jueves, 26 de octubre de 2017

AL FIN LEÍ A MURAKAMI


Desde hacía bastante tiempo —dos años, quizá—, tenía una deuda pendiente con Haruki Murakami, el celebrado autor japonés.
Nunca había leído nada suyo, y viendo los ríos de tinta —a favor y en contra— que su obra generaba y sigue generando, sentía curiosidad por leer algo suyo.
Los amigos y conocidos —además de algunos de los blogs que visité buscando información— me recomendaban empezar por Tokyo blues (Norwegian wood), Kafka en la orilla o Sputnik mi amor.
Sin embargo, cuando acudí a la biblioteca de mi ciudad a pillarme uno de esos tres libros, mis ojos cayeron hechizados ante otro de los títulos del mismo autor y del que nadie me había hablado hasta entonces. Lo cogí del estante, le di la vuelta y leí el texto de la contraportada. Y, al instante, quedé hipnotizado.
Los otros libros —los tres citados— quedaron automáticamente descartados. Ya había decidido cuál iba a ser mi primer libro de Haruki Murakami: De qué hablo cuando hablo de escribir.

Portada en su edición española editada por Tusquets

Por el camino hasta mi casa —suelo hacerlo andando siempre que puedo (esta es una de las grandes ventajas de vivir en un lugar donde hace buen tiempo durante prácticamente todo el año)—, iba fantaseando con lo que podía encontrarme entre las páginas de aquel tocho de trescientas páginas, en el que, según se avanzaba en la reseña de la cubierta, Murakami hablaba del oficio de escritor.
Últimamente me he enganchado a este tipo de libros, donde diferentes escritores disertan sobre el acto de escribir. En este sentido recomendaría Mientras escribo de Stephen King —el segundo libro que he leído entero de este afamado escritor, cuya temática de terror no me interesa nada de nada. Lo siento Stephen, pero para pasar miedo ya tengo la Declaración de la Renta de cada año. Me entran unos temblores que ni los Tommyknockers esos tuyos. Por cierto, el otro libro de King que he leído es Rita Hayworth y la redención de Shawshank, el libro en el que está inspirada la película Cadena perpetua (adoro esa película)—.

Así que bajo estas premisas, la de un escritor hablando del oficio de escribir, me apetecía leer algo de ese autor del que casi todo el mundo habla —para bien o para mal—, y del que yo no había tenido la oportunidad de leer nada.
Y llegó el gran día —en mi caso: la gran noche, pues suelen ser las horas previas al sueño reparador las que me incitan a perderme entre las páginas de un buen libro—.
De entrada me gustó el tono aparentemente sencillo en el que el libro está escrito. Me gusta la aparente sencillez en un autor. Insisto en lo de «aparente sencillez» porque, en ocasiones, una vez que interiorizas aquello que estás leyendo, no tardas en percibir que la supuesta sencillez no lo es tanto, ya que para escribir algo que de verdad consiga llegar al corazón del lector se necesitan muchas horas de trabajo y dedicación plenas.
Bukowski lo resumía muy bien con esta genial frase: «Un intelectual es el que dice una cosa simple de un modo complicado. Un artista es el que dice una cosa complicada de un modo simple».
Estoy de acuerdo al 100% con el señor Bukowski —el propio Hank me habría pateado el culo de haberle llamado «señor» a la cara, ja—.

Haruki Murakami en una foto tomada en su bar de jazz en Tokyo

Pero centrémonos en Murakami.
¿Qué me pareció el libro una vez acabado? Muy bueno. Honesto y directo, sin adornos innecesarios, salvo un par de idas de pinza en las que al bueno de Murakami le da por desbarrar un poco y salirse por la tangente. Así y todo me pareció un libro inspirador, por cuanto su autor no muestra reparo alguno en decir lo que piensa acerca de todo lo que rodea a la profesión de escritor profesional.
A lo largo del libro Murakami nos habla de su vocación, de sus hábitos de escritura, de sus manías y sus fobias, de su férrea disciplina, de su voluntaria reclusión y de su natural aversión a las apariciones públicas o las entrevistas, ya sean para medios escritos o para radio o televisión.
A lo largo de las páginas de este libro vemos a un Murakami con un exceso de modestia en determinadas ocasiones. Al no conocerlo en profundidad no sabría decir si se trata de falsa modestia o no.
Al estilo de Mientras escribo de King, Murakami nos va relatando sus inicios como escritor inexperto, sus dudas acerca de la calidad de lo que estaba escribiendo, sus errores y aciertos, sus tiras y aflojas con la crítica especializada, así como con los distintos editores con los que se ha ido encontrando a lo largo de su dilatada carrera. Incluso se atreve a hablar de su relación de amor-odio con los concursos literarios, lo cual, como víctima ocasional de alguno de ellos, agradezco enormemente viniendo de quien viene, es decir, de un autor de éxito.
Como digo, el libro me ha gustado muchísimo. Y prueba de ello han sido las numerosas anotaciones que he hecho en mis libretas a medida que iba leyendo.
Como muestra de las cosas que más me han llamado la atención, a continuación voy a exponer algunas de esas anotaciones.

Acerca del acto de escribir:

«Me parece que si escribir no resulta divertido no tiene ningún sentido hacerlo. Soy incapaz de asumir esa idea de escribir a golpe de sufrimiento. Para mí, escribir una novela es un proceso que debe surgir de manera natural».

Sobre su rutina de trabajo:

«Me levanto temprano todos los días, preparo café en la cocina, lo sirvo en una taza grande, me siento a la mesa y enciendo el ordenador. Después me pregunto: “Y bien, ¿qué voy a escribir?”».

Murakami en su estudio

Sobre la crisis del sector editorial:

«Sólo es una referencia, pero, por lo visto las personas interesadas en la literatura y que leen de manera habitual sólo representan el cinco por ciento del total. […] a pesar de todo, estoy convencido de que ese cinco por ciento seguiría leyendo incluso si alguien se lo prohibiese (aquí hace una referencia al famoso libro Farenheit 451 de Ray Bradbury).
[…] No me preocupa el futuro de la novela ni de los libros, como tampoco me preocupa especialmente lo que de momento ocurre con el libro electrónico. Ya sea en papel o a través de una pantalla, la gente seguirá leyendo».

Sobre la formación del escritor:

«En mi opinión, una de las cosas más importantes para alguien con intención de escribir es, de entrada, leer mucho. Lamento ofrecer un planteamiento tan convencional, pero la lectura constituye un entrenamiento que no debe faltar de ningún modo. Da igual si se trata de una novela excepcional como si no lo es tanto; lo importante es leer todo cuanto uno pueda».

Sobre el sistema educativo:

«No me quedaban ganas de ponerme a estudiar en serio para los exámenes. No me parecía en absoluto útil memorizar fechas de acontecimientos del pasado como si yo fuese una máquina. Los conocimientos aprendidos mecánicamente y no como un todo sistemático, acaban por desaparecer y se quedan por ahí encerrados en alguna parte, en un lugar que podríamos considerar la tumba del conocimiento.
[…] Cuando mi vida de estudiante llegó a su fin estaba tan inmensamente aburrido que lo único que quería era no aburrirme nunca más en toda mi vida. Me lo propuse con todas mis fuerzas, pero en esta vida el aburrimiento parece caer del cielo.
[…] Mi deseo con relación al sistema educativo es sencillo: que no aplaste la imaginación de los niños que la tienen».

Sobre su relación con la crítica:

«Un famoso crítico literario, ya fallecido, publicó una dura crítica de mi primera novela. En ella decía que esperaba que nadie se tomara aquello como literatura o algo parecido. Me limité a aceptar dócilmente aquella crítica. Yo no me había planteado en absoluto cuestiones como el papel social de la novela, lo que es vanguardia o deja de serlo, si algo se puede juzgar literatura pura o no. Mi actitud desde el principio fue mucho más simple que todo eso: escribir está bien si resulta divertido».

Opino exactamente lo mismo. De hecho, pienso escribir esa misma frase en el fondo de pantalla de mi ordenador, para que me dé la bienvenida cada vez que me siente a escribir: «Escribir está bien si resulta divertido».
¿Quién no firmaría algo así?




10 comentarios:

  1. Amén a todo. Yo tampoco he leído a Murakami. Soy muy de escritores rompe moldes y este hombre parece entrar dentro de esa categoría. Son esos mis favoritos, los que consideran que ante todo hay que disfrutar mientras se escribe.

    Me has animado a empezar con una novela suya que tengo guardada desde hace algún tiempo, un año me parece.

    Abrazo y a seguir disfrutando.

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    1. Saludos, John Madison (supongo que no serás descendiente directo de uno de los padres fundadores de los EEUU, ¿o sí? ; )

      Celebro que mi pequeño artículo haya vuelto a alimentar tu interés por descubrir a este escritor. Como digo en el artículo, llevaba años queriendo leer algo suyo, pero eran tantas y tan encontradas las opiniones que su obra suscitaba que, honestamente, me desanimaba; y bastantes lecturas tiene uno pendientes como para andar perdiendo el tiempo. Hasta que un día me dije: "Tío, ya ha llegado la hora de que descubras por ti mismo de qué va Murakami". Y lo hice, y fue una experiencia enriquecedora. Me gustó su honestidad, su sencillez (aparente) y su habilidad para tenerte enganchado a su prosa. Me ventilé las trescientas y pico páginas en tres noches. Y eso que a cada rato interrumpía la lectura para anotar en libretas aquellas frases o párrafos que suscitaban mi interés.

      Por eso te digo: si te gustan los libros de escritores hablando del oficio de escribir (yo ya me he leído unos cuantos y hay de todo), te recomiendo éste sin dudarlo. En él encontrarás algunas claves para entender y amar el proceso creativo, y a no dejarte "influenciar" por las opiniones ajenas, sobre todo la de los críticos o los intelectuales. Cuando uno escribe debe hacerlo con honestidad, no buscando la aprobación de los demás sino dejándote llevar por lo que la historia que quieres contar te sugiere. Y si tienes la gran suerte de que tu visión coincide con el gusto mayoritario, perfecto, y si no es así, al menos quédate con los buenos momentos vividos mientras escribías.

      Gracias por tu visita y por tu comentario. Se agradece. Un abrazo.

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    2. Es un escritor que va al grano
      No tiene vueltas
      su vida, tampoco sus palabras.
      Muchos creen que son buenos escritores porque escriben largo y van al detalle
      sin darse cuenta que nunca surgirán
      La vida de hoy tam compleja necesita escritores como este...gracias por dejarme comentar

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    3. Gracias a ti por acercarte a este rinconcito y dejar tus palabras.

      Un abrazo.

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  2. Pues yo, amigo Pedro, he tenido una gran decepción -o debería decir desconcierto- con este autor. En un taller de escritura creativa al que asistí durante dos años, la profesora habló en varias ocasiones de Murakami como si fuera una de las siete u ocho (ya no sé cuántas son) maravillas del mundo y que debíamos leerle. No sé si se equivocó de autor japonés, porque siempre que se hablaba en clase de violencia y sangre en la literatura, le ponía como ejemplo. Le pedí que me recomendara una de sus novelas para hacer boca y me aconsejó leer Tokio Blues, como una de sus mejores novelas. La compré y la leí. Fue una lectura de las más tediosas, aburridas que recuerdo. No logré hallarle la gracia, el sentido. Luego repetí con Baila, baila, baila. Igual. En ambas novelas hay momentos, o episodios, con una cierta lógica, pero otros, la mayoría, que dices: ¿a qué viene contarme todo ese rollo tan insulso?
    En la segunda novela que cito, la mitad tiene bastante sentido, el resto es, para mí, como un cuadro de pintura abstracta que no logras entender. Pero lo más destacable de su estilo, en mi modesta opinión, es el tono aburrido y monótono, larguísimos monólogos introspectivos, reflexiones sobre lo humano y lo divino que me dejaron desmotivado. Ambas novelas las terminé por el prurito de poder decir que las leí de cabo a rabo, no fuera que el autor hubiera dejado algo bueno para el final y me lo perdiera. Pero lo único que perdí fue el tiempo.
    Murakami ha sido otro culpable de que, de nuevo, haya dudado de mi inteligencia y gusto literario. He llegado a pensar que soy tonto y que no sé ver más allá de la punta de mi nariz. Seguramente tiene una mente privilegiada y yo soy incapaz de estar a su altura, pero, qué quieres que te diga, si una lectura me aburre, no me aporta nada, pues al carajo con ella.
    El libro que mencionas ni siquiera lo conocía, pero sí que he leído el de King y me gustó mucho. Quizá algún día me decida a leer la versión de Murakami, pero si me tiene que servir para escribir como él... Aunque bien pensado, si he de tener su éxito, bien valdría la pena, jeje.
    Si te decides a leer alguna de sus novelas, especialmente las que te he mencionado, dime, por favor, te lo suplico, si soy un majadero ignorante. Posiblemente me haya pasado como con James Joyce y su Ulysses, una obra maestra que no he logrado digerir.
    Un abrazo.
    P.D.- Lo siento si he echado una jarra de agua fría a tu crónica literaria, jeje

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    1. Saludos, Josep.

      Para nada debes sentir decir lo que piensas, Josep. De hecho, me encanta que lo hayas hecho. Me gusta la diversidad, como ya dejé escrito en mi primer libro de relatos (disculpa la burda promoción pero, ya sabes, apenas se venden libros y hay que hacer promoción hasta en el Infierno. Por cierto, Satán, ¿no te interesaría leer un par de libros de relatos escritos en clave de humor absurdo por un autor cojonudamente divertido? En uno de ellos hasta sales tú, tío. En serio. Si estás interesado, ya sabes, busca mi dirección de correo en la pestañita de CONTACTO o búscame en AMAZON. No te arrepentirás. ; )

      Disculpa, Josep. Ya estoy contigo. Yo, al igual que tú, hace tiempo que pasé la delgada línea que hace que cuando un libro nos resulta insoportable no tengamos ningún reparo en mandarlo al carajo. Nuestro tiempo es mucho más valioso que nuestro amor propio. A mí ya no me duelen prendas a la hora de largar un libro que no me resulte atractivo. Como diría el desaparecido Fernando Fernán-Gómez: ¡A la mierda! :P

      De Murakami había leído infinidad de opiniones encontradas. Hay quien lo considera maravilloso y quien lo considera un ladrillo. Confieso que ese contraste me resultaba atractivo, hasta el punto de querer comprobar por mí mismo hacia qué plato de la balanza se inclinaría mi opinión una vez leído. Como has leído en el post, precisamente "Tokyo Blues" era uno de los libros inicialmente escogidos, atendiendo a los artículos que leí. Pero se cruzó este libro en mi camino, y no pude resistirme a él. Y fíjate si me gustó que, a pesar de la honda decepción que te ha provocado este autor, te recomiendo que, si tienes oportunidad, te pilles en la biblioteca de tu ciudad este título. Si te gustó "Mientras escribo" creo que este no te decepcionará, ya que en esencia son muy parecidos (un autor hablando del oficio, sus rutinas de trabajo, sus encontronazos con la crítica especializada, su experiencia con los concursos, incluso habla sin tapujos de su eterna polémica con el Nobel de Literatura que nunca llega).

      En cuanto a autores coñazo, me alegra poder decir que compartimos autor de cabecera: yo también odio el "Ulises" de Joyce. Y para que veas que mi lista de autores-coñazo no se queda ahí, te hablaré de otro al que le tengo bastante ojeriza: Roberto Bolaño, autor cuyo ejército de admiradores y detractores está a la altura de la Batalla en el Abismo de Helm de El Señor de los Anillos. De él he "intentado" leer varias de sus novelas (incluida su celebérrima "Los detectives salvajes") y me ha parecido soporífero.

      Todos tenemos nuestros gustos y nuestra manera de ver y entender la literatura. Y yo, que ya llevo bastantes páginas a mis espaldas, cada vez voy teniendo más claro lo que me gusta y lo que no. Y si algo me gusta y no coincide con la opinión mayoritaria, pues muy bien. Y al contrario, si algo no me gusta y coincide que le gusta-apasiona-entusiasma a todo el mundo menos a mí, pues muy bien también. Para gustos, colores.

      Me comprometo contigo a que, si algún día me decido a leer "Tokyo Blues" te haré llegar mi opinión sincera (como siempre). Cuenta con ello.

      Amigo Josep, muchas gracias por pasarte por aquí y regalarnos tu opinión. Un placer, amigo.

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  3. Estimadísimo Pedro, creo que me has convencido.
    Imagino que os pasa a muchos lectores, pero a mí a veces me cuesta decidirme a conocer un autor porque no sé con cuál de sus obras iniciarme. Me da algo de miedo comenzar con un título que me decepcione y llevarme una mala impresión, ya que, cuando esto me pasa, soy algo rencorosa y me cuesta dar segundas oportunidades.
    Murakami es, por tanto, el escritor que mejor me sirve de ejemplo. Mucha gente me ha hablado maravillas de él, mientras que otras críticas lo ponen a la altura del betún.
    Por lo que veo, este libro puede ser una buena forma de adentrarme en el universo Murakami. Además, hablar de la escritura y de las alegrías y sinsabores que trae resulta siempre interesante para los que tenemos esta fea costumbre de escribir :)
    Así que, como te dije, creo que empezaré con "De qué hablo cuando hablo de escribir". Eso sí, si al final no me convence, ya sabré a quién echar la culpa jejeje (nahh, es broma).
    Un abrazo!

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    1. Queridísima Sofía a secas ; )

      Me alegra comprobar que compartimos idénticas dudas a la hora de acercarnos a un autor desconocido (al menos para nosotros). Yo era de los que me acababa un libro aunque no lo estuviese disfrutando, por un estúpido amor propio y por una duda razonable que no dejaba de rondarme por la cabeza en forma de pregunta: ¿y si lo mejor está al final?

      Y así continué, perdiendo el tiempo en lecturas improductivas; hasta que un día me di cuenta de que mi tiempo tenía mucho más valor que mi estúpido amor propio, y empecé a administrar mejor mis energías y mis ansias de lecturas nuevas y estimulantes.

      ¡Hay tanto bueno por leer, y es tan limitado nuestro tiempo! Sí, Sofía a secas, un día me di cuenta de que no valía la pena malgastar el poco tiempo que disponemos en lecturas que no nos proporcionan ningún placer o, cuanto menos, de la que no vamos a sacar nada positivo. Y desde ese día comencé a dar carpetazo (esto es, mandar literalmente al carajo), a aquellos libros que no me decían nada o que directamente me aburrían.

      Con los años, mi lista de libros y autores abandonados ha ido creciendo de manera alarmante, del mismo modo que mi vergüenza por dejar atrás libros y autores "de culto" ha ido menguando exponencialmente. Si algo no me gusta, pues no me gusta. ¿Para qué darle más vueltas?

      Con Murakami me pasaba algo muy curioso. Había leído tantas opiniones a favor como en contra, lo cual no hacía sino alimentar mi curiosidad. Así que un día me decidí y pillé el libro que menciono en el post. Y celebro haberlo hecho, la verdad.

      Teniendo en cuenta tu "fea costumbre de escribir" (fea costumbre que compartimos :P ), te recomiendo que, si puedes, le eches un vistazo a este libro. Igual te pasa como a mí, y esa "fea costumbre" acaba por transformarse en una "incontrolable pasión".

      Por cierto, acepto el reto. Si no te gusta el libro asumiré todas las culpas. Pero, a cambio, te propongo un trato: si te gusta, me gustaría que me lo hicieras saber. No todos los días tiene uno la gran suerte de que una mujer te dé la razón en algo ; )

      Por último, y por si te sirve de ayuda para decidirte, te diré, así entre nosotros, que Murakami le da sopa con ondas a Paulo Coelho. Palabrita del Niño Jesús. ; )

      Un abrazo, Sofía a secas. Y gracias por la visita. : )

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  4. Pues no conozco a este autor y la verdad es que bastantes lecturas tengo yo en mi fila en mi mesilla para leer a un autor japones. Pero me ha gustado esa frase que has anotado y que dices que te la apuntas en tu fondo de ordenador. " Escribir está bien si resulta divertido". Un abrazo.

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    1. De Murakami he leído opiniones encontradas en la red: hay quienes lo adoran y quienes lo detestan. Yo sólo he leído este libro suyo, y me gustó bastante; me recordó a Stephen King y su "Mientras escribo". Del resto de su producción aún no puedo decir nada hasta que no lea algún libro más.

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