miércoles, 28 de abril de 2021

NI "DÍA DEL LIBRO" NI NÁ

 

Foto libre de derechos bajada de Pixabay


Hace unos días se celebró el Día del Libro en todo el mundo, y parte del extranjero.

En Burundi, por ejemplo, la gente en masa salió a las calles de Buyumbura, la ciudad más poblada de Burundi, pidiendo a gritos libros por un tubo. Conviene matizar que, en el centro de Buyumbura, el gobierno tiene instalado un tubo de 35 cm de diámetro a través del cual se dejan caer un montón de libros que nadie lee, como Premios Planeta o mierdas de ese estilo, o libros de autores coñazo de los que llevan siglos promulgando a los cuatro vientos “la muerte de la novela” mientras ellos, curiosamente, siguen publicando novelas.

Como era de esperar, y por quinto año consecutivo, ninguno de mis libros estuvo en la lista de los Libros Más Vendidos. Tampoco estuvo en la lista de los Libros Menos Vendidos. Sí estuvo, al menos, en la lista de los Libros Y Autores Que No Venden Un Carajo. Algo es algo. Sin embargo, duró poco en esa lista, apenas unos minutos, ya que pronto desapareció y su puesto fue ocupado por otros libros y autores que tampoco venden un carajo. El mundo de la autopublicación es muy duro, amigos.

Una lástima, la verdad. Este año tenía la esperanza de vender al menos diez mil ejemplares de cualquiera de mis libros, o cinco mil, lo que me hubiese permitido quitarme de encima al pesado de mi casero por una buena temporada.

¿Y por qué albergaba esa esperanza? Bueno, como se suele decir: “la esperanza es lo último que se pierde”. Aunque, en mi caso, no estoy muy seguro de que esa máxima o frase hecha se cumpla a rajatabla. Esto lo digo porque mi estudio, el lugar donde trabajo, es una auténtica leonera, y lo más probable es que, de seguir la esperanza a mi lado, permanezca extraviada bajo una abultada pila de papeles, de libros leídos o a medio leer o blocs de notas con ideas y garabatos de todo tipo. Pobrecita; la esperanza, digo.

Y es que en mi estudio, o zona de trabajo, donde, como ocurre con el Universo, el caos se expande a sus anchas, he perdido de todo. He perdido apuntes, he perdido cómics, he perdido cedés, y hasta he perdido la paciencia. Lo único que no he perdido han sido los kilos que me sobran. Para eso tendría que reconvertir mi estudio en una sauna, y pasarme allí encerrado, sudando como un cochino, un porrón de horas al día. Aunque, ahora que lo pienso, estos últimos veranos en mi estudio ¡han sido una sauna!

Volviendo al tema de lo poco que se venden mis libros; la verdad, no soy capaz de hallar una respuesta lo suficientemente consistente como para aclarar lo que pasa. El porqué mis libros no se venden un carajo sigue siendo un misterio para mí. Y eso que lo he intentado todo para darlos a conocer.

Hace poco, sin ir más lejos, aprovechando un post que subí al blog hablando de mis últimas lecturas, inserté así, como quien no quiere la cosa, unos enlaces a los adelantos gratuitos de mis libros, además de enlaces directos a la web de Amazon donde poder adquirirlos, tanto en formato papel como digital, a golpe de click —y de tarjeta de crédito, claro—.

¿Y sabéis qué? Ni por ésas. A pesar de mis esfuerzos, no vendí ni un solo ejemplar.

Pero ahí no queda la cosa. En mi vida diaria también procuro sacar a colación el tema de mis libros. Por ejemplo, hace unos días mantuve la siguiente conversación con una chica la mar de simpática que acababa de conocer.

Hola —dijo ella.

Hola. Soy escritor.

Muy bien —dijo ella, obviando mi patético intento por centrar la conversación en mi faceta artística.

Tengo tres libros publicados —persistí.

De acuerdo.

Son muy divertidos.

Bien.

Y han cosechado muy buenas críticas. Incluso ha habido lectores que me han pedido dedicatorias y autógrafos.

¿Quiere una bolsa o trae una de casa?

Tengo bolsa, gracias. Y tres libros publicados.

Son 17,85. ¿Efectivo o tarjeta?

Efectivo. Se trata de una trilogía. Los tres de temática muy variada, escritos con mucho humor y mucho...

Gracias por su visita. Si es tan amable de retirar su compra. He de seguir atendiendo a los demás clientes.

Señorita, ¿a cómo está el kilo de naranjas? —intervino una septuagenaria algo despistada que, justo en ese momento, se acercó hasta la caja del súper.

Todos nuestros productos están etiquetados con su precio. Si tiene alguna duda sólo tiene que pasarlo por el escáner.

¿Qué es un escáner? —dijo la señora.

Tranquila —intervine yo, siempre dispuesto a ayudar—. Yo acompaño a la señora. Buenas, señora. Si tiene la amabilidad de acompañarme le enseñaré qué es un escáner y cómo funciona. Por cierto, soy escritor, ¿sabe? ¡Y tengo tres libros publicados! ¡Y son la mar de divertidos!

Tranquilos. Quiero dejar claro que no le vendí ningún libro a la pobre mujer. ¿Me tomáis por un desalmado? Puede que no venda un carajo, pero uno tiene su corazoncito. A lo mejor ahí se encuentra la clave de porqué no vendo un carajo. En fin, habrá que seguir dando la brasa en redes.

A propósito, ¿os he dicho ya que soy escritor y que tengo tres libros publicados? Pues sí. Lo soy. Y mis libros están la mar de bien. Son muy entretenidos, con mucho humor y eso. Y además, están a muy buen precio, oiga. Por menos de 10 euros te puedes hacer con un ejemplar de cualquiera de ellos en papel. No me diréis que no es para pensárselo. Total, ¿qué son 10 euros hoy en día? Nada. Os dejo un enlace a mi post de promoción. Pinchad aquí. Tenéis enlaces gratuitos a mis libros. Podéis clickar en ellos sin problema. Tranquilos, no muerden. Uhm. ¿Será por eso que nadie pincha en ellos? No creo. ¿O sí?




3 comentarios:

  1. Querido amigo y compañero de fatigas. No hace falta decirte cuánto te comprendo, pues yo también ocupo ese lugar privilegiado de los escritores que no venden un carajo. Solo decirte (aunque ya sé que no te servirá de consuelo, porque no eres tonto) que después de casi cuatro años y medio de haber autoeditado mi recopilación de relatos "Irreal como la vida misma" solo he vendido poco más de 30 ejemplares, con lo que por poco (un libro en papel más y lo consigo) no he podido cubrir los gastos. Y eso que creo haberme hecho muy pesado insistiendo una y otra vez sobre la existencia de mi libro. La última ocasión fue, precisamente, con motivo del día del libro, mediante una especie de comunicado en facebook. A los pocos días vi que se habían venido dos ejemplares y uno de ellos por parte de un amigo íntimo que debió compadecerse de mí, pues ya lo había comprado tiempo atrás en versión electrónica. A ver si dentro de poco me atrevo a volver a insistir y me acaban comprando el ejemplar que me falta para cubrir gastos.
    Ante esta situación de fracaso comercial decidí no publicar una segunda entrega que tenía preparada, pero el gusanillo del masoquismo me está reconcomiendo y no sé si repetir la (mala experiencia).
    Los autores autoeditados parece que no somos de fiar. Hace unos días asistí a un acto en la biblioteca municipal de mi población en el que se leyeron textos breves ante un reducido auditorio (es la cuarta vez que asisto y en la que menos asistentes acudieron, no sé por qué). Yo formé parte del panel de lectores. Pues bien, al término del acto, una compañera escritora nos hizo saber que en breves días firmaría un contrato con una editorial que le publicaría una recopilación de sus relatos. La organizadora del eventla felicitó y o le dijo que pasaría a formar parte de los "escritores kilómetro cero" de la población. Cuado pregunté qué significaba esa calificación, me dijo que la biblioteca daba a conocer a todos los autores desconocidos de la población que han publicado un libro, para darles visibilidad y un empujoncito. Cuando le pregunté si yo podía formar arte de ese excelso grupo, me dijo que no, pues deben ser autores a los que una editorial les ha publicado su libro, pues los parias (eso no lo dijo, claro está) que se autopublican no son de fiar (tampoco no lo dijo así), pues cualquiera puede autopublicarse y eso no garantiza forzosamente que tengan calidad literaria. Chim pum.
    Y ya para terminar, comentarte que lo de la calidad literaria y el éxito no van siempre de la mano y un ejemplo muy cercano lo tenemos en los blogs. Obervo blogs con contenidos bastante mediocres, por no decir malos (sí, ya sé que es una opinión totalmente subjetiva y probablemente injusta) que tienen miles de seguidores y reciben casi cien comentarios en solo 24 horas, y otros que con un contenido más que loable, solo reciben media docena. ¿Es una cuestión de gustos, de simpatía o de intereses? Pero esto ya es otra historia que he tocado en más de una ocasión y que no sirve de nada insistir.
    Un fuerte abrazo y te acompaño en el sentimiento :)

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    1. Saludos, Josep.

      Si no nos tomamos esto con humor, apaga y vámonos. Existen muchos prejuicios en torno al tema de los autores autopublicados. Y, muy a mi pesar, reconozco que en algunos casos esos prejuicios están más que justificados, ya que yo mismo me he encontrado con libros de autores autopublicados que no cumplían un mínimo de calidad, ni en su maquetación ni en su contenido. Dicho esto, también han caído en mis manos libros de autores publicados por editoriales de cierto prestigio que tampoco cumplían, ni de lejos, un mínimo de calidad, y encima su precio triplicada al del autor autopublicado. Con esto quiero decir que "publicar con editorial" no es sinónimo de calidad y "autopublicación" tampoco es sinónimo de chapuza. Hay libros de autores y editoriales de prestigio que son una "ful de Estambul" (típica frase de cine quinqui de los 80's), y libros autoeditados que están muy bien.
      Ahora bien, ¿cómo se lucha contra esos prejuicios? En mi caso, mostrando mi trabajo y dejando que sea el lector quien, tras echar un vistazo a unas pocas páginas de forma gratuita, compruebe por sí mismo tanto la calidad de los textos como el (arduo) trabajo de maquetación que hay detrás.
      El problema, al menos en mi caso, consiste en que ni siquiera dando la opción de los adelantos gratuitos haya gente interesada en acceder a ellos y echar un vistazo. Se me ocurren algunas razones por las que sucede esto: vivimos instalados en la prisa permanente, nadie tiene tiempo de nada, hay demasiado contenido gratuito disponible en Internet, demasiadas opciones de ocio, la gente cada vez lee menos, el género literario del humor nunca ha gozado del prestigio que merece, la peña prefiere las novelas a los libros de relatos, tengo gafas y a la gente no le gusta leer libros escritos por gente que lleva gafas, etc.
      Lo de las visitas a los blogs es algo que se me escapa. Yo mismo he pasado de tener 700 visitas por entrada y entre diez o quince comentarios, a las 30 y pocas visitas actuales con uno o dos comentarios (y, a veces, ni eso). Dicen quienes entienden de esto que hay que currarse mucho el tema del SEO y la presencia en redes, cuidar los contenidos, escribir lo que la peña quiere leer y no lo que a ti te apetece, y bla, bla, bla. Y, ¿sabes qué?, todo eso me aburre mortalmente. Dejando a un lado el tema del SEO y el posicionamiento (que ni entiendo ni ganas), lo que no voy a hacer es escribir para agradar ni para llenar no sé qué hueco. Yo escribo lo que siento y lo que me sale. Si escribiese pensando en quienes me leen, lo más probable es que aún andase dándole vueltas al primer post con el el que inaugurar el blog.
      Todo es más difícil no siguiendo la corriente, sino haciéndolo todo a tu manera. Pero, amigo mío, cuando consigues llegar adonde quieres llegar, el premio es tal que consigue borrar todo el sufrimiento que has padecido hasta llegar ahí. Y en esa estamos.
      Un fuerte abrazo, amigo y compañero. Y ánimo, carajo. : )
      Por cierto, ¿te has planteado que igual a ti tampoco te compran libros porque también llevas gafas? Ahí lo dejo. ; )

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  2. Muchas gracias, Julio David. Tendré en cuenta tu sugerencia. Voy a plantearme lo de escribir, al menos, tres libros. ; )

    Un abrazo, amigo.

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