miércoles, 9 de octubre de 2019

AQUÍ SIGO

Foto: Flickr  Autor: Udri   Lugar: Librería Acqua Alta. Venecia.

Hola.
Aquellos de vosotros que os hayáis pasado por aquí durante estas dos últimas semanas habréis notado que no he subido nada nuevo al blog en este tiempo.
Ante este hecho, yo os pregunto: ¿me habéis echado de menos? Porque yo sí. Por supuesto que me he echado de menos a mí mismo. Y no es broma.
Parece una tontería echarse de menos a uno mismo. Pero, en mi caso concreto, no conviene olvidar que, además de escritor, soy un lector voraz, y como lector voraz que soy ando siempre al acecho de una nueva lectura que echarme a los ojos, y a la mente.
Otro dato a tener en cuenta es que, hasta el día de hoy, soy la primera persona en leer lo que escribo. Esto es así desde el mismo día y hora en que empecé a escribir cosas, allá por los años 90 del siglo pasado. Y algo me dice que seguirá siendo así por mucho tiempo más. Aún no dispongo de una máquina que escriba por mí. Aunque existir existe, ya os lo digo. Y existe desde hace mucho tiempo, desde que en el mundo comenzaron a coexistir los escritores y los famosos.
Ser alguien famoso, es decir, alguien que es conocido por mucha gente o que tiene fama —buena o mala, eso es lo de menos—, no te garantiza que sepas escribir. De hecho, se me vienen a la mente muchos famosos que no saben escribir. Y no me refiero a que no sepan escribir con un mínimo de rigor lingüístico, sino a que no saben escribir. Punto.
Aún así, a pesar de no saber escribir ni una «o» con un canuto, estos famosos publican libros. Y esos libros, curiosamente, se venden a montones. Claro que, siguiendo en la misma línea lógica, esos libros de gente que no sabe escribir los suelen comprar gente que no sabe leer, con lo cual, de manera milagrosa, el ciclo vital de la tontería hace que el círculo quede perfectamente cerrado.
Pero, en caso de que seas famoso o famosa, no sepas escribir un pimiento y, aún así, tienes claro que deseas ver tu nombre impreso en la portada de un libro, editado por uno de esos grandes grupos editoriales que hará que tu libro de mierda quede expuesto en las librerías más importantes del país, o en los estantes de las grandes cadenas de supermercados, no te preocupes, tenemos una solución para ti: se llama «negro literario».
Pero, ¿qué es un «negro literario»?
Así es como se denomina a las personas que escriben en la sombra, sin que su nombre conste en ningún sitio, adjudicándole la autoría de sus textos al famoso o famosa de turno, previo pago de un cuantioso cheque. Así es como muchos políticos y políticas escriben sus «memorias»; si bien, en el 99,99% de los casos, más que memorias parecen masajes «con final feliz», habida cuenta de lo bien parados que suelen salir todos retratados en sus libros. Me hacen recordar a aquel episodio de los Simpson en que Bart es contratado como ayudante de Krusty el payaso y durante una emisión en directo, fruto de un cóctel explosivo de nervios y torpeza, acaba arruinando él solito el programa, cargándose los decorados. El contumaz travieso, lejos de admitir su culpa en el asunto, se limita a declarar: «Yo no he sido», arrancando las carcajadas del público ante la original manera del chaval de quitarse el muerto de encima.
En el caso de los famosetes, sean políticos o no lo sean, siempre que me acerco a leer sus «libros-de-supuestas-memorias-que-en-realidad-no-lo-son», me invade la sensación permanente de estar ante un flagrante caso de «Yo no he sido», pues todos ellos parecen no haber roto nunca un plato, aun cuando el interfecto o interfecta haya sido un o una hijo o hija de puta de mucho cuidado —¡Madre del amor hermoso, con esto del lenguaje inclusivo las frases cada vez me salen más caóticas e ininteligibles! Si esto es lo que querían esos talibanes de lo «políticamente correctísimo», ¡lo habéis conseguido, chicos-chicas-chiques-y chocos en salsa!-).
¿Y a qué venía todo esto, por cierto? Pues venía por varias cosas. La primera, para aquellos de vosotros que creáis que el hecho de no subir nada nuevo al blog es sinónimo de que no estoy escribiendo nada, lamento desilusionaros. De hecho, sí que estoy escribiendo. Y mucho. Y muy variado. Pero de eso ya hablaré otro día.
La segunda cosa que quería decir es que, además de escribir mucho, también estoy leyendo mucho. Y, echando la vista atrás a mis lecturas del último año, me he dado cuenta que la mayoría se corresponden a memorias o libros autobiográficos. Sobre todo de músicos o estrellas del rock —que me apasiona—. Igual un día de estos escribo un artículo hablando de esos libros, pues en muchos de ellos he encontrado auténticos hallazgos literarios, y más de una sorprendente revelación, pues al margen de las toneladas de alcohol y drogas que se han metido en el cuerpo alguno de estos tipos, me sorprende la lucidez con la que narran hechos y sucesos que acontecieron hace cincuenta años o más, lo cual contrasta con mi maltrecha memoria, que, sin haber ingerido tales cantidades de alcohol, ni mucho menos drogas, en más ocasiones de las que me gustaría admitir se muestra incapaz de recordar a qué demonios he ido a la cocina, requiriendo un segundo paseo de retorno al lugar del crimen cuando, ya sentado en el sofá, se me ha revelado el motivo: «¡Coño!, ¿no tenía sed?». Pues sí, la tenía, y la sigo teniendo, porque la sed, amigos míos, solamente se sacia tras la ingesta de algún líquido, preferiblemente agua. Así que, entre enfurruñado y confuso, ahí me tenéis, levantando mi gordo culo del sofá por segunda vez en menos de un minuto, de camino a la cocina a por un vaso de agua.
Y la tercera cosa que quería decir es...uhm...es...era...¿qué otra cosa quería decir? Pues parece que se me ha vuelto a ir el santo al cielo. ¡Qué bochorno! Con lo que yo he sido. Nah, si es tontería negar lo evidente: me hago mayor...mecachis.
Pues nada. Ya me acordaré. Igual me viene en uno de esos trayectos a la cocina. Os mantendré informados.
Feliz semana a todos. Y todas.


8 comentarios:

  1. Pues nada, amigo, me alegro de que sigas vivito y coleando, literariamente hablando.
    Yo no soy amante de las autobiografías de gente famosa, pues no sabría distinguir entre la verdad y la mentira. Solo vale la pena si el individuo en cuestión desea contar toda la verdad como forma de confesión de sus vergüenzas y como acto de contrición. Solo los muy grandes son capaces de ese ejercicio, quizá porque no tienen nada que perder. Pero si hablamos de políticos, como no suelen tener vergüenza, no me fio ni un pelo de lo que cuentan de sí mismos. Y cuando alguien lo hace sin su consentimiento le ponen una denuncia o la etiqueta de "biografía no autorizada".
    En cuanto a esos "negros" que escriben para los que no tienen idea de escribir, a veces pienso si no se aplican el cuento de "si no puedes contra tu enemigo, únete a él", es decir, claudican ante un sistema injusto. Por lo menos ganan una buena pasta. ¿Te lo has planteado alguna vez?, je, je.
    Espero poder leer algún día lo que andas escribiendo con tanta decicación. Seguro que es muy bueno.
    Un abrazo, Pedro.

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    1. ¿Sabes qué, amigo Josep? Yo también me alegro de estar vivito y coleando, literaria y vitalmente hablando. Y es que la alternativa se me antoja deprimente: tanto la de no escribir como la de andar criando malvas. Por cierto, ¿alguien sabe a cuánto está el kilo de malvas? Porque igual, con esta crisis que llevamos encima, lo de vender malvas igual no es mala opción.

      Yo tampoco era muy de autobiografías ni biografías, la verdad. Sin embargo, en estos dos últimos años han caído algunas en mis manos que me han resultado bastante interesantes, aunque sólo sea porque el personaje en cuestión ya gozaba de mi interés previo. Te hablo de gente como Keith Richards, Phil Collins, Bruce Springsteen, Johnny Ramone, Patti Smith, Mick Jagger (de este último he leído dos biografías "no autorizadas" que no le dejan en muy buen lugar, por cierto), Neil Young, Mark Oliver Everett, The Beatles y dos libros dedicados a John Lennon, uno de ellos ficcionado como si se tratase de un diario personal de Lennon que me resultó muy curioso y adictivo.

      Lo de los "negros literarios" no deja de ser una profesión como otra cualquiera, tan antigua como la propia literatura. De hecho, se cuenta que muchos autores "importantes" y prolíficos en realidad tenían a un montón de "discípulos" trabajando para ellos, como el caso de Alejandro Dumas, del que se dice que llegó a emplear hasta a sesenta y tres negros literarios a lo largo de su vida.

      En cuanto a lo de planteármelo, lo de trabajar como negro literario, no me importaría hacerlo, siempre y cuando fuese económicamente interesante para mí. De hecho, aunque no es exactamente lo mismo, ya he hecho mis primeros pinitos en el sector de la corrección de textos ajenos (pronto hablaré de ello en el blog), a cambio de una contraprestación económica y, la verdad, me gustó la experiencia. Claro que en mi caso se trataba de personas que conocían mi trabajo previo y mi forma de escribir, y me fue muy sencillo trabajar con ellos, ya que mis propuestas fueron siempre muy bien recibidas y ellos quedaron bastante satisfechos con los resultados. Como digo, un día de estos hablaré de esas colaboraciones, ya que estoy estudiando la posibilidad de dedicarme a ello profesionalmente, además de otras opciones relacionadas con la escritura.

      En relación a mi novela hace tiempo que la tengo acabada, pendiente del veredicto de mi lectora cero, que, dependiendo de lo que me diga, la enviaré a imprenta o seguirá guardada en un cajón, a la espera de volver a ella en un futuro. A mí me gusta mucho como ha quedado, pero claro: ¡qué voy a decir yo si soy si autor! : )
      En cuanto tenga claro que se va a publicar, subiré un adelanto al blog. Así podréis haceros una idea del estilo y el tono de la nueva criatura.

      Gracias por tu interés y tu fidelidad, amigo Josep. Recibe un abrazo.

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  2. No soy muy amiga de biografías y menos aún de músicos de Rock, pero seguro que tu reseña de esos libros resulta interesante y disparatadamente divertido.
    Tienes mucha razón en la cantidad de libros malos que se venden masivamente y no todos tienen detrás un negro. Algunos están escritos por el escritor laureado, premiado y mediático que los firma. Y yo me niego al lenguaje inclusivo, salvo que aparte de los sustantivos incluya también los adjetivos, pero entonces se convierte en tal galimatías...
    Un beso.

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    1. Hola, Rosa.

      A mí las biografías de grupos de música (ya sean de rock o de otros géneros como el blues, el jazz o cualquier tipo de música de mi gusto), siempren me interesaron. Lo que nunca leí fueron libros autobiográficos de esos artistas que tanta admiración despertaban en mí a través de su música. Pero un día cayó en mis manos el libro "Commando" de Johnny Ramone, y sufrí una especie de revelación. Me pareció tan divertido (y eso que el personaje se las trae), que me abrió la veda para interesarme por otros artistas de perfil similar. De Johnny pasé a Neil Young, y de Young a Keith Richards, y de ahí a los Beatles, etc. En esos libros no sólo se habla de música. De hecho, en los libros de Young o Springsteen lo que más tratan es de aspectos personales y familiares, es decir, el lado más humano del artista, y por momentos me han parecido de un gran valor literario.

      Los libros de políticos o famosos son otra historia. El año pasado cayó en mis manos uno de esos libros y aluciné con la cantidad de memeces y tonterías que allí se decían. Lo peor de todo es que de ese libro se vendieron muchísimos ejemplares, pues su "autor" es de esos que meten hasta en la sopa. Decir que la prosa de aquel libro era pobre sería quedarme corto cortísimo. Igual un día me animo y escribo algo sobre semejante bodrio.

      Lo del lenguaje inclusivo está siendo un arma de doble filo que muchos utilizan para atacar a quienes no piensan como ellos. Me parece vergonzoso que quienes exijan respeto sean los primeros en no respetar a quienes no piensan como ellos. Estamos llegando a tales niveles de gilipollez (o gillipolleza), que hasta se están revisionando los cuentos infantiles para "adaptarlos" a la nueva realidad social. A este paso se van a acabar escribiendo cuentos en los que no pasa absolutamente nada, no vaya a ser que se ofenda alguien. "¿Y si le cambiamos el título a "El principito" de Exupery? ¿Por qué no "La princesita"? ¿Y si le cambiamos el sexo al prota? ¿Por qué ha de ser un niño y no una niña? ¿Es que las niñas no pueden protagonizar un cuento infantil o qué?". Y así, hasta el infinito.

      En fin, Rosa, ¿qué te digo? Pues muchas gracias por la visita y el comentario. Se agradecen. Un beso. : )

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  3. Pedroooo!!!
    Qué gozada volverte a leer! Creo que se me ha escapado alguna de tus entradas, pero todo llegará. Desde que comienzo tus escritos hasta el final en mi cara se dibuja una sonrisa de oreja a oreja. Gracias, muchas gracias, amigo Pedro.
    Cualquier tema que toques lo conviertes en algo divertido. Eres un alquimista.
    Vilma y yo te mandamos un fuerte abrazo y nos alegra saber que estás escribiendo mucho y variado, porque la sonrisa, como poco, está asegurada.
    Arrumacos de los peluditos

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    1. ¡Vilmaaaaa!

      Qué gozada recibir comentarios como los tuyos, querida Ana. Si en tu cara se dibuja una sonrisa cada vez que lees algo mío eso es porque me lees con buenos ojos. Como bien sabes, no sólo escribo cosas sazonadas con una pizca de humor; aunque es el género que más disfruto escribiendo. Por eso, cuando lectores como tú, a través de vuestros comentarios, me trasladáis vuestra alegría al leerme, es algo que me llena de satisfacción. Me hace sentir como el profesional que ha hecho bien su trabajo.

      Agradezco tus generosas palabras hacia mi forma de escribir. ¿Alquimista yo? Ojalá. Así convertiría el plomo en oro y adiós a los agobios económicos. Pero mucho me temo, amiga mía, que sólo soy un tipo que intenta divertir y entretener. Y con eso, me doy por satisfecho.

      Os envío saludos de vuelta para los cuatro. Cuidaos mucho. Y, sobre todo, procurad sonreir. No siempre es fácil, pero, cuando se logra, es de las cosas que mejor sabor tienen. : ) Abrazos, Ana.

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  4. Pues, fíjate, lo que dices de cómo trabajan los de FB a mí no me sorprende, viendo lo chapuzas que son con algunas cosas, solo se explica porque no tienen los medios ni la capacidad.
    Los tíos del Face que se ocupan de mis páginas de los dos blogs, deben de ser de China con un nivel de inglés peor que el mío a juzgar por el empeño que tienen en dejarme mensajes en ese idioma pero en plan chapurreado.
    Espero que tu escritura oculta, esa que te tiene apartado del mundo blog, vaya por buen camino. Y lo de no ser famoso, bueno eso tiene remedio, no tienes más que apuntarte a Gran Hermano, hacer el gilipollas y saldrás en programas de 'prime time' y luego te darán caseta propia en la Feria del Libro. Ese es el plan, otra cosa es qué estarías dispuesto a hacer para vender libros. No me voy a poner en plan moralista, porque yo moral no tengo mucha (ni de la ética ni de la de ánimos), así que de predicar que se encarguen otros.
    Besos mil.

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    1. Saludos, Kirke.

      Lo de FB es para hacérselo mirar. A mí no dejan de sorprenderme ciertos comportamientos. A veces me tarda una eternidad en cargar la ventanita de las notificaciones; otras me desespero con el dichoso Messenger; en otras se me bloquean las publicaciones justo al momento de darle "publicar", con lo cual he de reiniciar y volver a escribir la publicación palabra por palabra (¡qué coñazo!). En fin, igual sí que lo llevan tres julais desde Taiwán, ¡vete a saber!

      ¿Apuntarme en "Gran Hermano"? No, gracias. Lo de hacer el gilipollas en público nunca fue lo mío. Prefiero hacer el gilipollas en privado, como debe ser. ¿Qué estaría dispuesto a hacer para vender libros? Te lo diré: escribir mejor y mejores historias. Más allá de eso, nada. No pienso vender mi alma al diablo ni caer en el peor de los ridículos por vender más libros. Tengo una conciencia bastante puñetera, y si hiciese tal cosa me lo estaría recordando a todas horas por el resto de mis días. Honestamente, prefiero vivir con lo justo pero con la conciencia tranquila. Hay cosas que el dinero no paga.

      Si algún día me ves en una caseta de la Feria del Libro, fíjate en si no llevo un taladro en la mano. Igual soy el tipo de mantenimiento. ; )

      Besos, Kirke.

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