste desaparición de la plataforma Google Plus. Con unos pocos aún mantengo contacto, pues nos seguimos en otras redes sociales como Twitter o Facebook.

El cierre de Google Plus fue un duro golpe para muchos de nosotros. En mi caso particular, pasé de tener casi novecientos seguidores a quedarme con una treintena de incondicionales, que aún siguen dejándose caer por el blog. Eso, unido a los diversos paréntesis en mis publicaciones a los que he tenido que hacer frente en los últimos años, debido principalmente a problemas de salud, crisis personales y creativas, etc., ha mermado considerablemente las visitas a mi blog.

No obstante, a pesar de todas las vicisitudes a las que he tenido que hacer frente en estos siete años y medio de experiencia bloguera, no me arrepiento de haber tomado aquella decisión de crear mi propio espacio en Internet, allá por 2014. Gracias al blog he dado a conocer mis creaciones, he podido publicar tres libros de relatos, los cuales, a pesar de mis pobres intentos de promoción, han logrado venderse razonablemente bien; también he conocido y tratado con gente estupenda de espíritu afín al mío, y con algunas aún sigo manteniendo el contacto; he intercambiado experiencias con gentes de otros países y culturas, y hasta conseguí que la directora de una revista digital me fichase por un tiempo para su proyecto.

¿Qué nos deparará el futuro? Nadie lo sabe. Lo que si sé es que, siga o no con el blog, yo seguiré escribiendo, creando historias y personajes de la nada, volcando en mis escritos todo el absurdo, la crítica y el humor que llevo dentro, pues un escritor, o, en mi caso, alguien que escribe cosas, no deja nunca de escribir, tenga intención de publicar o no.

Gracias por estar ahí.