Otra semanita más seguimos
confinados... pero menos. Ahora, además de para salir a comprar y pasear al perro y sacar a los niños a que les de el aire, ya podemos salir a la calle
a hacer ejercicio. De 6:00 a 10:00 de la mañana. Pues, ¿sabéis
qué?, ahora no me da la gana salir de casa para hacer
ejercicio. Hala. :P
Hace años, en referencia a
los sanatorios mentales o manicomios, mucha gente solía decirme:
«Tío, hay más locos fuera que dentro». Viendo los “daños
colaterales” que la actual situación de confinamiento está
provocando en nuestra sociedad, no puedo por menos que dar fe de
ello. Hace unos días se daba cuenta en televisión de cómo una
mujer mordía a un policía que intentaba detenerla por saltarse el
confinamiento, a un pureta liándose a tiros con una escopeta de caza
en mitad de la calle y a otro amenazando con tirarse desde el balcón
de su ático agobiado porque no lo dejaban salir de su casa —supongo
que para ir al parque a echarse unas partiditas de petanca con sus
colegas viejunos—.
La gente está muy mal, ¿no?
Lo dicho: «Hay más locos fuera que dentro».
Y hablando de gente que no
anda muy bien de la azotea, ¿os habéis dado cuenta del número de
zotes que están al frente de las supuestas naciones más poderosas
del planeta?
Por un lado tenemos a Donald
Trump en EE. UU. Al lumbreras éste no se le ha ocurrido otra
gilipollez mejor que recomendar a sus conciudadanos que se inyecten
desinfectante en su organismo para acabar con el Covid19. Y
este menda es el presidente de la nación más poderosa del
mundo. Agüita colega.
Por otro lado tenemos a
Vladimir Putin en Rusia. Este tío sí que da yuyu de cojones, con
esa cara de asesino en serie que trae de fábrica. Desde luego, el
tipo es un digno heredero de Stalin, otro elemento de cuidado. Da
miedo pensar lo que les pasa a estos mendas por esas cabecitas.
Aquí cerquita tenemos a
Boris Johnson en Gran Bretaña. Creo que jamás he visto a nadie al
que le quede peor un traje. Parece el típico cuñado que te
encuentras en una boda y que sabes que no se ha puesto un traje ni
una corbata en su puta vida. Y esos pelos, por Dios. Me recuerda a
Worzel el espantapájaros, el protagonista de una serie
de los 80 que veíamos los pibes de la generación de EGB.
Este es Worzel, el espantapájaros. Cualquier parecido con Boris Johnson no es coincidencia. |
El amigo Boris, pieza clave del
brexit, a juzgar por sus pintas y su manera de actuar no se
diferencia demasiado de sus jóvenes compatriotas descerebrados que
vienen a España a hacer el gamba bebiéndose hasta el agua de los
jarrones y tirándose desde los balcones de los hoteles a las
piscinas, haya agua o no en ellas.
Por el lado asiático
tenemos al Kim Jong-Un, un tipo que, cada mañana al levantarse de la
cama, no debe tener muchos problemas a la hora de decidir qué
ponerse. No me cuesta mucho imaginar un vestidor de la leche
instalado en su dormitorio provisto con centenares de trajes
idénticos, todos perfectamente planchados y listos para que un ugier
venga y le vista, no vaya a ser que el figura se hernie al atarse los cordones de sus zapatos.
La vida, en ocasiones,
resulta mucho más absurda en sí misma de lo que pudiera imaginar
una mente tan retorcida como la mía.
En España tampoco podemos
quejarnos. Lo que tenemos aquí no es moco de pavo. Y lo mejor de
todo es que, por si no teníamos suficiente con un presidente zote,
tenemos la gran suerte de tener 17 presidentes zotes más al frente
de las 17 autonomías en que se divide nuestro maravilloso y
estupendo país. Y es que en España nos encanta duplicarlo todo:
administraciones, impuestos, cuerpos de seguridad, incompetencias. No
me extraña que estemos siempre a la cabeza en el ranking de
piratería a nivel mundial, ¡con lo que nos gusta duplicarlo todo!
La tele sigue siendo una
mierda; cuando no son las Campos —menuda saga—, son los
supervivientes de esa isla en la que se supone que sobreviven a casi
todo menos a su propia estupidez, el supuesto "periodista" que ni es periodista ni es na, que se dedica a estafar a la peña y a vivir del cuento —como la mayoría de los que salen en la tele, por cierto, que tampoco son periodistas ni son na—, o la Marta y el meapilas de su ex,
que con el rollo ese que se trae de «yo,
la verdad, es que de ese tema no quiero hablar; por favor, no me
hagáis hablar; yo es que no quiero decir nada más, de verdad», la pájara
esta lleva dos semanitas que no ha librado ni un solo día de salir en la
tele —y cobrando, por supuesto, que aquí los cuernos y las
miserias no se exponen de manera gratuita. Aquí hay que pasar por
caja, ¡tchin!—.
Menos
mal que gracias a Internet y a mi insaciable curiosidad me puedo
hacer una tele a medida. Desde el viernes, por ejemplo, llevo
viéndome un montón de conciertos y documentales que me he ido
pillando en Internet de música rock de los 60 y 70.
El
viernes empecé con el Festival
de Monterey de 1967, con
Jefferson Airplane,
Grateful Dead,
Country Joe And The Fish,
y las explosivas actuaciones de Jimi
Hendrix y The
Who. Aluciné de nuevo con
Janis Joplin,
que se marcó una actuación absolutamente memorable. Me emocionó ver la cara de
asombro de Mama Cass Elliot,
de Mamas & The Papas,
alucinando con Janis. Me la imaginé pensando: «¿Cómo demonios
consigue esa chica tan menuda y de apariencia tan frágil sacar ese
torrente de voz tan poderoso y sensual?». Se me eriza la piel al
escuchar a Janis ejecutando esa impresionante versión del Ball
and chain. Podéis verla
en Youtube. Es alucinante.
Janis Joplin está inmensa en el Festival de Monterey de 1967. Ya no nacen estrellas así. Lo sé, me hago viejo. |
El
sábado me pasé al Woodstock
del 69. Tengo la película en
DVD y dura casi cuatro horas. La putada de esa peli es que faltan
algunas actuaciones, como las de la Creedence,
Johnny Winter o el concierto
que dieron Crosby, Stills, Nash
& Young, y que por
problemas de derechos entre compañías discográficas y
representantes no se pudo incluir ningún metraje en la cinta.
De
ahí pasé al Festival de la Isla
de Wight en 1970. Conseguí
hacerme con varias actuaciones de Jimi
Hendrix, Emerson,
Lake & Palmer, Free,
Taste,
Ten Years After,
The Who
y Jethro Tull.
Incluso desempolvé una vieja cinta en VHS que tenía guardada por
ahí con la peli que se hizo recopilando algunas de esas actuaciones.
La peli se llama Message to
love: The Isle of Wight Festival 1970.
Peter Townshend de The Who, ofreciendo uno de sus memorables conciertos en los 70's |
Lo
cierto es que, gracias a todo este material, el rollo del
confinamiento se me está haciendo mucho más llevadero.
Todo sea por escapar del
tedio y la estupidez —la propia y la ajena—.
Las situaciones "estresantes" sacan lo mejor y lo peor de cada uno, pero sin duda lo que más abunda es lo peor. Aunque a veces uno se sorprende al ver cómo alguien que ha pasado siempre desapercibido, ese tipo, o tipa, aparentemente gris e insulso/a, de pronto saca todo su potencial haciendo un acto ejemplar e incluso heroico, por regla general sucede lo contrario, saliendo el enegúmeno egoísta que practica el "sálvese quien pueda".
ResponderEliminarDel mismo modo, durante este confinamiento, muchos han perdido la chaveta o bien han aflorado sus impulsos recónditos más deplorables, vergonzosos o ridículos, sacando del armario su faceta de payaso o de asesino en potencia.
Y por otro lado tenemos a esos líderes mundiales merecedores de la medalla de oro al más descerebrado. Miedo me dan. Pero luego, alguien te dice aquello de que tenemos los políticos que nos merecemos, y te sientes tan culpable que dices que no volverás a votar nunca más.
Y ante este espectáculo global, es normal que uno se cierre en sí mismo y se encierre en casa, aprovechando esta oportunidad que nos brinda el confinamiento forzoso, para disfrutar de nuestras cosas a espaldas de los demás. Y como todos tenemos un puntito de locura, pues nos dedicamos a hacer y a ver lo que nos place, por raro que les parezca a las personas "normales".
Yo me he volcado en las series, tanto en Netflix como en Movistar+. Una forma como otra de aislarme del mundanal ruido. Y lo de ver los conciertos y actuaciones que mencionas es cojonudo. Me has dado una idea. Pero yo no tengo ningun CD, así que tendré que buscar entre los documentales o en Youtube. ¡Qué tiempos musicales aquellos! Pero me sorprende que, con lo joven que eres en comparación a mí, tengas esa filia por la música de los años 60 y 70. Cuando lo de Woodstock, yo tenía 19 años y justo despertaba mi pasión por esos grandes del rock. Un grupo reducido de amiguetes y yo nos comprábamos todos sus discos en Andorra o en una casa de dicos de importación y/o de segunda mano. Éramos los raritos de la clase, pues por aquel entonces en España lo que se llevaba era la música de los Brincos, Los Bravos y Fórmula V, je,je.
Un abrazo.
Saludos Josep.
EliminarLa famosa frase de "Hay más locos fuera que dentro" la llevo escuchando desde que era un enano en pantalones cortos. Y a lo largo de mi vida he podido constatar la certeza de semejante aseveración. En realidad, pienso que todos tenemos un punto de locura, sólo que algunos logramos reprimirla o canalizarla hacia senderos más productivos y otros simplemente se dejan llevar por ella hasta traspasar todos los límites tolerables. Por ejemplo, ahí tienes el ejemplo de Keith Moon, el excelso batería de The Who, que era un lunático de cuidado. Su lista de "locuras" llegaba a tal extremo que en una famosa cadena de hoteles de los EE.UU., junto a una de esas alarmas contra incendios, habían colocado un cartel que ponía: "Romper el cristal en caso de que se aloje Keith Moon".
Cuando Woodstock en 1969 yo ni siquiera había nacido. Mi pasión por la música rock de los 60 y 70 me viene desde que era un chaval. Con 13 años un vecino de mi edificio me regaló una cinta grabada Sony color caramelo con un recopilatorio de Deep Purple (con los años supe que aquel recopilatorio era el "Deepest Purple"). Lo recuerdo como si estuviese ocurriendo ahora mismo: cuando escuché la intro de "Space trucking" me quedé alucinado con el batería, Ian Paice. Ni sé la de veces que escuché aquella cinta. Desde entonces, Deep Purple se convirtió en "mi banda", y me pasé los siguientes años pillando cuanto disco suyo cayese en mis manos. De ahí pasé a Black Sabbath, AC/DC, Kiss, Led Zeppelin, UFO, Uriah Heep, etc.. Y aunque he escuchado y escucho música de todas las épocas y estilos, mi pasión por el rock de los 60 y 70 ha ido creciendo año tras año, hasta convertirse en una obsesión por tenerlo todo, o, al menos, todo lo que me llama la atención. Aún hoy sigo descubriendo bandas y discos, lo cual me parece increíble. Gracias a Internet estoy accediendo a un montón de material que ni en mis mejores sueños de adolescente podría haber soñado con tener algún día. El caudal de información y de material que se comparte en las redes es inabarcable. Sólo necesitas curiosidad, un ordenador y una buena conexión a Internet. Ah, y tiempo. Yo tengo la gran suerte de que no me gusta la tele, me aburre, por lo que procuro hacerme mi propia programación cada día, jugando a ser mi propio programador.
Un abrazo, Josep. Y como cantaban los Who... ¡long live rock!
Es increíble la cantidad de gente que no soporta estar en su casa y lo pasa realmente mal. Yo siempre he sido muy de interiores. Salvo para algún encuentro de amigos no saldría para nada. me fuerzo a salir a caminar por hacer un poco de ejercicio, pero en mi casa tengo todo lo que necesito para estar a gusto: libros, series y películas, mi ordenador y mi cocina. Con todo eso y la compañía de mi pareja, tan solo echo de menos a mi hijo al que hace cuatro meses largos que no veo. No entiendo como nadie puede morder a un policía. Desde luego que hay más fuera que dentro. Y muchos en puestos de poder como bien mencionas.
ResponderEliminarUn beso.
Parecemos almas gemelas, Rosa. Y pienso exactamente lo mismo que tú: como en casa de uno, en ningún sitio. No entiendo la gente que se pasa media vida, cuando no la vida entera, trabajando, deslomándose, tratando con gente que no soporta y ahorrando e invirtiendo en crearse un hogar a su medida para luego pasarse la mitad del tiempo intentando escapar de él. Es como si se ahogasen en sus casas, como si les faltase el aire. En mi caso, mi hogar es mi santuario. En él tengo todo lo que necesito para ser medianamente feliz. Y por si fuera poco, encima me "aisla" -nunca mejor dicho- de compañías indeseadas. Lo dicho: como en casa de uno, en ningún sitio.
EliminarDe todos los locos que andan sueltos los peores, sin duda, son los que ostentan alguna cuota de poder, pues con sus decisiones arrastran en su locura a un montón de gente. Por eso no sigo a ningún "iluminado". Para mí todos son igual de perniciosos. Van a lo que van, y no confío en ninguno, ni de un signo ni de otro, pues todos ellos persiguen un mismo objetivo: vivir a costa del trabajo de otros.
Un beso, Rosa.
Estoy de acuerdo contigo Pedro, quizás por eso no veo la televisión ni siquiera las noticias, me molesta que ni siquiera en una situación tan extrema los responsables políticos no sean capaces de aparcar esa supuesta política que hacen y ponerse a remar todos en el mismo barco. Me parece tan indigno que decidí ni siquiera mirar las noticias.
ResponderEliminarMe enfada pensar que estamos en manos de tanto incompetente y no solo por aquí, el problema es que el mundo está lleno de ineptos incompetentes que se lo cargan todo y siguen ahí.
Afortunadamente las series, películas y lecturas me hacen pasar un buen rato.
Un abrazo
Me alegra saber que somos unos cuantos los que coincidimos en nuestra apreciación del mundo que nos rodea. Y digo esto porque, en ocasiones, no puedo evitar verme a mí mismo como un viejo gruñón al que le molesta casi todo lo que ve y escucha. No soporto la idea de que nuestros destinos dependan en buena medida de gente a la que nuestros destinos les importa un carajo. Me indigna ver en manos de quienes estamos, pues hace que mi fe en la humanidad se resienta de manera considerable. También me descorazona comprobar que, en medio de una de las mayores crisis globales a la que nos hayamos enfrentado jamás, tengamos al frente a la clase política con el índice de zotes por metro cuadrado más alto de la historia. Miedo da.
EliminarComo tú dices: afortunadamente tenemos un montón de series, películas y libros para hacer un oportuno paréntesis entre tanta miseria moral.
Gracias por la visita y el comentario, Conxita. Recibe un afectuoso saludo.