martes, 11 de diciembre de 2018

ENHORABUENA, TÍO



Vaya, así que al fin has publicado tu tercer libro de relatos, ¿eh?
¡Blog! Así es. Ya ha salido, al fin.
¿Y cuándo se supone que ibas a decírmelo? Porque, que yo sepa, no he recibido ninguna notificación al respecto. De hecho, llevo días mirando la bandeja de entrada del correo, por si se me hubiese pasado algún correo tuyo, y no, no he visto nada. Es más, me he tenido que enterar por el correo de uno de tus lectores en el que te daba la enhorabuena.
¿Lees mis correos?
¡Claro que los leo!
¿Y lo dices así, con toda la desfachatez del mundo?
Tranquilízate, chaval, no te vaya a dar un tabardillo. La dirección de correo está asociada al blog. No sé porqué no habría de revisar todo lo que entre por esa vía.
Déjame que te lo explique. Cuando en un correo se dirigen a una persona en concreto, en este caso a mí, automáticamente deja de ser algo corporativo para convertirse en algo personal. Y te recuerdo que violar la correspondencia es un delito.
¿Violar la correspondencia? ¿Qué te piensas, que me abalanzo sobre tus correos cual pervertido y practico sexo con ellos?
Es una forma de hablar.