Cartel original de la serie |
En el tercer capítulo de la
primera temporada de MASTER OF
NONE, el cuarteto de amigos liderados por Dev (Aziz
Ansari) permanece sentado frente al televisor dispuesto a disfrutar
de la primera temporada de SHERLOCK,
la prestigiosa serie de la BBC
protagonizada por Benedict Cumberbatch y Martin Freeman.
En
un momento dado, uno de los miembros del grupo le confiesa al
resto: «Estamos viviendo la edad de oro
de la televisión».
Comparto su opinión.
MASTER
OF NONE ha sido uno de mis
grandes descubrimientos en cuestión de series. La descubrí por
casualidad, en uno de esos días en que, para matar el aburrimiento,
curioseas por la web en busca de algo interesante que echarte a la
mente.
Leí un artículo, poca cosa
realmente, pero lo que leí me llamó tanto la atención que me
empujó a dar el siguiente paso: ver la serie.
La
serie —producida por Netflix—,
ha sido escrita por el propio Ansari y su amigo, el también actor y
guionista, Alan Yang. Ambos actores basan muchas de las tramas
desplegadas a lo largo de la serie en sus propias experiencias como
hijos de inmigrantes en una norteamérica multiétnica y
multicultural.
Ansari, que además de
co-creador de la serie se reserva el papel protagonista, interpreta a
Dev Shav, un actor de origen hindú que intenta labrarse una carrera
artística en la gran selva interpretativa de Nueva York.
El grupo de amigos de Dev lo
completan Arnold (Eric Wareheim), Brian (Kelvin Yu) y Denise (Lena
Waithe), a los que en determinados momentos de ambas temporadas se
les irán sumando algunos personajes recurrentes como Rachel (Noël
Wells), una de las primeras parejas románticas de Dev, y Francesca
(Alessandra Mastronardi).
A lo largo de la serie
podemos ver desfilar a importantes actores de la talla de Bobby
Cannavale, Angela Bassett, Claire Danes y Noah Emmerich (imperdible
el capítulo protagonizado por Danes y Emmerich en el que interpretan
a un matrimonio inmerso en una profunda crisis de pareja y en el que
acaba involucrado el pobre Dev. Su desenlace es de lo más absurdo y
cómico).
Ya
desde el primer capítulo de la serie noté que había dado con algo
excepcional. Y es que MASTER OF
NONE es algo más que una
serie cómica, es puro cine.
Para empezar, la fotografía
es realmente magnífica y la forma que tienen Ansiz y Yang de tratar
los distintos temas que desfilan a lo largo de las dos temporadas me
recordaron en muchos momentos al mejor Woody Allen. De hecho, los
temas tratados en la serie no son muy diferentes de los tratados por
el célebre director neoyorquino a lo largo de su prolífica y exitosa carrera: la religión, las relaciones de pareja, la amistad,
el respeto a las tradiciones, el conflicto intergeneracional, etc.
A estos temas hay que sumar
otros de cosecha propia, como la cuestión racial, el trato a las
minorías, el acoso laboral, la homosexualidad y la comida; sobre
todo la comida
Y es que en esta serie hay
toneladas de comida, ya que Dev, su protagonista, es un amante de la
buena mesa. No en vano, muchas de las tramas de la serie giran en
torno a la pasión gastronómica de Dev. Incluso en un capítulo en
concreto de la segunda temporada no duda en mostrar su pasión por
las típicas tapas españolas. ¡Bravo por Dev!
Junto a Dev (Ansari) el otro
personaje que mayor fascinación ha provocado en mí ha sido Arnold,
uno de sus mejores amigos, interpretado por el genial Eric Wareheim.
He de decir que no conocía
a Wareheim de antes, pero su magistral interpretación de Arnold ha
sido bajo mi punto de vista uno de los grandes aciertos de la serie.
Arnold
es un gigantón de algo más de dos metros de altura que es todo
corazón y buen rollo, un tío con una visión de la vida un tanto
infantil y despreocupada, que se bebe la vida a sorbos y para el que
todo es juego y diversión, y, si no es divertido, sencillamente
queda descartado.
Memorables son los diálogos
que mantienen Dev y Arnold a lo largo de la serie, como memorable es
el apodo que Arnold utiliza para dirigirse a su pequeño amigo:
«Capi».
Dev y Arnold comparten
idéntica pasión por el buen comer, la diversión y la atracción
por el sexo opuesto, hasta el punto de que Arnold no duda en
prestarse a su amigo como «sparring sentimental» ante una inminente
cita de Dev con su amiga italiana.
Arnold y Dev, una entrañable pareja de amigos |
Una de las curiosidades de
la serie —y que he descubierto hace bien poco gracias a una
entrevista concedida por Ansari al periódico El País— es
que los actores que interpretan en la serie a los padres de Dev son
los auténticos padres de Ansari.
Entrañables son las escenas
en las que aparece el padre de Dev a lo largo de la serie: un
cirujano de origen hindú que emigró a los Estados Unidos recién
licenciado en medicina. Sus chistes malos y sus constantes salidas de
tono son algo realmente encantador.
La segunda temporada de
MASTER OF NONE comienza donde acabó la primera: con Dev
viviendo su sueño de aprender a hacer pasta en el pequeño y
encantador pueblecito transalpino de Módena, al norte de Italia.
Allí conoce a Francesca,
una guapa italiana de la que se enamorará perdidamente y sobre la
que recaerá buena parte del peso argumental de la segunda temporada
de la serie, ofreciéndonos algunos de los momentos más intensos de
la serie.
El episodio de apertura de
la segunda temporada está grabado en blanco y negro, en un claro
homenaje al cine italiano de los cincuenta y sesenta.
En este sentido hay que
apuntar que las referencias al cine a lo largo de la serie son
incontables, tanto en la primera como en la segunda temporada,
siendo, a mi juicio, el Allen más neoyorquino el más imitado.
La serie es tan buena que me
resulta difícil destacar algún episodio por encima del resto, ya
que el nivel exhibido en las dos temporadas es altísimo. Sin
embargo, sí me gustaría hacer una mención especial al episodio New
York, I love you, de la segunda temporada, por
lo osado y original de su propuesta.
El citado episodio lo
componen una serie de historias y personajes al margen del reparto
habitual, todos ellos con un sutil nexo que los une de manera
magistral.
Comienza mostrándonos el
día a día de Eddie, un conserje en un edificio de alto standing
que, por su posición, se ve empujado a aceptar toda suerte de
encargos a cual más absurdo, como el de encubrir una infidelidad a
uno de los inquilinos del edificio o administrar una medicación a
uno de los pájaros de otra de las inquilinas del inmueble.
La segunda historia nos
muestra a Maya, una empleada sorda que trabaja en una tienda de
barrio. El gran acierto de este tramo del episodio es que los
creadores de la serie optaron por cortar el sonido por completo
haciendo que el espectador consiga meterse en la piel de la
protagonista y su entorno. Así, durante unos minutos no oímos
absolutamente nada y todo lo que acontece en la pantalla nos llega a
través de un único sentido: la vista, bien sea a través de los
gestos de los protagonistas como de los subtítulos. Imperdible la
escena de Maya y su novio en el interior de unos grandes almacenes;
el diálogo que se establece entre ellos es de lo más cómico e
hilarante que he visto en mucho tiempo.
El último segmento se
centra en Samuel, un conductor de taxi de origen africano que
comparte apartamento con un grupo de inmigrantes, africanos como él,
en la ciudad de los rascacielos.
Lo extraordinario de este
episodio es la manera, valiente y arriesgada, que tienen Ansari y
Yang de mostrarnos los problemas del día a día de personajes poco
convencionales, de esos a los que rara vez se les da protagonismo en
la televisión, y que, a poco que indagues en sus vidas, enseguida te
das cuenta que no son tan diferentes a ti; que también ellos ríen,
lloran, aman y sienten como tú o como yo.
MASTER OF NONE es
algo más que una serie cómica. Trata temas de una tremenda carga
emocional, y lo hace de una manera muy elegante en todos los
sentidos, con humor pero sin hacer burla gratuita.
A lo largo de los veinte
episodios que conforman sus dos temporadas vemos cómo se abordan
temas tan complejos como el acoso laboral, el complejo mundo de las
citas a ciegas, el fracaso artístico, la competitividad, el
romper con las tradiciones procurando no traicionar tus orígenes, el
amor en todas sus vertientes, el sexo y el tomarse la vida como lo
que realmente es: un viaje maravilloso de incierto final que debemos
exprimir al máximo de nuestras posibilidades.
Si tuviese que ponerle nota
mi puntuación sería de diez. Sin dudarlo.
¡Allora!