Tertulianos televisivos dándole al tema |
Según la información llegada a nuestra redacción, a través de la Policía (in)Cultural, en la mañana de ayer ha sido hallado un varón que llevaba semanas desaparecido “en su mundo”.
El sujeto presentaba un aspecto bastante desmejorado: barba de varios días, ojeras, gafas con los cristales cubiertos por una fina capa de polvo y vaho, equipación deportiva viejuna y pasada de moda, zapatillas deportivas y mascarilla de tela anti Covid19.
Precisamente fue el aspecto un tanto desaliñado que presentaba el protagonista de este suceso lo que alertó a los dueños de varios perros que habitualmente realizan labores de “abono” en las aceras de las inmediaciones; labores que hacen de manera totalmente “desinteresada”, pues ni uno solo de esos dueños de perros muestra interés alguno en recoger las mierdas que van dejando sus canes en las aceras de nuestra hermosa, y cada vez más sucia y maloliente, ciudad.
Según testimonios aportados por testigos presenciales, además de otros tantos testimonios aportados por gente que no había visto ni oído nada pero que, como suele pasar siempre, hablaban con inquebrantable seguridad de algo de lo que no tenían ni puta idea —más o menos como el 99,9% de los llamados “expertos” que inundan las tertulias televisivas cada vez que se trata algún tema de candente actualidad, y lo mismo tienen argumentos para hablar de los efectos de la pandemia, de la erupción del volcán en la isla de La Palma, de la guerra en Ucrania o de la última polémica surgida en el clan Pantoja—, a primera hora de la mañana fue visto en las inmediaciones de una zona residencial de la capital un varón adulto, de edad indeterminada, que deambulaba en actitud claramente errática y ensimismada, mientras farfullaba palabras inconexas y espaciadas a propósito de una supuesta novela en la que lleva años trabajando.
Ante la llamada de alerta que uno de los dueños de los fabricantes de excrementos y orines caninos efectuó al número de emergencia que la Policía (in)Cultural tiene a disposición del ciudadano para tal fin (es decir, el 8837471345894781425794523587, con el prefijo 818453579461), dos agentes se desplazaron a la zona.
Una vez personados en la ubicación facilitada por el denunciante, los agentes interceptaron al individuo. Hecho esto, efectuaron un primer interrogatorio in situ; es decir, sentados, pues ambos, como buenos funcionarios del Ministerio de (in)Cultura, siguen al pie de la letra —como es lógico—, el enunciado de su Ministerio: “No me estreses. Así que, despacito y con buena letra”.
En el transcurso del citado interrogatorio, los agentes de la Policía (in)Cultural supieron por boca del sujeto interceptado que se trataba de un varón, de 51 años de edad, miope, con cara de pocos amigos, feo de narices —en efecto, su nariz es bastante poco agraciada—, y que se reconocía escritor, con tres libros autoeditados en su haber.
Precisamente este hecho fue el que más llamó la atención de los agentes de la Policía (in)Cultural.
—¿En serio se declara usted escritor aún siendo autopublicado? —insistió uno de los agentes culturales.
—Sí, claro —respondió el feo de narices.
—¡Cómo que claro! De claro nada, monada. Declararse escritor por haber autopublicado un libro...
—Uno, no. Tres.
—Bueno, vale, tres. Lo mismo da.
—No. Lo mismo no da. No es lo mismo uno que tres. ¿Es que no veía usted Barrio Sésamo de pequeño? Había en ese programa una marioneta del conde Drácula que se pasaba todos los programas contando cosas. Debería verse alguno de esos programas, tal vez así aprenda a distinguir la diferencia entre uno y tres.
—De acuerdo. Tres. ¿Contento? —admitió el Policía (in)Cultural con cierto fastidio—. Declararse escritor por tener tres libros autoeditados es casi tan ridículo como declararse cineasta por haber grabado un par de cintas de vídeo con recuerdos familiares.
—¡Cuanta ignorancia, por Kilgore Trout! —replicó el interrogado evidenciando enojo, además de una cierta devoción por el famoso personaje creado por Kurt Vonnegut y que se muestra recurrente en algunas de sus obras—. ¿Y usted se define a sí mismo como Policía Cultural? ¡No me extraña que la cultura esté de capa caída en nuestro bendito país, si quienes deben velar por ella se muestran tan desdeñosos en sus funciones!
—¿Qué insinúa?
—No insinúo, afirmo. Su ignorancia es casi tan ofensiva como su incultura.
—¿Me acaba de llamar usted ignorante y inculto?
—E.
—¿Cómo?
—Las conjunciones se utilizan para unir dos o más elementos de una oración, o dos o más oraciones. La conjunción “e” se utiliza en lugar de “y” ante términos que comienzan por el mismo sonido: “i” o “hi”, pero no en aquellos casos cuando la “y” da inicio a una interrogación o admiración.
—Vaya, vaya. Así que estamos ante un listillo, ¿eh?
—No. Está usted ante un escritor, independientemente de que sea autoeditado o no, señor agente —añadió con sorna el interrogado.
—A ver, ¿por qué lleva días deambulando sin rumbo fijo?
—Es lo que hacemos los escritores la mayor parte del tiempo. Solemos perdernos en nuestro mundo. Forma parte de nuestro proceso creativo. Simplemente dejé volar mi imaginación y me perdí. ¿Es acaso eso un delito?
—No. Supongo que no.
—¿He infringido alguna ley?
—No. Supongo que no.
—Entonces, ¿estoy detenido?
—No. Supongo que no.
—Pues si no he infringido ninguna ley y no estoy detenido, ¿puedo seguir mi camino?
—Sí. Supongo que sí.
—¿Sabe? Es usted un supositor nato.
—¿Qué?
—Lo dicho. Barrio Sésamo. Hágame caso.
Y diciendo esto, el tipo feo de narices de fue; a seguir trabajando en esa novela en la que asegura estar inmerso.
Así que, por nuestra parte, "esto es to, esto es to, esto es todo amigos". En cuanto tengamos más datos a nuestra disposición que podamos manipular, en función de nuestra ideología, se los haremos llegar, como siempre, para seguir (des)informando. Porque, tal y como reza nuestro eslogan: “La (des)información es poder”. Bien lo saben los que mandan.
Ya veo que estabas deambulando, perdido en el vuelo de tu imaginación, y por eso llevas tanto tiempo sin pasar por aquí. Pero lo has hecho con todos los honores y un relato muy divertido. Me encanta la capacidad que tienes para reírte de ti mismo. El humor que más me gusta es aquel que dirigimos a nosotros mismos, bien individualmente, como persona, o bien al mundo que nos rodea, como sociedad. En todo caso, es un buen ejercicio.
ResponderEliminarEspero que pronto termines esa novela. estoy deseando leerla.
Un beso.
¡Hola, Rosa! : )
EliminarPues sí. He estado perdido y ensimismado "en mi mundo". Nada raro en mí, por otra parte. La realidad me resulta tan insoportable a veces, que prefiero perderme por esos mundos ignotos de mi imaginación.
Otra razón por la que no he publicado nada es que no tenía mucho qué decir, la verdad. Con la que está cayendo, el humor se me había encogido; como el corazón, cada vez que veo el horror de la guerra en toda su crudeza. ¿Ves lo que te decía de la realidad? Si no fuera por el arte... ni me quiero imaginar lo triste y futil que sería todo.
Con la novela he hecho grandes avances. El texto está prácticamente acabado, de hecho. Ahora estoy trabajando en las dos ediciones (papel y digital), ya que llevan tratamientos diferentes, y en ultimar la portada. Como ya he fallado en otras previsiones, esta vez no he querido marcar plazos para evitar agobiarme. Gracias por trasmitirme tu interés. Eso es gasolina para mí, y con lo cara que está ahora mismo, ¡imagínate el valor que le concedo! ; )
Un beso, Rosa.
Bueno, lo importante es seguir vivito y coleando, aunque eso de la publicación de una novela le deje a uno un tanto... digamos, trastornado y divagando sobre lo que le espera.
ResponderEliminarLos escritores autopublicados deberíamos formar una asociación para reivindicarnos y defender nuestros derechos, aunque solo sean los de autor.
Espero que el esfuerzo y tu tenacidad se vean compensados de un modo u otro, aunque solo sea a base de una autosatisfacción por el trabajo bien hecho. Que ese trabajo se vea recompensado además con los beneplácitos de un público entusiasta y numeroso ya es harina de otro costal.
Entretanto, la vida sigue, amigo.
Un abrazo y ya nos irás manteniendo informados, pero no tardes tanto en reaparecer, je,je.
Saludos, Josep.
EliminarTotalmente de acuerdo contigo. Lo importante es seguir vivito y coleando. Y con la que está cayendo (¿cuando no?), más aún. Haciendo mío el título de una de las mejores comedias del cine español de todos los tiempos: "Amanece, que no es poco". Y que nosotros lo veamos.
Hay como un cierto "mirar por encima del hombro" a los autores autoeditados; como si el hecho de autoeditarse fuese sinónimo de mala calidad o calidad insuficiente, cuando no de auténtica chapuza hecha libro. Y, como autor autoeditado y lector contumaz, he de decir que en el mundo de la autoedición, como en cualquier otro ámbito de la vida, "hay de todo": bueno, malo, regular y excepcional. De hecho, cuando me topo con un libro autoeditado que consigue colmar mis expectativas y hasta superarlas, me satisface el doble, pues sé el duro trabajo que hay detrás, siendo que la mayoría de las veces ese trabajo se hace en la más completa soledad, lo cual no es sólo digno de elogio, sino también de admiración y respeto. Y ahí estás tú como prueba viviente de lo que digo.
Aunque no prometo nada -mi creatividad es como el Guadiana, aparece y desaparece a voluntad-, haré todo lo posible por seguir asomando la cabeza por estos lares. Eso sí, igual lo hago en chándal. ; )
Un abrazo, Josep.
Hola, Pedro.
ResponderEliminarUn placer volver a tu blog.
Cuando he leído: Es usted un supositor nato, ¡ay! Qué carcajada me has arrancado, :)
Toda la razón la desinformación es poder, vaya que sí. O lanzar pequeños meteoritos a temas que sinceramente los encuentro de un valor irrisorio, pero así nos tienen entretenidos y no nos centramos o no se centran en lo necesario. En fin.
Una entrada genial, muy, muy divertida.
Te deseo todo el ánimo y fuerza del mundo, para que así podamos leer prontito tu novela.
Un beso.
¡Hola, Irene!
Eliminar¡Dichosos los ojos! -tranquila, no es que te vea a través de una cámara oculta o vía satélite; digo lo de "dichosos los ojos" porque te acabo de leer ; ) Así que tu intimidad está completamente a salvo. Tan a salvo que, si te apetece, puedes visitar mi blog en zapatillas de andar por casa. Yo, a veces, lo hago-.
Celebro que mis ocurrencias te sigan haciendo reír, incluso arrancándote una carcajada -confío en que sin dolor. Yo es que no soporto el dolor-. En estos tiempos que corren, con tantas desgracias una detrás de otra, reír se me antoja la mejor de las terapias para no caer en el desánimo.
Gracias por esos ánimos y esa fuerza que me envías. Ya falta menos para mostrar al mundo ese trabajo en el que llevo tantos años esforzándome por dar lo mejor de mí. Crucemos los dedos para que la cosa llegue a buen puerto.
Un beso, Irene. Y Bienvenida. Ya he visto que tú también has vuelto con tu blog. Tu lista, genial, por cierto. ; )