miércoles, 29 de abril de 2020

UNORTHODOX DESDE EL CONFINAMIENTO


Sexta semana de confinamiento. Ánimo, ya queda menos.
Siguiendo la recomendación de mi amiga Rosa Berros Canuria, hace un par de días me gocé los cuatro episodios de la miniserie de Netflix Unorthodox, que, traducida al español, viene a significar algo así como “nada ortodoxa”.
La serie está basada en la novela autobiográfica Unorthodox. The scandalous rejection of my hasidic roots (Nada ortodoxa. El escandaloso rechazo de mis raíces judías), escrita por Deborah Feldman.
Personalmente recomiendo verla en su versión original subtitulada. No por una cuestión elitista. De hecho, soy de los que, si me dan a elegir, prefiero ver las pelis y series en su versión doblada al español (de España). Si recomiendo ver esta serie en VOSE es por una mera cuestión de pragmatismo, ya que es la mejor manera de no perderse en la maraña dialéctica yiddish, que conforma el grueso de la trama.
La serie narra la historia de Esther, una joven nacida y criada en una comunidad ultraortodoxa judía (Williamsburg) de Brooklyn, la cual, siguiendo la tradición, acepta contraer matrimonio concertado con el hijo menor de un próspero joyero judío. La joven, abrumada por el peso de la tradición y bajo la permanente intromisión de su suegra y los miembros de su comunidad, siente cómo va ahogándose cada día más y más en un matrimonio que no la satisface. Eso, unido a una historia familiar compleja, que hace que esa misma comunidad que se jacta de acogerla y protegerla no dude en señalarla como «un bicho raro», empujan a la joven a tomar la decisión de abandonar a su esposo y huir de la comunidad, incluso del país, rumbo a Berlín, donde vive su madre, a la que no ve desde que la abandonó a los dos años de nacida.
Y como no quiero estropearle la experiencia a nadie, no desvelaré nada más de la trama.


Lo diré sin ambages: la serie es maravillosa. Absolutamente recomendable. Yo la vi de un tirón en una tarde. Sumados los cuatro capítulos, apenas llegan a las cuatro horas.
La fotografía es excelente, con una iluminación tenue que incide con milimétrica eficacia en la sensación de ambiente hermético y asfixiante de la comunidad. Casi notas como falta el aire en cada rincón o estancia.
Desde mi punto de vista, el montaje lo considero todo un acierto. Al no ser lineal, es decir, contar una historia de principio a fin siguiendo un orden cronológico, el hecho de que la narración esté salpicada de flashbacks nos ayudan a entender, y hasta sentir en primera persona, la sensación de asfixia que empujan a Esther a hacer lo que hace.

 
 La actriz que interpreta a Esther, la protagonista de la historia, se llama Shira Haas. Confieso que no la conocía en absoluto, y su interpretación me ha calado muy hondo. Abrumado por lo que acababa de experimentar busqué algo de información en Internet, y encontré un par de líneas en referencia a su soberbia interpretación en Unorthodox.
Sheena Scott, de Forbes, opina que Hass «ofrece una interpretación increíble, llena de sutileza, en la que refleja tanto los instantes de felicidad como la lucha interior constante del personaje, sin necesidad de palabras». Por su parte, James Poniewozik de The New York Times describió a Haas como «un fenómeno de expresividad y magnetismo».
Coincido plenamente con ambas opiniones. Sin grandes aspavientos, ni histrionismos innecesarios, algo que se suele dar mucho en nuestro cine, esta chica muestra una paleta de sentimientos y emociones que consigue traspasar la pantalla. Ni sé la de veces que ha logrado ponerme la piel de gallina en determinadas escenas. Incluso no he podido evitar soltar algunas lágrimas, como la escena en el primer capítulo en el que Esther asiste de incógnito al ensayo de una orquesta de jóvenes estudiantes en el conservatorio de música de Berlín.
He de señalar que la música clásica tiene un peso muy importante en la trama, por motivos que se desvelarán al final de la serie. Cada vez que anda la música de por medio te sientes invadido por idéntica emoción a la que experimenta Esther, lo cual me ha resultado un valor añadido a una experiencia ya de por sí emocionante.
Contemplar los ojos bañados en lágrimas de Esther mientras escucha a los estudiantes en el conservatorio ejecutando a Bach, o a un coro de jóvenes en una iglesia entonando una pieza de Mendelssohn, consigue erizarte la piel y contagiarte su emoción; y todo ello sin decir una sola palabra. No hizo falta. Su rostro, sus ojos, su cuerpo menudo y frágil se encargan de hablar por ella.


Para finalizar, me gustaría dejar una pequeña reflexión en torno a la religión, que es uno de los temas principales de la trama. En un momento de la serie, el marido de Esther, sorprendido por la inteligente réplica que su esposa le esgrime para rebatirle uno de sus retrógrados argumentos, le grita ahogado por la impotencia: «¡Las mujeres no pueden leer el Talmud!». El Talmud es el libro sagrado de los judíos, algo así como La Biblia para un católico.
Esto me hizo preguntarme: ¿por qué todas las religiones, al menos las que conozco, tratan a las mujeres como seres inferiores? Este pensamiento, arcaico y retrógrado en grado sumo, encierra en sí mismo una sorprendente paradoja, pues, aún tratando a la mujer de ser inferior, al mismo tiempo la temen. ¿No será que los inferiores son ellos, que se afanan por ocultar su más que evidente inferioridad bajo capas y más capas de autoridad?
Desde niños nos enseñan en las escuelas que fue Eva quien convenció a Adán de pecar contra Dios, y que Adán, incapaz de resistirse al poder de seducción de Eva, optó por caer en la tentación. Dando por hecho que todo eso es cierto, y que ocurrió tal y como nos lo cuentan, yo os pregunto, ¿quién es el inferior en esta historia? Yo lo tengo claro. ¿Y tú?



10 comentarios:

  1. Cuánto me alegro de que te haya gustado la serie. Unos días después de escribir la entrada en que hablo de ella, vi un pequeño documental (25 minutos) sobre "cómo se hizo Unorthodox". Es de lo más interesante. Te enteras de muchas cosas acerca de la comunidad porque es muy peculiar, no solo son judíos ortodoxos jasídicos. La cosa tiene más tela.
    A Shira Haas la conocí en otra serie de Netflix, "Shtisel", también de judíos ortodoxos en un barrio de Jerusalen. Otra serie de lo más recomendable, aunque son más episodios (24 en dos temporadas de 12).
    Ah, y gracias por mencionarme en la entrada.
    Un beso.

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    1. Saludos, Rosa.

      De los judíos lo poco (o mucho) que sé se lo debo al cine. Sobre todo a Woody Allen. Si bien Woody suele ser bastante crítico con ello. Si te gusta el cine norteamericano (como a mí), no te resultará difícil encontrar referencias a la cultura judía en cualquier producción. Eso tiene una explicación: los judíos controlan una parte muy importante del negocio del entretenimiento. La lista de actores, cómicos, directores o productores judíos es enorme, empezando por Adam Sandler y acabando por Steven Spielberg. Confieso que a mí, en ocasiones, me satura un poco. Imagínate un país en que de cada 100 películas 75 contuviesen referencias a la Guerra Civil Española. Sería insufrible, ¿no? ; )

      Me apunto lo del documental y la serie. Aún sigo impactado por la belleza de "Unorthodox".

      Cómo no mencionarte, si vi la serie gracias a tu recomendación. Hablabas tan bien de la serie que me empujó a verla. Y te lo agradezco, porque, como ya he dicho, ha sido una experiencia electrizante.

      Un beso, Rosa.

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  2. A mí me la recomnedó una amiga y mi mujer y yo nos la "tragamos" (en el mejor sentido de la palabra) en un fin de semana, dos episodos el sábado (o debería decir sabbat, je,je) y los otros dos el domingo (el día del Señor para los cristianos).
    Debo decir que me impresionó, a pesar de conocer muchas de las tradiciones hebreas y el modo de vida de los ortodoxos judíos. Ver el sometimiento de la mujer ante el hombre y de toda la comunidad ante su rabino, como un patriarca gitano, me revuelve las tripas.
    Puestos en la película en cuestión, hay que destacar que el marido de Esther me pareció un buen tipo, dentro de lo que cabe, que la ama y quiere hacerla feliz a su manera pero que no la entiende porque él, a su vez, está sometido a las rígidas (y absurdas) reglas de su religión. Otra cuestión importante, desde mi ounto de vista, es la analogía entre ese machismo judío y el de los "gentiles", es decir nosotros. Y es que la mujer es a la vez víctima y transmisora de esa dominación/sumisión. Solo hay que ver cómo la tratan las mujeres de su propia familia y de su entorno, como a una loca o apestada.
    Por último, señalar que, indagando en la historia real de Deborah Feldman, ella misma confiesa que la historia no se desarrolló exactamente como se ha llevado a la pantalla, en cuanto a algunas situaciones y lugares donde tuvieron lugar. Aun así, me parece que la adaptación al cine ha dado un gran resultado. A mí, en particular, ha incrementado aun más mi profundo rechazo, rozando la repulsión, a esas religiones que consideran a la mujer un simple objeto transmisor de vida (hay que engendrar sea como sea) y de disciplina sumisa.
    Si la Biblia hubiera sido escrita por la mano de una mujer (cosa obviamente impensable), quizá el malo en el Paraíso Terrenal habría sido Adán, je,je.
    Un abrazo.

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    1. Saludos, Josep.

      Muy interesantes tus reflexiones. Y celebro compartir contigo el rechazo ante cualquier tipo de sometimiento, sea del tipo que sea (físico, emocional, económico, religioso, etc), y contra quien sea (mujer, hombre, niño, niña, anciano, etc).

      Las religiones llevan con nosotros desde los albores de la Humanidad, y han sido fuente de no pocas luchas y enfrentamientos entre bandos a lo largo de la Historia. A ellas les debemos grandes genocidios y crueldades sin límite: la esclavitud en el Egipto faraónico, las Cruzadas, la Inquisición Española, las Intifadas, etc. Todas las religiones que hayan existido y existen poseen su propia cuota de poder, llegando, incluso, a sobrepasar al de los gobernantes de los países que los acogen en su seno. Yo no estoy en contra de la religión. Allá cada cual y sus creencias. Lo que sí me subleva y me indigna es el abuso de poder que ostentan, y la imposición de sus creencias o el señalamiento a los que no piensan como ellos, tachándolos de "herejes", "infieles" o "gentiles".

      Estoy contigo en que el marido de Esther no era un mal tipo. De hecho, creo que, a su manera, estaba realmente enamorado de su esposa. Lo que ocurre es que era un niño de mamá, un inmaduro, demasiado pegado a las faldas de su madre e incapaz de contradecirla en nada. Sólo hay que ver la cara de cordero degollado que pone cuando anuncia a la familia que su mujer se ha ido de casa: parece un niño temeroso de recibir una reprimenda de sus padres por haber roto un jarrón dentro de casa con un balón de fútbol. Confieso que con su personaje -la interpretación del actor es sublime- experimenté un gran arco emocional, pasando del rechazo y la indignación inicial ante su falta de madurez y su conducta pusilánime, a la comprensión y hasta la lástima al comprobar el intenso amor que sentía por su esposa, y que se demuestra en varias de las escenas finales.

      Recibe un afectuoso abrazo, Josep.

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  3. Yo terminé de ver la serie hace unos días y también quedé impactada. No sabía que se trataba así a las mujeres en la religión judía ultraortodoxa, aunque bien mirado, tampoco me extraña porque la religión siempre ha sido utilizada como una herramienta de poder por parte de algunos para someter a quienes quieren dominar, y en este juego de dominio y sometimiento, las mujeres siempre se llevan la peor parte.
    Viendo cómo tratan a la mujer en este sector de los judíos yo me preguntaba qué diferencia había con los tan denostados, por parte de esos mismos judíos, musulmanes extremistas. La mujer como "fábrica" de hijos y "descanso" del guerrero, siempre al servicio del macho. La historia de siempre, da igual el dios, o las creencias, cuando se quiere dominar y no hay razón lógica que lo sustente, se acude a instancias superiores, a Dios, para que así no haya nada que objetar: con la iglesia hemos topado, querido Sancho (y por 'iglesia' no solo me refiero a la católica).
    Yo no creo que las religiones, o mejor dicho, la interpretación que se hace de algunas por parte de ciertos sectores, crean que las mujeres son inferiores, a mí me parece que lo que pretenden es que las mujeres se crean eso para tenerlas a su servicio. De hecho, y siguiendo con la serie, a mí lo que más me impactó es cómo algunos personajes femeninos eran los más críticos con la postura de Esther (la suegra por ejemplo, menuda 'elementa').
    Estoy contigo que la serie es estupenda, por lo impactante y, en mi caso, por lo sorprendente que me resultó saber de los usos de esos ultraortodoxos donde tampoco faltan los hipócritas (como el primo que se va con el marido de Esther a buscarla a Berlín). Por cierto, que una judía tenga que huir de EEUU para buscar refugio en Alemania... tiene bemoles y mucha metáfora irónica.

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    1. Saludos, Kirke.

      Lo más sorprendente, a mi juicio, es que este tipo de conductas sigan estando vigentes hoy día, en pleno siglo XXI. Como digo en el post, no conozco ninguna religión en la que la mujer tenga un papel protagonista o, cuanto menos, igualitario con respecto a sus homólogos masculinos. De hecho, habría que remontarse a las deidades griegas y romanas para hallar diosas (Afrodita, Artemisa, Atenea, Perséfone o Circe, a la que conoces muy bien). Si lo piensas, parece que desde la irrupción del cristianismo hemos ido para atrás en ese sentido, ya que se cargaron de un plumazo la presencia femenina en el olimpo de los dioses, reduciendo su papel a "esposa de", "madre de" o "hija de", y no siempre para dejarla en buen lugar.

      La suegra de Esther se las trae. Fíjate que tiene más carácter que su marido, al que no duda en afear la conducta y hasta en recriminarle en público por no mostrarse más severo con su hijo. Ahí tenemos otra clave de porqué el machismo sigue tan enraizado en nuestra cultura, no sólo por los tíos.

      El primo Moisés es otro elemento de cuidado: mujeriego, jugador, fumador empedernido, macarra. Ya lo dice la madre de Esther en una de sus escasas conversaciones íntimas con su hija: "A lo largo de la historia de nuestra comunidad ha habido muchos "Moisés". Yo también tuve el mío, que me obligó a abandonarte y huir".

      Tienes mucha razón con lo de abandonar EEUU para buscar la libertad en Alemania; suena a metáfora, o a crítica soterrada, como queriendo decir: "Ya ves, la supuesta tierra de las libertades no lo es tanto como quieren hacernos ver".

      Sin duda, esta serie ha sido todo un hallazgo. Y no sólo por lo que cuenta, sino por la forma de contarlo: la fotografía, la iluminación, la sobriedad de la puesta en escena y unas interpretaciones sublimes. ¿Se nota que me ha gustado mucho? ; )

      Gracias por la visita y el comentario, Kirke. Un abrazo.

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  4. Hola Pedro coincido con vosotros que la serie es un gran descubrimiento y sí ese momento de Esther en el conservatorio es de los que emocionan, pero a lo largo de los capítulos hay varios momentos que te erizan el vello.
    También estoy de acuerdo contigo en visionarla en versión original, creo que gana mucho. A mi personalmente me gusta más ver las películas en versión original y escuchar las voces de los actores. La protagonista a la que no conocía borda el papel, en ningún momento la notas sobreactuando y me encantó cuando consigue liberarse precisamente en Berlin.

    Si no has visto el reportaje que comenta Rosa, hazlo porque te aporta un buen conocimiento de cómo se hizo la serie y de esta comunidad tan extremista que, yo personalmente desconocía. Los extremismos sean los que sean no aportan nada bueno.

    Me sorprendió desagradablemente el pobre papel que se otorga a las mujeres, indignante, y estoy contigo que desgraciadamente es muy habitual en muchas religiones que se relegue a la mujer a poco más que a una simple comparsa y da para un buen análisis, no sé si es un complejo de inferioridad, miedo o que las mujeres hemos callado demasiado pero desde luego ofende ese trato como si fuéramos inferiores. Mucho mejor escoger la ciencia que manzanas y pecados originales.

    Un saludo

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    1. Saludos, Conxita.

      Estoy contigo en que Esther, o más bien la actriz que la interpreta, cuenta con infinidad de momentos de desbordante emoción. Incluso sin pronunciar una sola palabra ni hacer ningún tipo de gesto consigue transmitir un torrente de emociones. Como cinéfilo empedernido agradezco este tipo de sobriedad, pues si hay algo que me molesta sobremanera es la sobreactuación. En España, nuestros actores y actrices suelen caer en la sobreactuación (mal endémico compartido entre ellos y quienes los -mal- dirigen). Eso, unido al hecho de no vocalizar correctamente, hace que se me quiten las ganas de ver series españolas, ¡ni siquiera con subtítulos! :P

      No conozco muchas religiones en profundidad, pero de lo poco que sé de las tres grandes (catolicismo, judaísmo, islamismo), la mujer ocupa un papel secundario en ellas. En el catolicismo, que es la que me toca más de cerca, nunca entendí porqué la mujer no puede dar misa, por ejemplo, o porqué un sacerdote no puede casarse y tener hijos (eso del celibato me parece una gilipollez como un piano), como si la mujer fuese una apestada causante de la mayor parte de los problemas del mundo, cuando es justo lo contrario: la mujer es la perpetuadora de la especia, pues sin ellas no existiríamos ninguno de los que estamos aquí, incluidos los fanáticos extremistas.

      Muchas gracias por la visita y el comentario, Conxita. Por cierto, ¿al final tu hijo se acabó el libro? Tengo curiosidad. ; )

      Un abrazo.

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    2. Hola Pedro antes de nada discúlpame porque no te comenté. Mira, me sabía mal que no lo hubiera leído aunque era un tarea muy complicada. De hecho, aunque no tiro la toalla, la lectura no le gusta mucho. De hecho es de esos casos en los que no se confirma que de padres lectores salen hijos lectores, siempre me han visto con un libro, he leído con ellos desde chiquititos, hacíamos excursiones a la biblioteca quincenales y elegían sus lecturas y sin embargo no conseguí que disfrutara de la lectura pero no me rindo porque mi hijo menor sí que ha retomado el hábito de la lectura.
      Yo sí lo leí y esto te tenía que haber contado. Disfruté de tu imaginación y del fino sentido del humor que impregna todo el libro que hizo que en algunos momentos soltara una carcajada y eso con la lectura me resulta muy complicado. Siempre comento que el humor es complicadísimo y admiro mucho a los que nos hacéis soltar unas risas, el humor nos ayuda mucho.
      Un abrazo

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    3. Saludos, Conxita.

      Lamento que tu hijo no haya heredado tu amor por la lectura. Aunque, si le gusta el cine, las series de TV o la música, igual es lector y no lo sabe, ya que el cine, las series y la música se nutren de historias que alguien escribe. Así que, aún no está todo perdido. ; )

      Te lo doy las gracias, una vez más, por haber confiado en mí como autor. Y te agradezco las amables palabras que me dedicas. Hacer reír a alguien con mis historias es algo que me enorgullece, pues hace que mi trabajo cobre sentido.
      Y sí, te doy toda la razón: escribir humor resulta muy complicado. Celebro que mis historias te hayan hecho pasar un rato ameno y agradable, pues de eso se trata: de entretener y divertir, que bastante complicado lo tenemos en el día a día con lo que tenemos encima.

      Recibe un afectuoso abrazo, Conxita.

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