miércoles, 2 de junio de 2021

MAESTROS DEL CINE MUDO

 

Imagen de Buster Keaton. Uno de mis favoritos. Genio.

 

No hace mucho hablaba en un artículo publicado en este mismo blog de lo vasto —y también basto— que es Internet.

Yo compararía tamaña enormidad a una gigantesca red neuronal, sostenida por millones y millones de usuarios en todo el mundo que, a modo de vasos comunicantes, gracias a su permanente interacción consiguen mantenerla viva y en perpetuo funcionamiento.

Me atrevería a asegurar que sus creadores, los que tuvieron la idea de Internet cuando sólo era un boceto en una pizarra, son los primeros sorprendidos por el alcance actual a escala global de su invento. Quiero pensar que ni en sus previsiones más optimistas llegaron a imaginar que, de un modo u otro, en Internet llegaría a concentrarse, dispuesto en millones de capas, tal nivel de información, conocimiento, obras de arte y muestra infinitas de la estupidez humana.

Durante los desconcertantes meses de confinamiento provocados por la pandemia del Covid-19, gracias a Internet no sólo logré estar permanentemente informado —o permanentemente desinformado, según se mire—, sino que, gracias a mi curiosidad innata, hacía lo posible por mantener la mente lo más ocupada posible, a la busca y captura de cualquier estímulo que me sirviese para escapar de la fea realidad que parecía envolverlo todo con su siniestra y oscura niebla de confusión, incertidumbre y miedo.

Stan Laurel & Oliver Hardy (El Gordo y el Flaco)


 Una de las cosas que descubrí, y que no agradeceré lo suficiente, fueron las horas y horas de películas de cine mudo que vagan libremente en Youtube.

Para quien a estas alturas aún no sepa “qué es Youtube y a qué dedica el tiempo libre”, decir que Youtube es un inabarcable cajón de sastre donde todo, o casi todo, tiene cabida. Si os dijese la de cosas raras o bizarras que he llegado a encontrar allí, hasta yo mismo dudaría de si lo vi realmente o lo soñé.

Imagínate que un día te levantas con el cuerpo raro. No es algo físico, sino más bien algo inexplicable que barruntas en tu sesera. Luego, a medida que va transcurriendo el día, descubres al fin el origen de esa pequeña inconveniencia. «Es que —te dices a ti mismo—, resulta que me acabo de dar cuenta que a mis cincuenta y pico añazos aún no sé si durante todos estos años me he estado cortando de forma correcta las uñas de los pies».

Tranquilo. Que no cunda el pánico. Ante todo, mucha calma.

Lo primero que vas a hacer, si no lo has hecho ya, es darte un paseíto hasta el cuarto de baño a descargar la vejiga, ya que, como todos los que hemos tenido la suerte o la desgracia de pasar la barrera de los 50 tacos sabemos por propia experiencia, a partir de esa edad volvemos a tener una vejiga del mismo tamaño a la de un bebé, lo cual hace que tus visitas al cuarto de baño a lo largo del día y de la noche se multipliquen del mismo modo que la pandemia ha hecho que se multiplicasen los imbéciles y las imbécilas que campan a sus anchas por este maravilloso planeta que Dios, Buda o lo que sea nos ha dado.

Una vez descargada la vejiga —no olvides lavarte las manos y, por el amor de Dios, baja la tapa del inodoro para evitar la bronca de la parienta—, dirígete a tu PC, abre tu navegador favorito, entra en Youtube, y teclea en la barra de búsqueda: “Forma correcta de cortarse las uñas de los pies”. Te apuesto lo que quieras a que, en menos de lo que tarda Pedro Sánchez en desdecirse y hacer justo lo contrario a lo que dijo que nunca iba a hacer, te saldrán un montón de vídeos de todo tipo explicándote a modo de tutorial la forma correcta de cortarte las uñas de los pies. Y no sólo eso. Si me apuras, en la columna de “vídeos sugeridos” te saldrán un montón de tutoriales que te mostrarán no sólo cómo cortarte de forma correcta y eficiente las uñas de los pies, sino cómo hacerlo silueteando figuras de los personajes más populares de Disney, desde Mickey Mouse a Pluto pasando por La Sirenita o El rey León.

Ver para creer.

Harold Lloyd, en la memorable escena del reloj en "Safety Last".

 Un día, no recuerdo muy bien cómo, llegué a un cortometraje de Buster Keaton; perdón, matizo, del grandísimo Buster Keaton. Pinché en él y lo vi. Ni qué decir tiene que lo disfruté como un enano —a propósito, viviendo como vivimos bajo la dictadura de lo políticamente correcto, igual lo de “disfrutar como un enano” puede hacer que el ofendidito u ofendidita de turno me acuse de enanófobo o algo parecido. Sinceramente, si tengo que admitir ser algo es "gilipollófobo", es decir, detesto a los gilipollas—.

Así pues, disfruté el corto de Keaton. Y como un enano, además. No lo había visto nunca, y me pareció asombrosamente ingenioso y divertido.

Buster Keaton en una divertida pose
 

Una de las tretas que utilizan plataformas como Youtube o Amazon para abducirte en su mundo y que “no te vayas todavía no te vayas por favor, que hasta la guitarra mía llora cuando dice adiós”, consiste en proponerte enlaces a contenidos o productos relacionados con lo que acabas de ver. Así, en el margen derecho de la pantalla, había una lista con enlaces a otros cortos de Buster Keaton, así como de otros cómicos de la época, como Stan Laurel y Oliver Hardy (en España más conocidos como El Gordo y el Flaco), Charles Chaplin, Harold Lloyd, Roscoe "Fatty" Arbuckle y otros.

Sin pretenderlo, había descubierto una mina de oro.

Entre las muchas aplicaciones gratuitas que podemos encontrar en la red, hay algunas realmente interesantes. Entre esas aplicaciones, hace tiempo hallé una que me permitía poder bajar los vídeos de Youtube en formatos populares como el mp4 o mkv; algo muy práctico si, como yo, te gusta ver esos vídeos en tu televisor, cómodamente sentado, con la mejor calidad posible y sin interrupciones publicitarias cada pocos minutos, o fastidiosas pausas motivadas por limitaciones o deficiencias en tu conexión a Internet.

A medida que me iba bajando los vídeos anotaba en una libreta los títulos de los cortos, además de la fecha, a fin de evitar bajar el mismo vídeo dos veces.

En unos pocos días ya tenía a mi disposición una nutrida colección de piezas de cine mudo. Supongo que, al tener muchos de ellos más de 100 años de antigüedad —hay piezas de entre 1917 y 1929—, sus derechos de copyright están más que vencidos, lo cual me evitaba sentirme culpable por estar violando algún derecho de autor.

Conviene advertir que todos los largometrajes y cortos de ese periodo tienen carteles en inglés, dicho lo cual no lo considero un obstáculo para su entendimiento. La razón: los argumentos suelen ser bastante sencillos, y la mayoría de los chistes y gags son visuales —al ser cine mudo, apenas hay diálogos—. Si a eso sumamos que este tipo de películas estaban dirigidas hacia un público lo más genérico posible, no creo exagerar si digo que hasta un niño, o cualquiera de los presidentes de gobierno que ha tenido España desde la instauración de la democracia allá por 1978, podría seguir el argumento sin problema. Bueno, igual exagero. Puede que los niños sí que sigan el argumento sin problemas. En cuanto a los distintos presidentes de gobierno que hemos tenido, tengo mis dudas.

Si queréis echar un vistazo y descubrir por vosotros mismos el maravilloso mundo del cine mudo en Youtube, a continuación os enlazo a varios de los cortos de esos maestros del humor que, gracias a su enorme talento y su genialidad, hacen que la vida sea mucho más divertida.

 


 






No hay comentarios:

Publicar un comentario