Andy
Warehouse salió al balcón de su casa, que daba a la calle, y echó
un vistazo en derredor. Era domingo al mediodía, y por allí no
pasaba nadie. Eso le desesperó.
Entró
en su casa y encendió la televisión. No ponían nada interesante.
Casi nunca ponen nada interesante; salvo que tengas pasta y puedas
permitirte pagar por tener televisión de calidad. Así es como
funciona el Sistema: si pagas obtienes algo que se sale de la
mediocridad, y si no pagas te jodes con lo que haya. Y así con todo.
Andy
apagó la tele y volvió a salir al balcón.
Esta
vez distinguió a alguien a lo lejos que venía andando
tranquilamente. La cara de Andy se le iluminó de repente. De haber
sido perro a su rabo le habría dado «el
baile de San Vito».
Estando
a pocos metros de distancia, Andy llamó la atención del transeúnte.
—¡Eh,
oiga, usted! —gritaba Andy desde su balcón—. ¡Estoy aquí
arriba!
El
transeúnte alzó la vista y vio a aquel tío tan raro haciéndole
señas desde el balcón. Luego miró alrededor y, al no ver a nadie,
supuso que aquel chiflado se dirigía a él.
—Disculpe,
¿habla usted conmigo?
—Sí.
¿Cómo se llama?
—¿Qué?
—¿Cuál
es su nombre?
—Terence.
—Encantado,
Terence. Mi nombre es Andy.
—Vale.
—Por
favor, Terence. ¿Sería usted tan amable de subir a mi casa?
—propuso Andy.
—¿Subir
a su casa? ¿Con qué intención? —recelaba el transeúnte, con
razón.
—Tranquilo,
Terence. Puede confiar en mí. No debe preocuparse. Será cosa de
cinco minutos, se lo prometo —argumentó Andy, procurando imprimir
a su voz un tono lo más tranquilizador posible. Por nada del mundo
querría espantar al único ser humano que había decidido pasear por
aquella calle secundaria aquel domingo por la mañana. Sólo Dios
sabe cuando volvería a pasar alguien.
—¿No
será usted un pervertido, verdad? —preguntó el transeúnte con
cierta inquietud. Justo entonces se percató de lo estúpido de su
acción. Ningún pervertido habría respondido afirmativamente a
semejante pregunta; son pervertidos, no gilipollas.
—Oh,
no. Le aseguro que no soy ningún pervertido. Dígame, Terence, ¿cree
usted en Dios?
—Ah,
vale. Ya sé de qué va esto. Es usted un vendedor de Biblias y está
intentando colocarme una, ¿no es eso?
—No,
no. Para nada. Dígame, ¿cree en Dios?
—Sí.
—Perfecto.
Mire, Terence, yo también soy creyente. Por eso, le juro por Dios
que si sube a mi casa no le pasará nada malo.
—¿Me
lo jura?
—Se
lo juro.
—Está
bien. Subiré. Pero sólo le dedicaré cinco minutos. Ni uno más.
—Se
lo garantizo. Espere, yo mismo le abriré la puerta del portal desde
aquí. Luego coja el ascensor hasta mi casa. Yo vivo en el 2º
Izquierda.
Terence
se acercó hasta el portal. Se oyó un chasquido y la puerta cedió.
Empujó la puerta y entró en el edificio. Tomó el ascensor y subió
hasta el segundo piso.
(El resto de la entrada estará próximamente disponible en alguno de mis libros).
Qué tipo más rarito, pero tampoco anda mal en eso de socializar con el resto del mundo, algo que por desgracia está cada vez más desvirtuado.
ResponderEliminarYo si tengo una aspiradora en casa para vender, reloj no que no uso, ;) Que me llame y así charlamos un ratito, jeje
Muy bueno Pedro, me has hecho reír y eso siempre te lo agradezco.
Un beso.
Hola, Irene.
Eliminar¿En serio no usas reloj? ¡Wow! ¿Y cómo sabes cuándo es la hora del té? Seguro que tienes un sistema súper chulo de esos que con sólo mirar al sol y calcular su posición sabes exactamente qué hora es en cada momento. Lo jodido es calcular la hora por la noche. Aunque, ¡no me digas que también tienes un sistema para calcular la hora por las noches! ¿Y durante un eclipse? ¿Eres capaz de saber la hora exacta? Madre mía, si antes te admiraba, ahora te admiro mucho más. Me tendrás que enseñar algunos trucos, Irene. Mírame a mí, que ni siquiera sé distinguir los cuatro puntos cardinales. ¡Qué desastre de tío! : (
Ya si eso me pasas tu número para dárselo a Andy y que te llame. Seguro que le interesa tu aspiradora. Aunque, sabiendo cómo es él, me da la impresión de que más que por teléfono querrá que vayas a su casa. Ve acompañada, por si acaso. Que estos tíos de mis relatos nunca se sabe por dónde te van a salir. :P
Un beso, chiquilla. Y gracias por pasarte y comentar. : )
Creo saber porqué está tan solitaria a calle donde vive Andy. La gente rehuye pasar por allí, especialmente los domingos, no sea que este se asome y les vea, jajaja
EliminarMuy buena idea la que invertir la situación. La vida al revés resulta todavía más absurda.
Siempre tan agudo y ocurrente.
Un abrazo, amigo Pedro.
Hombre, de ser como tú dices seguro que habrá quien se dé un garbeo por allí a ver si pilla al bueno de Andy. Estamos viviendo unos niveles de incomunicación y aislamiento tales que, como esto siga así, acabaremos por darle la chapa hasta a los comerciales de las compañías telefónicas que llaman a deshoras para intentar colocarte uno de sus contratos. Y si no, tiempo al tiempo.
EliminarGracias por tu buena consideración hacia mis letras, Josep. Un abrazo.
Absurdas situaciones y peculiares personajes, siempre prendes la sonrisa en el rostro.
ResponderEliminarMe alegra leerte.
Gracias, Marijose.
EliminarCelebro que mis letras consigan evadirte de los millones de problemas que nos asolan en nuestro día a día.
Por cierto, espero que estés mejor de lo tuyo. No resulta fácil convivir con el dolor a diario. Lo sé por experiencia. Desde aquí te mando un fuerte abrazo. Gracias por leer y por comentar.
Saludos, Julio David.
ResponderEliminarMuy cierto, las cosas extrañas que hacemos para sobrevivir a los domingos. Ja.
Hay una canción del grupo de rock español Barón Rojo que se titula: "Los domingos son muy aburridos". Cuando salió, en 1988, nos hizo mucha gracia a mis colegas y a mí, ya que pensábamos exactamente lo mismo: que los domingos eran muy aburridos.
Gracias por tus palabras, Julio David. Un abrazo, amigo.
Entiendo que Andy odie Internet, es el mayor culpable de la poca socialización en el mundo. El otro día estaba con tres personas más que acababa de conocer, y los tres con el móvil en la mano. Yo los miraba fascinada, mientras ellos comentaban que no dejaban el móvil nunca, que vaya enganche y demás. Pero todo eso sin soltar el móvil. Me parece digno de estudio.
ResponderEliminarEl buen hombre solo quería socializar, pero vamos demasiado bueno para llevar tanto tiempo sin sexo, debe de ser para volverse loco.
Yo como Irene no uso reloj de pulsera, pero tengo un reloj de ccina naranja muy mono.
Un besillo.
Hola, María.
EliminarA mí personalmente me parece una falta de respeto y una desconsideración el hecho de "no estar" con alguien que tienes delante por estar pendiente del dichoso móvil.
Mira, yo no tengo móvil. No he tenido jamás uno. Y créeme, se puede sobrevivir sin él. Y, ¿sabes qué? Cada vez que voy a un sitio (la consulta de un médico, el taller del coche, etc.), y digo que no tengo un móvil donde poder localizarme, siempre, pero siempre, la persona que me lo pide me mira con una medio sonrisa y me dicen: "Tú sí que sabes". Y me lo dicen con una expresión extraña en su mirada, como si de manera subliminal me estuviesen diciendo: "¡No sabes cuánto te envidio! Disfruta de tu libertad mientras puedas". No entiendo cómo un simple aparatejo es capaz de condicionarnos tanto. Eso sí, saca fotos chulas. Sólo por eso igual me pillaría uno. ; )
Catorce años sin sexo, casi quince. ¿Te imaginas? Normal que los críticos hagan esas críticas tan destructivas de los libros que leen. :P
Un besillo, María. Y gracias por la visita. : )
Un fantástico relato, un humor surrealista que engancha y que sirve de envoltorio a unas críticas sociales más o menos veladas, je, je, je... Bueno, me pasa como a Irene, tampoco uso reloj, ni móvil. Mi vida es tan rutinaria que me guío por la luz del sol, los paneles del metro o los relojes de las cafeterías. Muy bueno, Pedro. Felicidades y saludos!
ResponderEliminarSaludos, David.
EliminarTe agradezco tus palabras. Has definido perfectamente mi estilo: "Humor surrealista que engancha y que sirve de envoltorio a unas críticas sociales más o menos veladas". Oye, si decido utilizar esa definición en el futuro, ¿me cobrarás derechos de autor? No me gusta robar (no soy político), por eso prefiero negociar. Y en caso de que tu respuesta sea afirmativa, ¿hay descuento por ser autor autopublicado, o lo que es lo mismo, "autor más pobre que las ratas"? Ya si eso me dices. ; )
Pues si ya sois dos los que no usáis reloj, habrá que ir pensando en prescindir de semejante artilugio. Al menos me ahorraré lo del dichoso cambio de hora dos veces al año (y que me diga alguien dónde demonios se ahorra con el cambio de hora, porque yo sigo pagando lo mismo por el recibo de la luz, leñe :P ).
Muchas gracias por pasarte por aquí, David, y gracias por tus generosas palabras.
Un saludo.
¡Hola Pedro! Vengo de leer la "no"reseña de Irene y me dieron ganas de conocer tus textos.
ResponderEliminarTiene razón, son hilarantes, con un humor filoso, crítico y ese toque absurdo que hacen que salgan de lo común.
Te felicito y espero que puedas vender muchos libros, que llegue hasta tu casa alguien como Andy con el gusto de entablar una relación comprador-vendedor personalizada.
El final está buenísimo ¡my God! pienso lo mismo de los críticos literarios y se lo dije a Irene.
Cordiales saludos desde Buenos Aires.
Bienvenida, Mirella.
EliminarTe agradezco tu generoso comentario acerca de mis letras, del mismo modo que agradezco tus buenos deseos en relación a las ventas de mis libros.
Yo, debo decirlo, no estoy del todo de acuerdo con mi personaje Andy en relación a Internet. Hay cosas malas, es cierto, pero también hay cosas maravillosas, como la posibilidad de poder compartir escritos y establecer relaciones lector-creador desde los más diversos rincones del mundo a golpe de click. Por eso agradezco a este milagro de la tecnología, aún con sus cosas malas, a que mis letras consigan hallar eco más allá de la máquina de escribir en la que fueron concebidas.
Bueno, ahora ya sabes el porqué de ciertas críticas un tanto ácidas de ciertos "críticos profesionales". Seguro que en el salón de sus casas muestran orgullosos su "Diploma". ; )
Cordiales saludos y una calurosa bienvenida para ti también, Mirella. Pásate por aquí cuando quieras.
Un placer encontrarte aunque leo poco mi admiracion por tu blog
ResponderEliminarSaludos, Recomenzar.
EliminarGracias por contarme entre tus pocas lecturas, Recomenzar. Y gracias por todas esas otras veces en que has dejado tu huella por aquí. Te lo agradezco.
Un saludo.
¡Fantástico, señor Fabelo! Como siempre...
ResponderEliminar¡Cuánto tiempo sin leerle! Hoy le eché de menos y lo busqué; necesitaba reír y, como siempre, sus historias me sacan una sonrisa; una buena sonrisa. ¡Gracias!
Un saludo,
Ilde Guerrero.
Querida Ilde, he de decir que tu comentario me ha dejado un sabor agridulce. Me explico.
EliminarPrimero la parte dulce: el que alguien me eche de menos hasta el punto de buscarme porque necesita reír, escapar de la rutina y el agobio del día a día, me hace muy feliz. Doblemente feliz si, como tú misma dices, mi relato ha conseguido satisfacer esa necesidad. Me alegra saber por ti que lo he conseguido.
Ahora la parte amarga: me tratas de usted, y eso no sólo le añade gravedad a nuestra relación autor-lectora, sino que encima me añade años. ¿Tan mayor me ves? Dime la verdad. Confío en tu honestidad. ; )
Ahora en serio; ya sabes, porque me conoces "de viejo", desde aquellos lejanos días en que compraste mi primer libro de relatos (¿Creías que lo había olvidado? Pues no. Y ahí está la foto que tan cariñosamente me hiciste llegar y que tan gustosamente tengo expuesta en mi galería de AMIGOS Y LECTORES para recordármelo); decía que siempre que puedo me gusta tomarme las cosas con humor. Mejor reír que llorar, ¿no?
Por último, yo te doy las gracias a ti. Por tu tiempo, tu complicidad y tus ganas de reír. Así que cuando quieras, ya sabes dónde estamos.
Un saludo, Ilde.
¡Buenos días, señor Fabelo!
Eliminar¡Ups.., perdón!
Empiezo otra vez...
¡Buenos días, Pedro! ;)
Disculpa, por favor, una vez más, mi rara costumbre de llamar a la gente de usted. (Creo que tengo un serio problema con las formas..: ¡me pueden! ö) No lo hago con maldad, ni porque te vea mayor; no tengo muchos años menos que tú... simplemente, me sale así: ¿me perdonas? ;)
Cierto es que hacía mucho tiempo que no visitaba tu blog; me ha encantado retomar mi vieja costumbre: gracias por tus, siempre agradables, relatos. El de Essex me llamó especialmente la atención; no hace mucho dejé nuestras Isalas Afortunadas para mudarme muy cerquita del condado de Essex; vivo en el condado de Norfolk.
Espero seguir leyendo buenos relatos como los que leí ayer..:¡no hay peor cosa que retomar antiguos vicios!... pero sienta tan bien..;)
Un abrazo,
Ilde Guerrero
Hola, Ilde.
EliminarEncantado de saludarte de nuevo. No sabes cómo te envidio. Y no sólo porque tengas unos años menos que yo, sino por tu valentía para hacer las maletas (no sé si obligada por las circunstancias o por ganas de dar un giro a tu vida y emprender una nueva aventura en otro lugar, con otras gentes, otro idioma, otras costumbres y otro clima, ciertamente). Te envidio porque vivir en Inglaterra ha sido mi sueño desde que era un adolescente. Pero mi pobre conocimiento del idioma inglés y mi extrema cobardía han contribuido de manera decisiva a no ver cumplido ese viejo sueño. Ojalá algún día consiga vencer ambos obstáculos y consiga subirme a un avión rumbo a mi sueño de jovencito.
Te agradezco tu sentido del humor. Me encanta poder mantener con alguien una conversación que se aparte un poco de la rigidez de los convencionalismos. A bastantes reglas absurdas debemos someternos en el día a día, ¿no te parece? Por eso agradezco estos pequeños paréntesis, estos pequeños momentos de anarquía en el que nos cargamos todas las reglas de un plumazo y simplemente somos dos personas conversando tranquilamente.
Por cierto, Ilde, si te apetece leer algunos relatos de humor totalmente gratis, tienes a tu disposición dos enlaces a mis libros en el apartado del blog MIS LIBROS. Pinchando en cada uno de ellos puedes acceder a unas treinta páginas de cada libro. Sé que el primero lo compraste en papel, pero igual no lo tienes en Norfolk y te apetece leer algo para recordar lo gran escritor que soy (soy grande, no te miento, mido 1,86).
Yo espero seguir contándote como asidua visitante al blog. ¿Leerme es un vicio? ¿De veras? Uhm, interesante. Me sorprendes, Ilde. Me siento halagado. ; )
Un abrazo, Ilde. Te mando un poquito de calorcito desde esta tierra nuestra (pero solo un poco, que la calima lleva unos días dando por saco y ya sabes lo fastidiosa que puede llegar a ser. Supongo que la calima será una de las pocas cosas que no echarás de menos de nuestras queridas islas. ¿O no?).
Cuídate, y abrígate, por Dios. Que por esos lares las corrientes son algo chungo.
Uff, por un momento pensé que iba a comprarle un orgasmo o algo por el estilo, je, je. Ahora entiendo el porqué los críticos literarios tienen cara de ajo. =P
ResponderEliminar¡Que usted pase un buen día!, ¡y a seguir arrancando sonrisas!
Besos, Pedrito. =)
Ah, pero, ¿se pueden comprar los orgasmos? Uhm. Creo que alguien se va a hacer de oro. ; )
EliminarLos críticos y críticas (jo, con la ley de igualdad), son como en cualquier profesión: los hay buenos y buenas, malos y malas y regulares y regularas. ; )
Lo mismo le deseo a usted. Hay qué ver lo educados que nos hemos vuelto con los años, leñe. :P
Un beso, niña.
Me has sacado mi primera sonrisa jajaja. Leerte este relato primero lo elegí por que es más corto que otros que he visto como el de Navidad. Y como me caigo de sueño, hoy ya me queda poco tiempo para leer. Pero si quieres vendemos los relojes que tengo en una caja que ya no los uso. Funcionan a pilas y tienen algunos la costumbre de pararse a la vez. Encantada de leerte y haberte conocido. Un abrazo.
ResponderEliminar¡Prueba superada! : )
EliminarYa le pasaré a Andy la dirección de tu blog para que hagáis negocios juntos. Yo me mantengo al margen, que a mi lo de regatear se me da fatal.
Un abrazo, María.