jueves, 21 de octubre de 2021

EN REALIDAD, YO NO QUERÍA TENER UN BLOG (Parte 1)

 


Al principio, yo no quería tener un blog. Cada vez que alguien de mi entorno me lo sugería, me mostraba muy reacio al respecto.

¿Sabes? Deberías crear un blog en Internet, y colgar en él algunos de tus escritos —me dijo mi novia de entonces una tarde, casi de noche, estando ambos en un lugar apartado de la Avenida, frente al mar.

Boris me dijo lo mismo hace tiempo. Pero sigo sin verlo nada claro —dije yo. A propósito, Boris era un amigo en común que teníamos.

Eres bueno, Pedro.

¿Bueno en qué sentido? ¿Te refieres a que soy buena persona?

No, tonto.

Vale. Soy bueno y tonto. ¿Hay algo más que quieras confesarme, aprovechando esta maravillosa vista con el mar de fondo?

Ella sonrió. A mí me encantaba hacerla sonreír.

Me refiero a que escribes muy bien. Tienes cosas que decir, y las sabes expresar con acierto y mucha gracia. Tienes talento.

Eso díselo a todas las editoriales que me han venido rechazando desde que empecé a contactar con ellas, o a los jurados de todos los concursos literarios y teatrales a los que me he presentado sin éxito durante años.

¿Y qué si te han rechazado? Hay muchos escritores famosos a los que rechazaron en sus inicios. Ahí tienes a Bukowski, Stephen King, Lovecraft, Kafka...

Ya.

De verdad. Yo que tú me plantearía lo del blog. No tienes nada que perder.

Vale. Supón que te hago caso, monto un blog en Internet, subo mis escritos y los divulgo de manera gratuita. ¿Quién pagaría luego por leer algo que ya ha podido leer gratis?

No debes planteártelo así —resolvió ella manteniendo la calma. La verdad es que entre las muchas virtudes que tenía, que no eran pocas, el hecho de mantener la calma aún en las situaciones más propicias para perderla era una de las cosas que más me gustaba de ella. Su seguridad conseguía insuflarme seguridad a mí.

Y según tú, ¿cómo debo planteármelo? —quise saber.

Como si fueses un grupo de rock de esos que tanto te gustan y que, antes de lanzar un álbum, deciden patearse todos los clubs que puedan dando conciertos y mostrando su trabajo al gran público. De este modo quienes no conocen el grupo, ni lo han escuchado jamás, tienen la oportunidad de escucharlo, de ir conociendo su obra y decidir si les gusta o no, y, a partir de ahí, optar por comprar el álbum cuando decidan sacarlo al mercado.

Mientras hablaba mantuve la vista clavada en el mar. El suave oleaje golpeaba arrítmicamente contra los espigones en forma de cubo, dispersos a lo largo y ancho de la playa haciendo las veces de rompeolas.

Nunca me lo había planteado así —admití.

Si lo piensas, no es muy diferente a lo que hacen los autores noveles cada vez que se presentan a un concurso literario. Envían sus manuscritos para darse a conocer, bien sea ante el gran público si ganan o quedan finalistas, o ante los editores infiltrados en los jurados a la caza de nuevos talentos emergentes.

No sé. Eso de exponerte de manera tan brutal. Es como pasar de cero al infinito en cuestión de segundos, sin apenas transición. Da un poco de vértigo, la verdad.

Debes acostumbrarte a asumir ese tipo de riesgos. ¿Qué pasaría si una editorial te acabase publicando? ¿Acaso no tendrías que enfrentarte a la exposición al gran público, o al veredicto de la crítica profesional?

Y no creas que no me aterra eso.

En algún momento tendrás que vencer tu timidez.

Cierto.

Con el blog en marcha podrás subir cualquier cosa que se te ocurra, e irás viendo la reacción de los lectores a través de sus comentarios o el número de visitas al blog. De este modo, irás calibrando de primera mano qué es lo que gusta y lo que no, y poco a poco irás haciéndote con una legión cada vez más amplia de incondicionales.

¿Incondicionales? ¿No crees que estás exagerando?

Vale. Sí. Igual exagero —admitió ella—. Dejémoslo en un pequeño grupo de gente interesada en lo que escribas y publiques. Incluso, con el tiempo, tal vez podrías lanzarte a la autopublicación.

Para, para. Creo que te estás emocionando en exceso. ¿Aún ando debatiéndome en si me lanzo a montar un blog y tú ya me hablas de autoedición?

¿Por qué no? Hoy en día mucha gente lo hace. La tecnología ha avanzado mucho en muy poco tiempo, y los programas informáticos cada vez son más sofisticados y ofrecen mayores posibilidades.

No sé. No tengo ni idea de cómo se hace eso.

¿Y crees que los que lo han hecho nacieron sabiéndolo? Todo se aprende. Con esfuerzo, ilusión, ganas y las herramientas necesarias, todo se aprende. Y tú eres un tipo listo.

¿Me estás llamando listillo?

Sí. Pero no quería ser demasiado directa. Ya sabes, lo mío es la sutileza.

Mujer tenías que ser —bromeé.

Todos los hombres sois iguales —replicó ella, siguiéndome la broma mientras volvía a sonreír.

Pues sí. ¿Para qué te voy a engañar? Los tíos somos lo peor de lo peor.

Aunque las tías... también somos de cuidado.

¡Anda!, ¿en serio? Cuenta, cuenta...


(Continuará...)


8 comentarios:

  1. Hoy no me voy a extender, como suelo hacer en los comentarios que dejo en cada una de tus entradas. No hace falta darle muchas vueltas ni entrar en muchas disquisiciones. En resumen, diría que los consejos son muy fáciles de dar y, a veces, muy difíciles de seguir, je,je.
    Particularmente, me alegro que abrieras este blog. Muy pocos (por no decir ninguno de los que sigo) son tan agudos y me hacen sonreír como el tuyo. Lo de publicar ya es harina de otro costal.
    Un abrazo.

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    1. Saludos, Josep.

      Decía Baltasar Gracián que, "lo bueno, si breve, dos veces bueno". Así que... ; )

      Coincido contigo en que siempre resulta más fácil (y más cómodo) dar consejos que recibirlos, y mucho más fácil que seguirlos. El hombre y la mujer, ya sea por miedo, incertidumbre, orgullo o seguridad en sí mismo, no suele aceptar de buen grado que está equivocado, y el hecho de seguir el consejo ajeno denota que estamos errados y que debemos rectificar. Así y todo, en ocasiones, viene bien que alguien nos diga o nos sugiera qué camino tomar, sobre todo si ese alguien nos quiere o siente verdadero aprecio por nosotros. Y ése fue mi caso. De ahí que, venciendo mis miedos, acabé dando el paso definitivo, dando como resultado este blog, que lleva funcinando desde hace siete años. ¡Fíjate si ha llovido! : )

      En cuanto a lo de publicar, hace tiempo leí una frase en uno de los libros de Enrique Jardiel Poncela que se me quedó grabada a fuego. La frase decía lo siguiente: "El talento es algo que todo el mundo elogia, pero que poca gente paga".

      Gracias por tus elogiosas palabras hacia mi forma de escribir. Como sabes, porque me conoces desde hace bastantes años, suelo utilizar el humor para denunciar o ridiculizar aquellas conductas o situaciones que me parecen ridículas o censurables en el ser humano. Es mi forma de hacer crítica y, de paso, provocar algunas risas en el ocasional lector. Hacerlo de esta manera, también me sirve a mí para no caer en la desesperación o el desánimo, pues por más siglos que llevemos a nuestra espalda, el hombre lleva arrastrando los mismos problemas desde que el mundo es mundo. Y eso sí que no es ningún chiste. Ojalá.

      Un abrazo, Josep.

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  2. Tu novia tuvo razón en algunas cosas: has publicado el blog y has autoeditado tres libros. Imagino que no ha sido fácil llegar hasta ahí. Un blog como el mío en el que lo único que pretendes es escribir sobre lo que lees no tiene complicación. Si te siguen, bien y si no, no pasa nada. pero cuando lo que quieres es dar a conocer tus creaciones y que trasciendan y que una editorial se fije y te publique tiene que ser muchos más complicado y producir más ansiedad.
    A ver cómo continúa esta historia pre blog. ¿Cómo es que no sigues con esa chica tan sensata y que da tan buenos consejos?
    Un beso.

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    1. Hola, Rosa.

      Mi novia era una de las personas más sensatas que he conocido jamás. Y un día decidió que ya no quería seguir conmigo. Y yo, que siempre respeté sus decisiones, aún cuando no siempre coincidíamos en todo, conclui que, como en otras ocasiones, ella tenía razón y yo no. Me costó, pero lo acepté. Lo bueno, o al menos lo que yo considero la parte más positiva del asunto, es que aún hoy, a pesar del tiempo que ha transcurrido, sigo recordando las cosas buenas que hubo entre nosotros. Y eso siempre me hace sonreír. Igual es la manera que tiene el karma o el Destino de devolverme parte de la inversión, ya que soy de los que creo que en la vida recibes lo que das.

      Escribir reseñas es muy complicado. Te admiro por ello. No resulta fácil desgranar el amplio abanico de emociones o sensaciones que te provoca una determinada lectura, y encima, hacerlo de forma amena y entretenida. En mi caso, al ser una persona pasional, cada vez que he hablado de alguna de mis lecturas me resulta realmente difícil ser objetivo.

      De todas las metas que me propuse el día que decidí crear este blog, la más complicada ha sido mantener el interés de la gente que entraba aquí por primera vez. Ten en cuenta que durante los cuatro primeros años el 90% de las publicaciones eran cuentos o relatos originales, y muchos de ellos surgían en el momento. Incluso, en mi inconsciencia, me atreví a publicar cuentos en varias partes habiendo escrito y publicado sólo la primera parte, teniendo que estrujarme la sesera en los días siguientes para dar continuidad a la historia y mantener el ritmo y el nivel. Era un buen ejercicio para incentivar la mente, pero demasiado arriesgado. Como hacer saltos mortales sin red de seguridad. Hoy ya me cuesta más asumir esos riesgos. Ahora necesito tener claro el hilo conductor, el ritmo y el tono antes de publicar nada por partes.

      La ansiedad sigue estando ahí. Y creo que no se irá nunca. Una vez leí una entrevista a un reputado actor al que le preguntaban si a pesar de su dilatada experiencia se seguía poniendo nervioso antes de salir al escenario, a lo que él dijo: "Por supuesto que me sigo poniendo nervioso. Y me seguiré poniendo nervioso hasta el último día que decida subirme a un escenario, ya que eso significa que respeto a la audiencia". Opino lo mismo. Creo que, por muchos libros o historias que escriba y publique, siempre tendré ese miedo a decepcionar, a no cumplir la expectativas, a defraudar, y eso hará que siga tomándome muy en serio este maravilloso oficio.

      Un beso, Rosa.

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    2. Te confieso que yo cuando escribo una reseña no pretendo ser objetiva. Pretendo transmitir las emociones y sensaciones que me ha transmitido a mí el libro y creo que eso es de lo más subjetivo. Imagino que mucha gente al leer algo que he recomendado se habrá sentido decepcionado, pero yo no puedo hacer otra cosa...

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    3. Resulta difícil hablar de objetividad cuando hablamos de sentimientos, emociones o sensaciones. Cada uno lo vive a su manera, y no siempre es extrapolable. Por ejemplo, el humor. No todo el mundo se ríe de lo mismo, ni le parecen graciosas las mismas cosas. Hay gente que, por más que le expliques un chiste, jamás lo van a entender, y si lo entienden igual te sueltan: "Pues yo no le veo la gracia por ninguna parte", y se quedan tan anchos.

      Hay personas que sienten la poesía de una manera intensa, íntima, edificante. En mi caso, percibo la poesía como ese tipo del que hablaba antes que no entiende los chistes por más que se lo expliquen. Me quedo con cara de circunstancias y digo: "Pues muy bien, ¿y?". Igual es una desgracia, no lo sé. Del mismo modo, siento con intensidad otras cosas que a mucha gente le resbala, como una bonita pintura, o una fotografía, o la música de un determinado grupo, o el cine de un determinado autor.

      Por lo mismo que decía antes de lo difícil o imposible que resulta extrapolar un sentimiento o una emoción, resulta de lo más complicadso recomendar una lectura o una obra de arte cualquiera. A mí hay libros que me han llegado muy hondo y, sin embargo, a otros no les ha llegado nada. Y viceversa. Y, ¿sabes qué?, casi mejor que sea así, pues eso demuestra la diversidad en el género humano. En la diversidad reside la verdadera libertad. La uniformidad de criterios y el pensamiento único es más propio de dictaduras o regímenes autoritarios. Prefiero que cada uno reaccione a su manera ante cualquier estímulo u obra artística. Resulta más enriquecedor.

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  3. Qué buen novio tenía tu novia. Eres un tío grande en el amplio sentido del término.
    Sigue escribiendo, hazme el favor 🙏. Besabrazos

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    1. Hola, Clarita. ; )

      ¿Así que conociste al novio de mi novia? Y dime, así, en confianza, ¿era buena gente? Espero que sí, pues ella se merece lo mejor. :P

      ¿Soy grande? ¡Soy enorme! ¡No veas cómo me puse durante el confinamiento! Bueno, no tanto. Podría haber sido peor, la verdad.

      ¡A la orden, jefa! Seguiré escribiendo. Y tú no dejes de cantar, porfa. Entre tanto "ruido" se agradece el suave tacto de una voz tan cálida como la tuya.

      Besos, Clara.

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