miércoles, 20 de mayo de 2020

NOTAS DESDE EL CONFINAMIENTO 4

Portada de la edición en CD de "Strange days" de los Doors.

No soy muy amante de la poesía. Quien me conoce lo sabe, pues jamás lo he ocultado ni me he esforzado por aparentar lo contrario.
Tuve una novia, hace años, de la que estuve muy enamorado. Ella era una apasionada de la poesía. Uno de sus autores favoritos era Pessoa. Aún recuerdo con cariño un trayecto en autobús —aquí las llamamos guaguas— durante el cual me habló de esa pasión suya por los poemas del autor luso. Ella intentó que me gustase la poesía, y yo intenté que me gustase. Pero ambos fracasamos en el intento. Una pena.
Lo más cercano que conozco a la poesía son las letras de las canciones de aquellos grupos o artistas que admiro, y cuyas obras llevo años —más bien décadas— disfrutando.
Precisamente uno de esos artistas que tanta admiración despiertan en mí es Jim Morrison, de los Doors, quien curiosamente más que cantante y letrista le gustaba considerarse a a sí mismo como «poeta».
Tenía un amigo, hace muchos años de esto, con el que compartía nuestra mutua afición por la música rock de los 60 y 70. Él era incluso más radical que yo, pues mientras yo no tenía problema alguno en alternar ambas décadas con cosas más actuales, él se limitaba a esas dos décadas casi en exclusiva. Este amigo del que os hablo fue quien me descubrió a los Doors. Le gustaban tanto que se pilló los seis discos oficiales con Morrison al frente, un directo y dos recopilatorios de esa misma etapa. Por aquellos años teníamos la costumbre de intercambiarnos los discos, amparados en la relación de confianza que con los años se había establecido entre nosotros. Luego esa confianza se extinguió, pues dejamos de vernos durante casi una década, y cuando dejas de ver y de tratar a alguien durante tanto tiempo siempre notas que hay algo que se rompe entre esa persona y tú. En mi caso fue la confianza.
Volviendo a Morrison, hace unos días escuchaba en mi estéreo uno de mis discos favoritos de los Doors, el glorioso Strange days. Me encanta todo de ese disco, empezando por la cubierta —con unas evocadoras fotografías de Joel Brodsky que consiguen transportarme a un mundo de fantasía que sólo existe en mi imaginación—, la atmósfera que domina el álbum y, por supuesto, las maravillosas canciones que contiene: 10 temazos en los que no falta ni sobra una sola nota.
La cuestión es que me quedé absolutamente alucinado al escuchar de boca de Jim los versos con los que inicia el tema/título que abre el disco, la extraña y melancólica Strange days. Dichos versos dicen así:

Días extraños nos han encontrado
Días extraños nos han rastreado
Ellos van a destruir
nuestras alegrías casuales
Debemos seguir adelante en busca de una nueva ciudad

Mientras escuchaba la voz de Morrison, grabada con unos extraños efectos de eco y distorsión absolutamente hipnóticos, no pude evitar establecer una conexión directa de esos versos concretos con lo que está ocurriendo hoy día en el mundo a raíz del coronavirus.
«Días extraños nos han encontrado, y ellos van a destruir nuestras alegrías casuales». Al analizar las letras de las canciones cada uno le puede dar el sentido que desee, incluso uno que ni al propio autor se le hubiese pasado jamás por la cabeza. Es la magia del arte, que cada cual lo lleva a su terreno, a lo que conoce, a lo que ha vivido, y lo transforma en algo suyo, en algo que le da un sentido personal e intransferible.
Supongo que esa es una de las claves de la poesía: la posibilidad de reinterpretar los versos que el poeta ha escrito, no intentando descifrar lo que el autor ha querido expresar sino lo que a nosotros nos sugiere lo que acabamos de leer.
La siguiente frase de la letra, aquella en la que dice: «Debemos seguir adelante en busca de una nueva ciudad», también está sujeta a todo tipo de interpretaciones. Lo de «una nueva ciudad» podemos tomarlo, o más bien yo lo interpreto, en un sentido metafórico, como una nueva manera de regir nuestros destinos, desechando modelos obsoletos que a estas alturas de la película sabemos que no funcionan; o que sólo funcionan para unos pocos, a costa del sufrimiento y las penurias de la inmensa mayoría.
La cuestión es: ¿estamos preparados para esa nueva revolución?
Eso me llevó a recordar una entrevista a Frank Zappa a propósito de su pensamiento político. En aquella entrevista, Zappa declaró: «Me gustaría una sociedad sin gobierno. Creo que este sería mi ideal. Pero en los próximos quinientos años no estaremos maduros para esta experiencia».
Ante semejante respuesta, el entrevistador insistió: ¿Es usted anarquista?. A lo que Zappa, mostrando una lucidez y claridad de ideas asombrosa, contestó: «En casa, durante mis ratos libres, en mis pensamientos secretos. Pero también soy práctico y sé que esto no funcionaría. Una anarquía sólo podrá funcionar si el pueblo está perfectamente cultivado y civilizado. Pero todavía no hemos llegado hasta ese punto. El pueblo no está cultivado, no está civilizado, y mucha gente todavía sigue con hambre. Si no tienen hambre de comida, tendrán hambre de alguna ayuda emocional que no reciben. Es necesario enfrentarse a esta sociedad desagradable e injusta y eso no puede hacerse manifestando sencillamente: “Aquí tenéis toda vuestra libertad. Podéis hacer cuanto queráis. Ya no hay gobierno”. Esa actitud resulta imposible, puesto que la gente no sabría qué hacer. Se destrozarían y comerían mutuamente, igual que las bestias».
¿Hace falta decir que estoy total y absolutamente de acuerdo con Zappa? Si miro alrededor, no me resulta difícil concluir que la civilización actual no está preparada para ese tipo de libertad. Sólo hay que ver lo que votan: Trump en Estados Unidos, Bolsonaro en Brasil, Boris Johnson en el Reino Unido, Putin en Rusia; y luego están los que no necesitan ser votados y ahí siguen, dando por saco eternamente como las pilas duracell: los poderes fácticos.
Otros ejemplos de lo poco preparados que estamos para vivir en la anarquía es la manera de actuar de muchos impresentables durante el confinamiento, haciendo lo que les sale del níspero poniendo en riesgo no sólo sus propias vidas —que, honestamente, me importan un carajo—, sino poniendo en peligro la vida de los demás. Si a eso sumamos las actitudes miserables que, a pesar de lo que estamos viviendo, seguimos viendo a diario, me permitirán que no me muestre demasiado optimista en relación al futuro.
A veces tengo la sensación de estar viviendo en una distopía, donde el arte es lo único que me mantiene alejado de la desesperación y la locura. Gracias a la música, el cine o la literatura, aún no he perdido la chaveta. Ah, y el humor.
Ojalá mi sentido del humor no me abandone nunca, pues el día en que eso ocurra entonces sí que estaré jodido.



10 comentarios:

  1. Qué maravillosas reflexiones, Pedro. Yo leí mucha poesía en mi juventud y al final de mi adolescencia. Empecé a disfrutarla cuando descubrí que no debía tratar de entender lo que el autor expresaba pues eso solo te lleva a la frustración ya que nunca puedes estar seguro de haberlo interpretado correctamente. Lo acertado es fijarte en lo que a ti te sugiere. La verdad es que dejé poco a poco la poesía por la novela y cada vez leo menos.
    Esa nueva ciudad de que habla Morrison tal vez sea la nueva normalidad a la que tendremos que acostumbrarnos.
    Yo también estoy totalmente de acuerdo con Zappa, lo que no sé es si él sabía que ese momento de preparación social no va a llegar nunca: ni en los próximos quinientos años, ni, me temo, jamás.
    Los anarquistas históricos, con mi paisano Durruti a la cabeza, pensaban allá por los años veinte que cuando el pueblo fuera a la escuela y supiera leer, se terminaría la explotación y estaríamos preparados para ese momento, pero mira, todo el mundo tiene acceso a la escuela, ya no hay analfabetos en España y ese momento cada vez se aleja más.
    Un beso.

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    1. Muchas gracias, Rosa. Dándole vueltas al asunto, creo que has dado en el clavo con mi problema con la poesía: la frustración. Me frustra no saber de qué demonios está hablando el autor, cuál es el mensaje o la idea que quiere transmitir, o a qué tipo de emoción apela cuando decide juntar una determinada sucesión de palabras. No sabría decirte con exactitud cuántas oportunidades le he dado a la poesía a lo largo de mi vida, pero han sido muchas; eso seguro. Cuando era un chaval, en EGB, recuerdo que a las chicas de mi clase les encantaban la poesía y los cantautores tipo Silvio Rodríguez y Pablo Milanés. A mí no me gustaban ni lo uno ni lo otro. Y claro, así me fue. :P

      El problema de la anarquía es un problema de fondo, al igual que el comunismo o cualquier forma de intentar "igualar" a las masas. Precisamente ahí está el problema: en que no todos somos iguales; ni buscamos las mismas cosas, ni tenemos los mismos sueños o anhelos, ni sentimos igual. Las normas y las leyes se inventaron para evitar que nos acabásemos matando los unos a los otros. Pero con la solución vino el problema, pues "quien hizo la ley hizo la trampa" (quien hace las leyes lo hace favoreciendo ciertos intereses), y desde el mismo momento en que se instauró la primera ley abundaron elementos dispuestos a saltársela. Y claro, de esos polvos estos lodos. El problema de cualquier organización, movimiento o filosofía nace en el propio ser humano, incapaz de mirar por el bien común en detrimento de su egoísmo.

      Un beso, Rosa. Y gracias por tu visita y tu comentario. : )

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  2. En cuanto a lo que comentas de la poesía, a mí me ocurre igual y quizá es que no he sabido, o no he intentado, sacar de los versos un mensaje que pueda hacer mío. Salvo algunas exceciones, no acabo de ver qué quiere decir exactamente el poeta, pues me resulta críptico, ya que espresa sentimientos que solo él, o ella, saben interpretar porque son los que le han inspirado. Algunas veces, solo algunas, soy capaz de extrapolar esos sentimientos a mis circunstancias personales y hacerlos propios.
    En cuanto a los efectos de esta pandemia sobre los seres humanos, esta ha puesto, una vez más de manifiesto, hasta dónde puede llegar el egoísmo y la imbecilidad. Y la ignorancia, por supuesto. Y ante tales desatinos, a uno no le queda más remedio que, o bien, salir a la calle dando sartezados a diestro y siniestro, o bien refugiarse en la lectura, la música, el cine en casa y, haciendo un pequeño esfuerso, en el humor.
    Un abrazo, amigo.

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    1. Saludos, Josep.

      Me pasa igual que a ti. Mis recuerdos asociados a la poesía son verme a mí mismo devanándome los sesos intentando hallar el significado de una simple frase (ni siquiera un verso completo), para, al final, acabar tirando la toalla como un boxeador noqueado, sin saber dónde estoy ni qué demonios hago allí. Tampoco soy capaz de distinguir un poeta bueno de un impostor. En eso me pasa como con la pintura moderna: no sé si el tipo es un genio o un listillo. Cuando leo mi mente imagina cosas, construyendo mundos a través de las palabras. Lo mismo me ocurre cuando escribo, sólo que a la inversa: partiendo de los mundos que imagino procuro traducir esas imágenes en palabras. Sin embargo, con la poesía me quedo como aturdido, como si me encontrase en una galería de arte moderno intentando "distinguir" algo entre caóticos manchurrones de pintura dispuestos de cualquier manera sobre un lienzo.

      El ser humano no tiene remedio. Por mucho que hagamos o propongamos para intentar llevarnos bien siempre va a haber un verso suelto, una nota discordante; en definitiva: un o una tocapelotas. Eso ha sido así desde el albor de los tiempos y así seguirá hasta el fin de nuestros días. Y contra eso la mejor receta es la que propones: refugiarnos en la lectura, la música, el cine y el humor, porque, de otro modo, acabaríamos arruinándonos la vida. Y, honestamente, no merece la pena que unos gilipollas nos condicionen.

      Un abrazo, Josep. Y gracias.

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  3. A mí ni me gusta la poesía ni, siento decírtelo, Morrison, pero está claro que esos versos que has traído a colación están clavados para lo que nos está ocurriendo.
    Menos mal que tú eres una persona cabal porque otro ya empezaría a decir que el tal Morrison era Nostradamus reencarnado.
    No creo que estemos preparados para la anarquía, pero es que con este tipo de gobernantes también te digo que es como si no tuviéramos a nadie al fin al cabo porque, encima,cada uno quiere hacer lo que quiere y lo único que buscan es protagonismo.
    Y lo de los ultras pidiendo libertad por las calles es ya de traca, absurdo total.
    ¡Qué asco!

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    1. Puedes dormir tranquila, querida Kirke. Aunque no te gusten ni Morrison ni los Doors, te seguiré teniendo aprecio. ; )

      Me hace gracia que nombres a Nostradamus. Lo digo porque, cuando lo de las Torres Gemelas el 11-S de 2001, hubo quien recurrió a una de sus profecías para justificar los ataques. Recuerdo que entonces Jesús Hermida, en una de las más geniales intervenciones que le recuerdo, dijo en pleno directo: "Alguien lo escribió, alguien lo leyó, y alguien decidió ejecutarlo". Me pareció una respuesta absolutamente brillante. La cara de Matías Prats, que lo estaba retransmitiendo todo en riguroso directo, fue de absoluta admiración.

      Lo de los políticos en esta crisis está siendo de traca. Cada uno barriendo para casa en una vergonzante carrera hacia el sillón de mando. No se les cae la cara de vergüenza porque la tienen de hormigón armado. Todos. Sin excepción. Menuda panda de impresentables.

      Gracias por la visita y el comentario, querida Kirke. Bueno, qué, ¿amigos? : ))

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    2. Amigos, por supuesto. Y eso que, estoy segura, que a ti no te mola Police (es para mí lo que a ti The Doors), aunque reconozco que la letra que has puesto es mucho mejor que el "de do do do de da da da" de Sting y compañía.

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    3. ¿Que no me mola Police? ¿Que no me mola Police? ¡Eso no me lo dices tú en la calle, guapa! Jajajaja

      Police me encanta. Y también Sting en solitario. De Police tengo todos sus discos. Primero los tuve en vinilo y luego los reemplacé en Cd. De hecho, ¿sabes cuál fue el primer disco de rock que escuché en mi vida? ¡Zenyatta Mondatta! Es mi disco favorito de Police. Un amigo me regaló la cinta original cuando tenía 12 años y la quemé de tanto escucharla. Recuerdo que la cinta era blanca con los caracteres impresos en rojo. Me pasaba horas escuchando aquella cinta en mi Walkman. Police fueron muy grandes. Lástima que los egos y la disparidad de caracteres no les permitiesen seguir más tiempo juntos. Por cierto, ¿has visto su concierto de reunión de 2008 en Japón? Es flipante. Te paso el enlace por si no lo has visto:

      https://www.youtube.com/watch?v=DbGqXpDIHjo

      Lo dicho, Police fueron muy grandes. Y les tengo mucho cariño. A los tres. ; )

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    4. Zenyatta Mondatta es flipante (a pesar del DeDoDoDoDeDaDaDa, ja, ja, ja) y a Sting en solitario también lo tengo en mi discografía de vinilos.
      Gracias por el enlace, ha molado un montón!!

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    5. De do do do de da da da
      Is all I want to say to you
      De do do do de da da da
      Their innocence will pull me through
      De do do do de da da da
      Is all I want to say to you
      De do do do de da da da
      They're meaningless and all that's true!!!

      Grandes Police!!!

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