Este era el aspecto de mi blog en 2014 |
Una de las cosas que más me echaba para atrás era el hecho de no tener ni la más remota idea de cómo montar un blog en Internet. Así que lo primero que hice fue seguir a varios blogs, que visitaba regularmente en mi tiempo libre.
Algunos eran de corte autobiográfico, salpicados de anécdotas y situaciones del día a día de su autor o autora; otros de corte más literario, donde se subían textos propios; incluso hubo varios que trataban de música, mi otra gran pasión. También vi alguno que era algo así como una especie de miscelánea, en la que su autor tan pronto hacía una crítica de una peli, como una crónica de un viaje o hacía un repaso a sus lecturas más recientes. De todos ellos aprendía algo, e iba tomando notas en una libreta.
Me pasé un par de años leyendo aquellos blogs, empapándome de su forma de hacer las cosas, de la frecuencia entre publicaciones, del trato con los lectores a través de los comentarios; además del estilo, la tipografía, la composición del blog en sí, etc.
Con todo eso, emulando a un doctor Frankenstein de andar por casa, iba uniendo piezas en mi cabeza mientras daba forma a mi propio espacio en Internet.
Cuando al fin tomé la firme decisión de abrir mi propio blog, me pasé semanas leyendo diversos manuales que te iban orientando paso a paso. Incluso recuerdo nadar en la disyuntiva entre la plataforma Blogger o la de Wordpress. Al final, viendo los pros y los contras de ambas opciones, acabé decantándome por Blogger.
Y llegó el gran día. El día del estreno.
Para entonces, ya tenía todo listo. Una foto, una cabecera, un nombre para el blog, una ficha de autor, y un texto de presentación, aquel con el que me daría a conocer en el gran mundo bloguero.
El día elegido fue el domingo, 4 de mayo de 2014. Y mis primeras palabras, aquellas que, cual náufrago en una isla desierta, lanzaba al mundo contenidas en el interior de una botella de cristal imaginaria, fueron las siguientes:
EL ORIGEN DE ESTE BLOG
Domingo, 4 de mayo de 2014
Soy escritor, ya saben, uno de esos tíos que disfruta de la soledad y escribe cosas. Peor aún, soy uno de esos tíos que disfruta de la soledad, escribe cosas y encima pretende vivir de ello. Y vivir bien, además.
Ya sé que pretender vivir exclusivamente de la literatura en los tiempos que corren es una auténtica locura. Pero, ¿qué sería de la vida sin una pequeña dosis de locura con la que sazonarla? Una broma insoportable, me temo.
Así que, haciendo gala de esa pequeña dosis de locura necesaria para emprender esos proyectos que la prudencia te aconseja no acometer, he decidido al fin seguir el consejo de un amigo que hace años me dijo: ¿Y por qué no creas un blog en Internet?
Todo comenzó con un encuentro casual. Llevaba años escribiendo cosas, principalmente cuentos cortos y novelas. Me había presentado a varios concursos literarios y, como muchos escritores noveles, también había contactado con algunas editoriales decidido a publicar. Pero ni tuve éxito en los concursos a los que me presenté ni mis contactos con las editoriales llegaron a fructificar. Y mientras tanto, yo seguía escribiendo.
A mediados de 2012 conocí a Boris, que era sobrino de un buen amigo mío. Lo cierto es que Boris y yo congeniamos al instante y, al saber de mi vena literaria, me pidió leer algunas de mis cosas. Así que le entregué un manuscrito con una pequeña selección de cuentos cortos y relatos escritos con mi personal estilo narrativo, claramente orientado hacia el humor absurdo, la parodia y la sátira. Su reacción al leer aquellos relatos fue de sorpresa.
—¿Cómo es que tú, siendo contable, puedes escribir estas cosas tan divertidas? Tenía entendido que los contables carecen de sentido del humor —me dijo.
—Misterios de la vida —dije yo.
Un día, consciente de mi frustración por no haber podido publicar aún ninguna de mis obras, Boris me dijo:
—Oye tío, eres escritor. Llevas escribiendo cosas desde hace muchísimos años. Y, a pesar de haberlo intentado un montón de veces, aún no has conseguido publicar nada.
—Así es —dije yo.
—El problema es que nadie te conoce —dijo él—. Necesitas promocionarte. Darte a conocer. Dar a conocer tu obra. ¿Y qué mejor forma de hacerlo que a través de un blog en Internet?
Meses más tarde empecé a salir con una chica. Nos hicimos novios. Ella era cineasta, por lo que sabía de todo el trabajo que hay detrás de cada creación. En una ocasión, durante uno de nuestros encuentros, me pidió que le escribiese algo para hacer un corto. Al día siguiente le presenté un guión de cinco o seis páginas. También me dijo que porqué no probaba con un blog en Internet.
Prometí pensármelo. Y lo hice. Lo pensé durante mucho tiempo. Dos años para ser exactos. Y hoy, pasado todo ese tiempo, me he decidido al fin a asomar mi nariz a ese espacio infinito que es el ciberespacio.
Da un poco de vértigo, no lo voy a negar. Pero también trae aparejada una agradable sensación de cosquilleo, de excitación ante un nuevo reto.
Así que allá voy. Espero no verme solo en esto. Un escritor sin lectores es como un músico que sólo practica en casa, sin que nadie escuche sus composiciones.
Esas fueron mis primeras palabras lanzadas al ciberespacio.
Recuerdo que, al darle por primera vez al botón de publicar, estaba nervioso y excitado a partes iguales. Como no tenía ni idea de si lo había hecho todo correctamente, le pedí a mi amigo Boris que buscase mi blog en Internet y comprobase que todo había salido bien. Al rato recibí un correo suyo donde me decía: «¡Perfecto! Suerte, tío».
Y si emocionante fue darle a “publicar”, más emocionante aún fue recibir el primer comentario, realizado por una chica desconocida llamada Elisa, en el que me deseaba la mejor de las suertes.
Los inicios, sin embargo, no fueron nada fáciles. De hecho, las primeras semanas me sentía bastante frustrado, ya que, a pesar de publicar una variada selección de cuentos originales —muchos de los cuales acabarían en mis libros—, las visitas y los comentarios parecían resistirse.
Y de pronto, un día, una amiga de mi amigo Boris me hizo la pregunta que lo cambiaría todo: «¿Has probado a publicar en las comunidades de Google Plus?».
(Continuará...)
Se entiende que un hombre tan meticuloso y perfeccionista como tú, se tomara tan en serio la creación de un blog y su puesta en marcha. Yo empecé con ello como un juego al que me empujaron mis hijas al regalarme por mi 63º cumpleaños un blog al que ya le habían puesto un nombre (Retales de una vida) y una portada. Eso fue en junio de 2013. Yo no tenía ni idea qué era eso. Cuando me lo dijeron, yo creía que se trataba de un bloc para que fuera escribiendo mis historias (pues ya llevaba un tiempo publicando en Facebook relatos autobiográficos). Qué rácanas, pensé, mira que regalarme un bloc, ja,ja,ja.
ResponderEliminarLo que no recuerdo es cómo contacté con otros blogs ni cómo otros blogueros contactaron conmigo. Tampoco recuerdo cuando descubrí tu blog ni cuando me visitaste por primera vez. Los años me han jodido la memoria.
Hará uno o dos años, también me di de alta en Google Plus al ver cómo alguno/as compañero/as hablaban maravillas de esa plataforma como medio para darse a conocer a un mayor número de lectores, y la verdad es que pronto me colapsé y no le vi ninguna utilidad. Por ahí debe estar, abandonado el pobre. Si me hablara, como hace el tuyo, me echaría una bronca de mil demonios.
Bueno, amigo, ya nos seguirás contando tus peripecias blogueras.
Un abrazo.
De verdad, es que no tenía ni idea de cómo iba esto de los blogs. Pensaba que habría que saber un montón de informática y tal. Me pasé meses diciéndome a mí mismo: ¡Uff, qué va, no seré capaz de levantar algo así yo solo! Hasta que un día, tras pasarme meses mirando aquí y allá, me busqué en Internet un par de tutoriales y empecé a tomar apuntes. Lo que más me animaba era que todos los sitios que consulté, en algún momento u otro, acababan diciendo: "Es muy fácil". Y bueno, aunque no fue tan fácil como pregonaban, sí que acabé creando este monstruo que lleva ya siete añitos dando guerra por aquí. : )
EliminarCreo, si la memoria no me traiciona, que tú y yo contactamos gracias a las comunidades de Google Plus. Un día te pasaste por mi blog y dejaste un comentario, luego yo accedí al tuyo a través de tu perfil de usuario (que es el que queda reflejado en los comentarios que vamos dejando) y vi que ambos compartíamos publicaciones en algunas comunidades de blogueros. Lo de las comunidades lo cuento en el próximo post, por cierto.
En cuanto a redes sociales fracasé miserablemente en MeWe. Aquello era un batiburrillo infernal, repleto de publicaciones y conversaciones cruzadas sin orden ni concierto entre usuarios. Yo me aburrí pronto y lo dejé. Hace como un año que ni entro.
Un abrazo, Josep.
Ay, sí, me he equivocado, pues quería decir MeWe en lugar de Google Plus, al referirme a la plataforma que tengo abandonada.
EliminarOtro abrazo.
Me extrañó cuando lo leí. De hecho, yo aún echo mucho de menos aquellos tiempos de Google Plus. Era otra cosa. ; )
EliminarUn abrazo.
Vaya, otro que se me escapó.
ResponderEliminarMe hace gracia la forma tan distinta en que empezamos con el blog.
Yo lo decidí una tarde y tal cual lo decidí, abrí Blogger y empecé. En unas nociones de Blogger de un cursillo del instituto, nos habían enseñado lo básico, así es que empecé. No tenía nada pensado. Todo fue saliendo sobre la marcha. Fíjate que decidiel nombre, Cuéntame una historia, y cuando me pidió el nombre de la URL ya estaba cogido y le puse El blog de la fábula. Ahora hay gente que no sabe bien como se llama el blog.
En resumen, que me alegro de que te decidieras. Y ahora voy a leer la tercera parte.
Un beso.
Nunca es tarde si la dicha es buena, ¿no? O eso dicen. ; )
EliminarYo no lo tenía tan claro. Fíjate que me pasé un par de años dándole vueltas y más vueltas al asunto. Lo tuyo sí que es lanzarse al vacío sin red. ¿Y sabes qué?, a veces es lo mejor, lanzarse a por algo con determinación y fe en uno mismo. Mi problema añadido era que tenía claro mis objetivos -darme a conocer y dar a conocer mi obra- y eso requería pensar muy bien los pasos a seguir, pues no quería meter la pata y abandonar al primer traspiés. Por suerte, todo ha ido transcurriendo de manera fluida y sin grandes sobresaltos, con alguna que otra paradita en el camino, lo que me ha permitido cumplir parte de mis objetivos sin demasiados agobios. Así que, recurriendo a otro refrán -hoy estoy que me salgo-: "bien está lo que bien acaba". : )
Gracias por tus palabras, Rosa. Yo también me alegro de haber tomado esa decisión. Un beso.