martes, 16 de marzo de 2021

HE VUELTO

 

                                                  Imagen: "The new Pope" de Paolo Sorrentino

 

Hola, blog. He vuelto.

¿Volver? No sabía que te habías ido.

¡Pero si he estado casi tres meses ausente!

Discúlpeme, Don Importante. Le ruego sepa disculparme porque su vida no sea el centro de mi existencia.

¿Me estás vacilando?

Un poco, sí.

Ya decía yo. Y para que lo sepas: sí, mi vida debería ser el centro de tu existencia, pues, sin mí, tú no existirías.

Cierto. Gracias, amo.

Por cierto, ¿dónde están todos?

¿Todos?

Los lectores y visitantes al blog.

¡Y cómo demonios quieres que lo sepas! ¿Crees que soy una de esas todopoderosas multinacionales tipo Google, con un ejército de informáticos detrás que consiguen sembrar de rastreadores los ordenadores de todo el mundo mundial para monitorizar sus movimientos y saber dónde están y qué están viendo en todo momento?

No fastidies, ¿eso hacen los de Google?

Bendita ignorancia. Lo hacen todos, en realidad. Internet es la jungla, y en la jungla vale todo para vender.

¿Y puedo usar yo esos rastreadores para que compren mis libros?

Para eso necesitarías tener mucha pasta, y contratar los servicios de un ejército de informáticos, además de un community manager, un publicista, tener tu propio dominio en Internet, acuerdos con alguna distribuidora a nivel nacional e internacional para enviar los libros sin que te cueste un ojo de la cara...

O sea, que para vender tengo que gastar dinero.

Elemental, querido Watson.

¿Y si lo que quiero es vender libros porque precisamente dinero es lo que no tengo?

Entonces, querido mío, déjame decirte que estás jodido.

¿Así de crudo?

Así de crudo. No tiene sentido andarse por las ramas.

Gracias por los ánimos.

A mandar. ¿Desea algo más el señorito? ¿Café, té, un masaje en los pies?

Ya vale. En fin, cuéntame, ¿qué has hecho en estos tres meses de ausencia?

Básicamente leer y filtrar noticias.

¿Filtrar noticias?

Vivimos en la era de la sobreinformación. Cada día recibimos toneladas de información de toda índole, y es necesario filtrar para no sucumbir ante semejante avalancha. Luego está el asunto de la desinformación. Mientras unos dan una información concreta otros se encargan de desmentirla o neutralizarla con otra información. Y así se pasan los días, echándose mierda los unos a los otros como si fueran niños jugando al “y tú más”, sólo que ni son niños ni sus juegos son tan inofensivos o pueriles, pues en esa guerra de desinformación van dejando víctimas reales por el camino.

¿Te refieres a lo que ha pasado con todo el asunto del coronavirus?

Por ejemplo.

Leí lo de los obispos saltándose la cola de la vacunación. Y eso que se supone que precisamente ellos son los que más creen en el amor al prójimo.

Supongo que entre amar al prójimo o salvar su propio culo han preferido salvar su propio culo. Tampoco es que me sorprenda. Esta gente tiene la misma catadura moral que la de un jefe mafioso. Y mienten más que hablan. Son expertos en tergiversar y retorcer las palabras en su beneficio. De hecho, no me extrañaría nada que alguno de ellos adujese en su defensa que se saltó la cola “porque se lo dijo Dios personalmente, y hasta le firmó un justificante de su puño y letra”. Así se las gastan estos tipos, muchacho.

¿Crees que albergan dudas en torno a esa otra “vida después de la muerte” de la que tanto se jactan en sus dogmas de fe?

Es posible. Son humanos. Al menos algunos de ellos. Y los humanos dudan. Está en su naturaleza.

Pues se muestran muy seguros en sus creencias.

Normal. Viven de eso.

Ya.

Aunque también es posible que, aún creyendo en la existencia de esa “otra vida más allá de la muerte”, les dé miedo morir.

No te sigo.

Está claro. Aún existiendo esa otra vida, nada les garantiza que vayan a vivirla como la que viven aquí. Al fin y al cabo, aquí viven como Dios.

En eso tienes razón, mira. Porque, a ver, por mucho voto de pobreza que hagan de cara a la galería, no veo que ninguno de ellos renuncie a sus privilegios ni a sus prebendas. Ahí tienes el Vaticano, un ejemplo de muchas cosas menos de austeridad.

Esta gente son como los políticos: tienen unas caras de cemento armado. Normal que no duden en lo de “poner la otra mejilla”. Lo más probable es que si les abofeteas se te rompa a ti la mano antes de hacerles daño a ellos.

Hablando de políticos. También he leído de algunos altos cargos en ciertas comunidades autónomas que hicieron lo mismo, es decir, saltarse las listas de vacunación.

Y no te dejes atrás a los miembros de la realeza. Otros que tal bailan. No, si al final aquí lo que prima es el dicho “maricón el último”. Y me la sopla que suene “políticamente incorrecto”. Más políticamente incorrecto es hacer uso y abuso de unos privilegios que unos pocos se han arrogado y que otros pocos llevan tiempo queriendo arrebatarles, no para hacer justicia sino para arrogárselo para ellos. Así va el mundo. Ya lo denunciaba Barón Rojo a principios de los 80 en la letra de su canción Las flores del mal: “El egoísmo se hace estandarte internacional”.

Cuando lees noticias como las que acabas de citar no puedes evitar que se te caiga el alma a los pies.

Todavía recuerdo a aquellos bienintencionados que no dudaban en vaticinar al comienzo de la pandemia que de ésta íbamos a salir reforzados como raza. “Seremos mejores personas”, decían. Claro que igual con lo de “personas” quedaban excluidos automáticamente los políticos, los obispos y ciertos miembros de la realeza.

Qué triste, ¿verdad?

Lo triste es que aún haya gente que crea que hemos evolucionado desde los tiempos de las cavernas. Seguimos siendo neandertales, sólo que ahora lucimos mejor en las fotos gracias a los filtros de Instagram.

Me niego a creer que la humanidad entera esté tan podrida. Alguien bueno habrá, ¿no?, al margen de su ideología política o sus creencias religiosas.

Mira, tío. Si alguien es bueno o buena, da igual en lo que crea o lo que defienda, pues su bondad primará por encima de cualquier dogma o consigna, y siempre habrá un hueco para el entendimiento. Lo malo es cuando el dogma o la consigna logran imponerse a tu nobleza de espíritu o tu humanidad hasta el punto de anularlos o neutralizarlos. Ahí es cuando entra el fanatismo. Y de eso andamos sobrados.

¿Tú crees?

¡Vaya si lo creo! No tienes más que echar un vistazo a la prensa diaria o a los supuestos programas de debate político en las distintas cadenas de televisión. Ya no hay periodistas, lo que hay son hooligans. No me extrañaría que entre bambalinas apostasen entre ellos a ver quién dice la burrada más gorda en directo sin reírse.

Tú tienes poca fe en la humanidad, ¿verdad?

Poca no. Ninguna. No sabes lo que celebro no ser más que una sucesión de códigos binarios. La mayoría de las veces me cuesta entender a los seres humanos.

¿Y eso?

Lo tenéis todo para ser felices, disfrutar de un montón de cosas que tenéis a vuestro alcance y vivir en paz el tiempo que estéis de prestado sobre la faz de la Tierra. Pero, en vez de eso, os pasáis media vida jodiéndolo todo. No os entiendo, la verdad.

¿Sabes qué? Yo tampoco. Por eso necesito el arte como el respirar, para evadirme de tanta mierda, bien sea leyendo, escuchando música, viendo cine o series o escribiendo mis cosillas.

Me alegro de que al menos tengas eso. Por cierto, ¿y tú? ¿Qué has estado haciendo en estos tres meses de parón bloguero?

Leer mucho. También ver mucho cine. De hecho, hace poco comencé una maratón de Woody Allen. Tengo casi todas sus películas en DVD, y las estoy revisionando por enésima vez. No veas lo que estoy disfrutando. Hace un par de noches volví a ver Días de radio, una de mis favoritas. También he descubierto un par de series de televisión muy buenas, por cierto. Hablaré de ello en algún artículo.

¿Y cómo van tus escritos? Tenía entendido que tenías un par de novelas entre manos.

¿Puedes creer que no he escrito ni una sola línea en este tiempo?

¡No te creo!

Pues créetelo.

¿Y qué has estado haciendo?

Darle vueltas a la cabeza.

¿Y no te marea eso?

Pues sí.

Vaya. ¿En serio no has escrito nada de nada?

Ni una sola línea.

Pero, tienes intención de publicar algo este año, ¿o no?

Ya veremos. De momento, ya estamos de vuelta. Veamos cómo evoluciona todo y qué tal mis ánimos. ¿Te parece?

Me parece. Por cierto, que no te lo he dicho aún: bienvenido.

Gracias, blog. Bien hallado.




4 comentarios:

  1. Pues yo también te doy la bienvenida, amigo. Echaba en falta tus diatribas sobre todo lo perniciosos que nos rodea, que es mucho. De los políticos me esperaba su comportamiento insolidario a la hora de saltarse la cola de la vacunación. De los curos me lo espero casi todo pero eso no, la verdad. Si creen en otra vida mejor, ¿por qué demorar tanto ese último viaje? Deben pensar que mientras están en la tierra pueden seguir disfrutando de sus prebendas y que luego les serán perdonados todos sus pecados.
    Mires donde mires solo ves aprovechados que mienten como bellacos y encima pretenden que nos creamos su mentiras tan pueriles que me hacen sentir vergüenza ajena. Debemos estar adocenados para quedarnos de brazos cruzados y no echarlos a patadas del sillón que ocupan y que no queren soltar ni a tiros.
    Pero, en fin, como bien dices, menos mal que tenemos a mano un bálsamo que nos permite aislarnos de tanta mierda y pasar, aunque solo sea por unas horas, un buen rato: la escritura, la lectura, la música y el cine.
    Yo también me he lanzado a una maratón de películas y series, y ha habido, lógicamente, de todo. En cuanto a las películas de largometraje, me he guiado por la crítica (suelo consultar la web de Filmaffinity) antes de verlas, y en cuanto a series, la verdad es que he intentado centrarme en las que me puedan aportar una buena dosis de humor y relajación mental.
    A ver, pues, cuando retomas esa, a veces ingrata, labor de escribir, para seguir deleitándonos con tus críticas mordaces y, más a la larga, según leo, con alguna novela.
    Un fuerte abrazo.
    P.D.- Y trata bien a tu blog, que está en todo, je,je.

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    1. Muchas gracias, Josep, por esta calurosa bienvenida. Así da gusto volver. Casi me entran ganas de pirarme de nuevo unos meses y regresar otra vez. ¡Ah, maldita vanidad, que atacas por igual a poderosos que a pobres diablos como servidor! ; )

      Pues sí, estamos rodeados de mierda por todos lados. Aunque de la mierda también salen cosas buenas y hermosas, como las hortalizas, las verduras y las flores, que nacen del estiércol. Menos mal que tenemos el arte y los artistas. En los meses de confinamiento se vio su importancia que, en mi caso, resultó fundamental para no sucumbir a la desesperación. Gracias al arte el impacto fue menor de lo que podría haber sido.

      De pelis, libros, discos y series podría pasarme días hablando. Y, como tú, he experimentado de todo: maravillas, obras pasables, medianías y bodrios. Precisamente la foto que ilustra este post pertenece a una serie que me ha resultado excepcionalmente maravillosa. En realidad son dos series del mismo autor y director: Paolo Sorrentino. La primera parte se titula "The young pope" (El joven papa), protagonizada por Jude Law y Javier Cámara (ambos inmensos en sus personajes), y la segunda temporada se tituló "The new pope" (El nuevo papa), con la inclusión al elenco de John Malkovich (impecable). Ambas series se muestran muy críticas con la gestión de la Iglesia, ponen al descubierto algunas verdades en torno a los tejemanejes de esos "proclamadores del amor al prójimo...y a sus carteras" y sus ansias de poder e influencia en la política internacional. La fotografía es impresionante, el guión es excepcional y los actores rayan a un nivel estratosférico. Las localizaciones y los decorados son realmente impresionantes, y casi te crees estar dentro del mismísimo Vaticano. En definitiva, muy recomendables las dos temporadas de esta magnífica serie.

      En cuanto a libros, pelis y series, en breve iré publicando algunos artículos con mis impresiones sobre algunas de las cosas vistas y leídas en estos últimos meses.

      Seguiré tu consejo y trataré bien a mi blog. Al fin y al cabo, dependo de él para llegar a todos vosotros. Además, en siete años que llevamos juntos, ya le he cogido bastante cariño, así que... ; )

      Un fuerte abrazo, Josep.

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  2. Hola, Pedro.
    Primero de todo, bienvenido, :) Y ahora sobre lo charla con tu blog, que ya sabes que me cae muy bien. Por mi parte no voy a opinar (estoy entrado en modo zen, o por lo menos lo estoy intentado, después de una racha así medio-medio) de los que se han saltado y se saltan la cola, porque sino de mi boca o mejor dicho de mis dedos saldrán culebras de las malotas, pero de esas malas, malas. Y es que, ¿qué nos queda ya por ver? De verdad, ¿qué nos queda? Lo de seremos mejores personas en mi caso, y dándome cuenta en esta última etapa que soy una ingenua, diré que así lo creí, pero todo este tiempo me ha demostrado que no, que todo lo contrario, esto se ha enraizado y está sacando lo peor en muchas personas. Egoísmo, irresponsabilidad y la palabra derecho como un lema. En fin, esperemos que todo esto pase, y que nos hagas disfrutar de tus letras más a menudo, que se te extraña.
    Un beso, y feliz semana.

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    1. Hola, Irene.
      Gracias por tus palabras de aliento. Se agradecen un montón. Como le decía a Josep en mi comentario anterior: así da gusto estar fuera un tiempo, para regresar y recibir vuestro calor en el regreso. Por cierto, mi blog también te manda saludos. : )

      En cuanto a lo que trato en el texto de esta entrada, de un tiempo a esta parte no hago más que cogerme unos emputes yo solo cada vez que enciendo la televisión y me dispongo a ver los informativos. La estupidez y la insolidaridad de la peña es cabreante. Fiestas clandestinas, botellones, quedadas, gente que se pasa por el forro las medidas mínimas de seguridad. Y si sólo fueran jóvenes, que ya sabes que por su condición de jóvenes se creen inmortales -todos hemos sido jóvenes y sabemos que a esas edades la muerte es eso que les pasa a otros, normalmente gente mayor, y no a nosotros, jóvenes y lozanos e igualmente estúpidos-. Veo con asombro que la imprudencia y las actitutes egoístas e incívicas se muestran en todas las edades y condiciones. No es una cuestión de ricos o de pobres, de gente culta o inculta, o de hombres o mujeres; la estupidez ataca a todos por igual. Lo veo todos los días, en la calle, en los parques, en los supermercados. Es como si, acabado el confinamiento, a todos nos hubiesen dado carta blanca para hacer lo que nos salga de las narices. Claro que las medidas arbitrarias y sin sentido que imponen los políticos y las autoridades (in)competentes tampoco contribuyen a una mayor concienciación del problema. Al contrario. Y así nos va.
      En fin, confiemos en poder salir de esta, no como mejores personas (que ya se ha demostrado que es imposible). Me conformo con salir de esta con vida.

      Un beso -eso sí, libre de virus-, y feliz semana para ti también, querida Irene.

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