miércoles, 9 de noviembre de 2022

MALDITA INFLACIÓN

 

A nadie se le escapa que la inflación está viviendo en los últimos tiempos unas subidas vertiginosas difícilmente asumibles para las rentas de nivel medio y bajo.

A las rentas altas no las nombro. Y no lo hago porque no sólo no les afecta la inflación, sino que, en la mayoría de los casos, les hace ganar más pasta de la que ya tienen.

¿Es injusto? Seguro que lo es. Pero así ha sido desde que el mundo es mundo, y así seguirá siendo hasta el fin de los días. Como diría alguien resignado a que nada cambie a mejor para los de abajo: «Es lo que hay, y San Joderse cayó en jueves».

Por cierto, esta frase de “San Joderse cayó en jueves” la llevo escuchando toda mi vida y aún no sé ni su origen ni su veracidad. Si alguien lo sabe, que lo diga ahora o calle para siempre.

El que la inflación suba hace que los precios suban. Y no sólo suben los precios de las cosas, también suben los precios de los servicios. Lo sé porque hace poco me vi obligado a cambiar la taza del váter, y no queráis saber lo que me costó comprar una taza nueva. Ni que fuera de oro, carajo. ¿Será por eso que lo llaman “trono”? Desde luego, no lo descarto. Ni al servicio puede ir uno tranquilo sin que le cueste un riñón.

Total, que todo sube excepto el poder adquisitivo de las clases más desfavorecidas, que no sólo no sube sino que baja a una velocidad de vértigo. Baja casi tanto como mi interés por todo lo relacionado con Rociíto y sus documentales de mierda sobre su familia. Por cierto, ¿hay alguien con quien esta niña se lleve bien? A este paso acabará retirándole el saludo hasta a su propia sombra. Aunque con esa cara de agria y esos aires de grandeza que se gasta, ¿quién querría ser amigo de semejante pieza?

La subida de precios afecta a todos los sectores. Incluso al sector de la creación. No queráis saber a cómo se ha puesto el kilo de creatividad en el último año y medio. ¡Ha subido una barbaridad! Normal que mis publicaciones hayan bajado el ritmo. A estos precios y con un blog sin monitorizar, mis pérdidas económicas no se sostienen.

Para que os hagáis una idea del momento actual, os diré que yo antes, con una inversión más o menos asumible a mi limitado bolsillo, podía pillar entre cien y ciento cincuenta gramos de creatividad, y con eso podía tirar unos cuantos meses. Hoy día eso es impensable. Por el precio que pagaba antes por cien gramos de creatividad hoy apenas me da para cuarenta o cuarenta y cinco gramos. Y encima, como la calidad hay que pagarla, te ves obligado a adquirir productos de calidad inferior, a fin de equilibrar la balanza y que tu bolsillo no se resienta.

Eso ha hecho que recurra a la creatividad de marca blanca; que sí, que está bien, pero que no puede competir ni de lejos con la creatividad de calidad extra o superior.

Además de recurrir a la marca blanca, también me he visto obligado a recurrir al chiste de segunda mano e, incluso, a mercados alternativos de chistes como el chino, que copian todo lo habido y por haber, empleando para ello materias primas más asequibles y mano de obra barata.

Eso sí, en este último caso la calidad se resiente, pues las copias, por muy buenas que luzcan, difícilmente pueden compararse a un original. Y si no que se lo digan a Miguel Bosé, que por más que lo ha intentado el pobre diablo jamás ha pasado de ser una mala copia de David Bowie. ¡Ni que lo hubiesen ensamblado en China!

Otro de los problemas de los mercados alternativos como el chino es que el producto que te llega a casa en ocasiones, la mayoría realmente, poco o nada tiene que ver con lo que se muestra en sus catálogos. Así, cuando pides un chiste, un argumento o un diálogo que en el catálogo se te muestra brillante, seductor o ingenioso, cuando abres la caja que te llega a casa por correo recibes con manifiesta decepción un chiste rancio y sin gracia, un argumento vulgar o un diálogo manido y sin gancho. Es como si lo hubiesen escrito David Broncano o Pablo Motos. Vamos, lo que se dice una mierda sin gracia.

En definitiva, si las cosas siguen por este camino, con esta escalada de precios del todo punto inasumible para un bolsillo como el mío, mucho me temo que no podré adquirir mejores chistes ni mejores argumentos para mis posts. Al menos hasta que el mercado se regule y los precios vuelvan a unos niveles precrisis.

(Nota: A propósito, la palabra “precrisis” se escribe así, sin guión ni espacio entre medias. Lo sé porque, antes de publicarla, hice la consulta en la web de la RAE, que, de momento, sigue estando disponible de manera totalmente gratuita para los usuarios de la red. Ya ven, con tanta crisis financiera y tanta inflación de las narices, se agradece el que aún haya algo “gratuito”, y legal. Y si bien aún no les he podido perdonar del todo la eliminación de la tilde en el “sólo” para distinguir el adverbio del adjetivo, no me duelen prendas al exclamar: ¡bien por la RAE! Una cosa no quita la otra).

En fin, como solía decir mi padre: ya vendrán tiempos mejores.

Eso espero.



2 comentarios:

  1. Hola, Pedro.
    Abundando en el tema de las notificaciones por Gmail, en esta ocasión he tenido conocimiento de esta entrada por twitter, donde la diste a conocer. Y gratis.
    En cuanto a la frase sobre San joderse, me he visto obligado a buscarla en Google, algo que supongo que ya hiciste tú, y no he logrado sacar nada en claro. Pues hay que joderse.
    Y ya entrando en materia, aunque hasta ahora nunca he mostrado signos de ser un conspiranoico o negacionista, en el caso del encarecimiento de todo, hasta de aquello que, al menos aparentemente, no tiene nada que ver con la falta de materias primas, en este caso sí estoy plenamente convencido de que estamos siendo víctimas de la codicia, mezquindad, egoísmo y de un anhelo desenfrenado de enriquecimiento por parte de quienes nos quieren hacer creer que se ven obligados a aumentar el precio de sus productos por la crisis energética, la guerra en Ucrania, o lo que sea que se les pase por su retorcida mente. Por supuesto que hay productos que, al escasear, aumentan su precio (algo que siempre he cuestionado), pero hay muchos intermediarios que hacen su agosto a lo largo de la cadena de suministro, hasta que la diferencia entre el coste de producción en origen y el precio de venta al público es abismal. Es deplorable que haya quien se enriquezca gracias a la crisis y a costa de los más desfavorecidos.
    Yo también tuve que poner a la venta mi última recopilación de relatos a un precio algo superior al de la publicación anterior, a pesar de tener menos páginas, porque tuve que invertir más dinero en su edición, algo que justifiqué a los posibles compradores. Claro que, en mi caso, no me puedo aprovechar de la necesidad que sienten de mis lectores por leer mis relatos, je, je.
    Y, por cierto, esos gramos de creatividad que dices que han tenido que adquirir a un precio desorbitado, ¿no serán en forma de bolsitas conteniendo un polvo blanco? Es que sé de alguien que lo compra y lo usa y me asegura que su creatividad funciona a las mil maravillas.
    Estoy convencido de que tu novela me va a satisfacer mucho, pues, aunque sea un género distinto al habitual en ti, conozco perfectamente tu forma de escribir, tu sentido del humor, la fina ironía que gastas, y tu gran sentido crítico de observación.
    Un abrazo.

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  2. Saludos, Josep.
    A mí cada vez me llegan menos avisos de publicaciones de blogs conocidos, y más avisos de blogs o publicaciones de gente que no conozco de nada. Supongo que eso es porque esos "desconocidos" pagan su cuota de promoción a la plataforma en cuestión (Facebook, Twitter). Yo no pago por dos razones principalmente: porque no recuperaría la inversión y porque no pienso pagar por trabajar.
    Lo de "San Joderse" lo llevo escuchando toda la vida, y jamás nadie me ha sabido explicar su origen. Tienes razón, lo busqué en San Internet y no encontré nada concluyente.
    La codicia de algunos para hacer su "Agosto" está haciendo que muchos se vean privados de productos y servicios básicos, lo cual me parece un crimen. Y los gobiernos, como siempre, mirando hacia otro lado, poniendo parches estúpidos (cheques gasolina) sin afrontar el problema de manera frontal y eficaz, no vaya a ser que quienes los mantienen en el poder se reboten y les quiten el sillón.
    A la hora de calcular el precio de cualquiera de mis libros he tenido muy presente al potencial comprador. Teniendo en cuenta los costes y los gastos de envío, procuro ajustar al máximo el precio, ya que no es mi intención hacerme rico con mis libros, sino difundir mi trabajo al máximo de personas posible, sin que ello me cueste dinero. De momento, todos mis libros están a un precio asequible, por debajo de la media de otras publicaciones de similares características. No me corresponde a mí afirmar si son baratos o caros, pues eso dependerá del grado de satisfacción del lector. Si alguien leyó y disfrutó lo que escribí, y podrá seguir leyendo y disfrutando tantas veces como quiera -yo tengo libros que he releído hasta ocho o nueve veces-, 9 u 11 euros le parecerá un buen precio; pero si alguien leyó y lo dejó a medias o no le pareció demasiado bueno, aunque se lo vendas por debajo del precio de coste le parecerá carísimo. Ojalá mis libros les resulten "baratos" a todos los que decidan acercarse a ellos.
    Amigo Josep, créeme si te digo que he trabajado hasta la extenuación por crear algo de lo que sentirme orgulloso por el resto de mis días. Ojalá no te decepcione, ni a ti ni a nadie. Y si no consigo emocionar o entretener, que al menos no sea por no haberme dejado el alma en cada página.
    Un abrazo, Josep. Y gracias, siempre.

    P.D.: Por cierto, yo también sé de escritores que usan de ciertas "sustancias" para escribir, como el difunto Fogwill o Burroughs, por no hablar de Dylan Thomas, Bukowski, Carver, etc. Me temo que yo soy mucho más aburrido que todos ellos, pues ni fumo ni bebo. Mi gasolina es el sentido del humor, mis ganas de incordiar y la música rock, que lleva acompañándome desde que era un adolescente. Lo juro por Groucho. : )

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