martes, 1 de noviembre de 2022

TODO SOBRE MI NOVELA

 

Imagen de mi nuevo libro (portada y contraportada con sinopsis y biografía del autor; o sea, yo)


Hace un par de semanas anunciaba a bombo y platillo —de hecho, aún me pitan los oídos del follón que armé. Yo, que he asistido a conciertos de rock desde que era pibe, ahora me siento incapaz de soportar una mísera batucada casera. ¡Qué triste resulta hacerse mayor! Mecachis—.

Pues eso, que un par de semanas atrás anunciaba en este mismo blog y en mis redes sociales la salida al mercado de mi nuevo artefacto literario: mi primera incursión en el terreno de la novela.

Así pues, ampliaré detalles en torno a este nuevo proyecto del que me siento muy ilusionado. Empezaré por los precios:

El libro en formato físico tiene un precio de 11,00 euros. Puedes comprarlo aquí.

El libro en formato digital tiene un precio de 3,15 euros. Puedes comprarlo aquí.

Como podréis observar, existe un pequeño incremento en el precio con respecto a mis libros anteriores. Esto se debe a dos factores principalmente; y ninguno de ellos tiene que ver con hacerme asquerosamente rico, os lo aseguro.

El primer factor tiene que ver con la calidad del papel. Para esta ocasión he optado por decantarme por un papel en tono crema, algo más caro que el papel blanco. Y el segundo factor viene motivado por la extensión del libro en sí. Si bien mis tres libros anteriores tenían una extensión de entre 150 y 160 páginas, esta vez la cosa se me ha ido hasta las 222 páginas.

Y ahora, como diría el inefable Francisco Umbral, “hablemos de mi libro”.

Tras un tortuoso periplo de cuatro largos años, crisis económica, crisis del Covid-19, crisis energética, y crisis what crisis de Supertramp mediante, he de confesar que éste ha sido, de todos mis libros publicados hasta el momento, el que más me ha costado sacar adelante. Sin duda.

Las razones del complicado proceso de gestación que hay detrás han sido muchas y muy variadas, las cuales intentaré explicar en las líneas que siguen.

Para empezar diré, aunque suene a perogrullo, que no es lo mismo escribir un cuento corto o un relato que una novela. Quien haya transitado por ambos géneros en calidad de autor lo sabe.

No es lo mismo contar una historia o desarrollar una trama o unos personajes ciñéndonos a unas pocas cuartillas que alargar esa misma historia y desarrollo a lo largo de cien o más páginas. Cuanto más alargues la historia mucho más difícil resultará mantener el interés del lector en aquello que quieres contar. Para ello debes emplear técnicas diferentes.

En un relato, con un par de pinceladas es más que suficiente para crear una determinada atmósfera y que la historia se sostenga. Eso mismo aplicado a una novela es algo más complejo, pues debes profundizar más en la trama, definir mejor a los personajes, llenar los huecos que, en un relato, puedes dejar vacíos sin que eso desvirtúe el relato. En definitiva, debes trabajar más la historia y los personajes en todos sus aspectos.

Por suerte para mí esta experiencia ha sido menos traumática de lo que cabría esperar, pues el grueso de la historia la escribí hace algunos años, y desde entonces permaneció metida en un cajón en un estado embrionario. Así que, una vez tomada la decisión de embarcarme en este proyecto, sólo tuve que revisar mis apuntes, efectuar diversos ajustes en la trama, crear algunos personajes nuevos y completar lo que hasta entonces permanecía inconcluso. Eso me llevó algunos meses de intenso trabajo, al que me sometí con espartana disciplina.

 

 

Una vez acabado el primer borrador decidí contar, por primera vez en mi carrera, con la ayuda de una lectora cero y correctora. Esa labor recayó en mi buena amiga Soledad Gutiérrez, a la que muchos conoceréis por su blog Pampiroladas.

Soledad y yo mantenemos una relación de amistad desde hace algunos años, y cuando me informó que se había hecho un curso de correctora de textos decidí contar con su experiencia para sacar adelante este proyecto.

Gracias a sus consejos, la trama y los personajes sufrieron algunos cambios sustanciales con respecto a la idea original. Su guía me empujó a ensanchar mis límites, a ir un paso más allá y mejorar la historia que quería contar. Al final, de las 150 páginas iniciales la novela “engordó” hasta las 250, a lo que siguió una poda, y luego otra y otra más. Porque escribir una novela se convierte en un avance y retroceso constante, en un proceso de expansión y contricción. En cierto sentido me recuerda a la letra de la famosa canción de Ricky Martin: “un pasito p'alante María, un pasito p'atrás”.

Es fascinante, y agotador. Sobre todo si no quieres decepcionar a nadie, empezando por ti mismo. Para eso debes ser el crítico más despiadado con tu propio trabajo, pues sólo así lograrás editar algo de lo que te sientas verdaderamente orgulloso.

No os negaré que el hecho de verte obligado a eliminar partes de lo que tanto esfuerzo te ha costado crear es casi tan doloroso como darte un leñazo en el dedo meñique del pie con algún mueble al caminar a oscuras de madrugada. Y esto lo sé porque este último año he batido mi propio récord de leñazos en el dedo meñique del pie con muebles por andar a oscuras de madrugada. O sea, que no sólo me hago viejo, sino que, encima, me hago más torpe. Como diría el entrañable personaje del genial Forges: ¡Sssstupendo!

En el aspecto visual, este libro también presenta algunas diferencias notables con respecto a mis libros anteriores. Para empezar, por primera vez la portada no se corresponde a un dibujo de mi autoría, sino a una fotografía de Oltre Creative Agency bajada de Pixabay bajo licencia Creative Commons.

Me costó mucho encontrar una fotografía que ilustrase el espíritu de la novela. Me llevó meses rastrear la red en busca de algo que cubriese mis exigencias. No podéis haceros una idea de las opciones que deseché. Sin exagerar, llegué a acumular en una carpeta hasta sesenta fotografías de símbolos, calles, urbanizaciones, monumentos y lugares emblemáticos londinenses, pues mi novela transcurre en Londres. Hasta que un día, a punto de tirar la toalla, encontré al fin lo que buscaba. Luego sólo tuve que aplicar algunos ajustes —recortar la foto, aplicar un filtro de blanco y negro, ajustar los niveles de exposición—, y ¡voilá!, ya tenía la foto de mi portada.

En cuanto al interior, también he efectuado algunos cambios significativos con respecto a la trilogía Absurdamente. Por ejemplo, la tipografía. Por primera vez, he sustituido la tipografía Times New Roman por la Class Garamond. Y no es porque la Times tuviese nada de malo, sino que, simplemente, me apetecía cambiar. De paso, también me ha servido para remarcar la sutil diferencia entre mis libros de relatos y mi primera incursión en el terreno de la novela. El resultado, francamente, ha superado mis expectativas. Cuando recibí en casa el ejemplar de prueba que pedí, quedé gratamente sorprendido con el resultado.

Foto del interior del libro

Algo que tuve bastante claro desde el principio fue el hecho de adjudicar a cada capítulo de mi novela el título de una canción de rock determinada. Para ello, sólo tenía una condición: que la letra de la canción escogida guardase relación con el contenido del capítulo en cuestión. Eso supuso todo un reto para mí, ya que tuve que escoger entre cientos de canciones de mi colección de discos aquella que se adecuase a lo que quería contar. En total barajé en torno a las cien canciones, hasta acabar reduciendo la lista a las treinta y cinco que finalmente conforman la novela.

Supongo que muchos de los que hayan leído alguno de mis libros anteriores, o los relatos que en su día solía subir al blog, se preguntarán por el estilo desplegado en este nuevo proyecto. Recientemente, una lectora habitual de mi blog, y compradora de mis tres libros publicados hasta el momento, me preguntaba en redes si había humor en este nuevo libro. Pues sí, lo hay, aunque se trata de un humor distinto, menos absurdo y caótico, y más crítico, irónico y sarcástico. Ya sabéis quienes me leéis de hace tiempo de mi pasión por el humor típicamente británico. Autores como Tom Sharpe, P.G. Wodehouse, Nick Hornby, David Lodge o Alan Bennett forman parte de mi universo lector. A ellos hay que añadir autores estadounidenses de la talla de Woody Allen, Groucho Marx o John Kennedy Toole. A todos ellos le debo parte de mi estilo como autor.

Pero, además de un humor típicamente británico, ¿qué otras cosas podremos encontrar en tu novela? Para empezar, una historia. O la historia de varios personajes que acaban encontrándose en un momento determinado de sus vidas y que, al hacerlo, se cambian la vida los unos a los otros de una manera que jamás pensaron que podría cambiar.

Para que os hagáis una idea del punto de partida de la novela, a continuación os amplío la reseña incluida en la contraportada del libro:


Henry Stockleigh es un rockero británico cincuentón de la vieja escuela. Enamorado de la década de los setenta, y totalmente decidido a retener la esencia de esos años hasta el fin de sus días, el 31 de diciembre de 1979 tomó la firme decisión de encerrarse en su casa y no volver a salir de ella nunca más. Han pasado treinta años desde entones y Henry aún sigue sin pisar la calle. Pero una inesperada e inquietante visita amenaza con dinamitarlo todo y echar por tierra su plan.

Una divertida novela donde tienen un especial protagonismo el humor, el amor, la amistad y la pasión por la música rock de los 60 y 70. Y Coñazoman, por supuesto.



Y hasta aquí puedo leer —como en las viejas tarjetitas del Un, Dos, Tres—, no vaya a ser que destripe la novela y me haga spoiler a mí mismo. Ya he dejado claro que con los años me he hecho viejo y torpe, pero no gilipollas. O eso creo.

Como avanzaba en mi post de la semana pasada, a continuación os dejo un enlace a un adelanto gratuito que podéis leer tantas veces como queráis, y decidir si os merece la pena adquirir un ejemplar de esta nueva aventura literaria o pasar de él del mismo modo en que los premios literarios pasan de mí: con absoluta indiferencia.

Para leer un adelanto gratuito PINCHA AQUÍ.


Por último, sólo me queda daros las gracias por vuestra atención, independientemente de si habéis comprado alguno de mis libros o no, o de si tenéis intención de comprar o no.

Nadie puede tener la certeza de que este libro se vaya a vender más o se vaya a vender menos. En el éxito de un libro intervienen muchos factores, y no todos dependen de mí. Por supuesto que me gustaría vender un montón de copias, y poder ganarme la vida con ello. Pero, viendo lo difícil que resulta que algo así acabe ocurriendo, me conformo con que quien decida leer alguno de mis libros se lo pase bien y disfrute haciéndolo, y que eso me empuje a seguir escribiendo historias que me hagan disfrutar como escritor y como lector, pues no debéis olvidar nunca que yo también soy lector, y si lo que escribo no me gusta seré el primero en darle al botón de “borrar”.

En cualquier caso, gracias por estar ahí. Os lo agradezco.

Y, como ya es tradición, si me haces llegar una foto con alguno de mis libros, la colgaré gustoso en la Galería de Amigos y Lectores del blog, que ya lleva tiempo sin recibir nuevos huéspedes.

Un abrazo.

 

 

6 comentarios:

  1. Hola, Pedro. En primer lugar decirte que no había reparado en este nuevo post, pues es la primera vez que gmail no me lo anuncia.
    Que la tarea de escribir una novela es ardua no tengo ni la más mínima duda, de ahí que no me haya atrevido con este género. Hace años empecé a escribir una y me quedé en los tres primeros capítulos. Hay que planificarla muy bien y tener muy claro el argumento que vas a desarrollar y, por supuesto, los personajes. Por eso yo me he quedado anclado en el relato, muchísmo más beve y conciso. Quizá sea un fiel reflejo de mi carácter: ir al grano sin rodeos, je, je. No quiero con ello insinuar que tu novela (que, por cierto, todavía no he podido empezar a leer) tenga paja, pues conozco tu forma de escribir y la paja para el campo.
    Me alegro un monton que por fin hayas hecho realidad una ilusión, pues hace tiempo que hablas de publicar uan novela, pero no acababa de salir a la luz. Y ahora ya es un hecho. Entiendo que te sientas feliz y orgulloso, no es para menos.
    Cuand tuve la novela en mis manos y la hojeé, me llamó la atención que los títulos de cada capítulo hicieran alusiñon a un tema musical, la gran mayoría de los cuales me resultan muy conocidos.
    Y, por supuesto, te enviaré una imagen de tu libro en mis manos, para que así puedas dar fe de

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    1. Saludos, Josep.
      Lo de gmail y facebook empieza a ser preocupante. Recientemente le contestaba a una prima mía un mensaje que me había dejado un par de semanas atrás, cuyo aviso no me llegó en su momento y supe de él por pura casualidad. Del mismo modo, de un tiempo a esta parte han dejado de llegarme notificaciones de algunas entradas a blogs, publicaciones o mensajes, lo cual hace que me entere de ciertas cosas con bastante retraso, e, incluso, en ocasiones, no me entere nunca. La explicación a todo esto está en la rentabilidad. Todas estas plataformas exigen que apoquines pasta si quieres llegar a todo el mundo, o si quieres que todos los servicios que ofrecen sean a full. De lo contrario, reducen tu impacto al mínimo, y te aislan sin tú saberlo. Si a eso añadimos nuestra poca presencia en redes -al menos en mi caso-, el no entrar al trapo en tweets o hilos polémicos, no estar permanentemente conectado, no publicar cualquier cosa todos los días -sinceramente, no sé de dónde saca tanto tiempo la peña, porque a mí no me da la vida-, etc, la cosa se está poniendo francamente difícil para los que no vivimos por y para esto. Que aún me lean ya es un milagro. Que comenten, doble milagro. Y que se interesen por mis libros, triple milagro. Y claro, siendo ateo, para milagros estoy yo. Encima llevo días leyendo noticias sobre la compra de Twitter por parte de ese multimillonario excéntrico, que planea cobrar una tasa por mantener una cuenta en Twitter. Entonces sí que tendré que decir basta. No estoy dispuesto a pagar para que me lean.
      (Sigo en otra respuesta...)

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  2. Se me escapó.
    ... que llegó sano y salvo a su destino.
    Un abrazo y que tu novela te depare un gran éxito de lectores.

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    1. Como digo en el post, escribir novela es muy diferente a escribir relato o poesía. Cada estilo narrativo tiene sus reglas, y has de someterte a ellas si quieres salir airoso de la experiencia. Yo espero haberlo conseguido.
      Lo de nombrar cada capítulo con el título de una canción era algo que tuve claro casi desde el principio. El problema estaba en encontar la canción cuya letra mejor se adaptase a lo que quería contar en cada capítulo. Fue un trabajo arduo y complicado, pero muy gratificante cuando al fin daba con la canción perfecta. Me siento muy satisfecho con el resultado.
      En la novela he procurado tratar muchos temas, ahondar en el carácter de los personajes, muy diferentes entre sí y, al mismo tiempo, complementarios. Todo ello empleando un estilo ágil y entretenido. En ese sentido me siento mucho más identificado con la literatura anglosajona que con la española o latina. Uno de mis referentes es Bukowski, cuyos textos parecen cortados a navaja. Otro de mis rasgos característicos es el humor en todas sus vertientes. Desde la crítica social a la observación jocosa de aspectos cotidianos, incluso a la exposición de nuestra torpeza como seres imperfectos que somos. Me gusta divertirme y divertir, y no sermonear o reprender. Para eso ya están esos otros escritores mucho más serios (y aburridos), que son los que ganan los premios literarios importantes. Un tipo como Groucho Marx jamás ganaría un Nobel, un Booker o un Pulitzer. "Gracias a Dios", diría él. Y yo estaría de acuerdo. ; )
      Gracias por tus deseos de éxito. Independientemente del número de ejemplares que consiga vender, para mí el verdadero éxito consistirá en recibir vuestras impresiones -en público o en privado- y que éstas sean positivas. Con que sólo me digáis que su lectura os ha hecho olvidar la mierda de realidad que nos rodea y que os ha hecho pasar buenos ratos de evasión, para mí será el mejor premio de todos.
      Un abrazo, amigo Josep.

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  3. Disculpa los errores tipográficos de la primera parte, pero como el texto se me escapó sin haberle dado a "publicar", no he tenido ocasión de revisarlo.

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    1. Tranquilo, Josep. Llevo leyéndote desde hace muchos años, y sé de tu pulcritud y tu cuidadoso uso del lenguaje. Los pequeños errores que se nos cuelan -a mí también me pasa- son como pequeños recordatorios de que aún seguimos siendo humanos. Además, emulando al personaje de Rutger Hauer en la magnífica "Blade runner", te confieso que "he leído cosas en libros de grandes editoriales que jamás imaginarías". Y eso sí que tiene delito, pues esos textos pasan por un ejército de correctores y maquetadores más grande que el equipo de asesores de un ministro.
      Un abrazo.

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