miércoles, 29 de octubre de 2025

POLÉMICO PREMIO PLANETA

 

 

Menudo revuelo se ha armado en estos días con el fallo del Premio Planeta de este año (2025).

Precisamente el “fallo” está en considerar el Planeta un “premio literario”. Porque no lo es. Lo que sí es, para quién aún no lo sepa, es una hábil maniobra empresarial montada para hacer negocio.

El premio Planeta no premia la literatura, sea ésta buena o mala —eso ya lo dejo al criterio de cada cual—. De lo que se trata con este premio es de rentabilizar al máximo una inversión y potenciar una marca.

Lo primero que hay que apuntar es que el grupo empresarial desembolsa nada más y nada menos que un millón doscientos mil euros entre los premiados (un millón para el ganador y 200.000 euros para el finalista), además de lo que se gasta en organizar la gala en sí, el sueldo de los jurados, vuelos, estancias de hotel, etc.

Ningún libro hoy en día es tan rentable en España como para merecer semejante inversión de pasta. ¿Entonces?, ¿dónde está el truco? Pues está en la publicidad y la repercusión mediática que la noticia del premio en sí genera. Ya saben aquel dicho de Oscar Wilde: “Sólo hay en el mundo una cosa peor que el que hablen de uno, y es que no hablen”. Es decir, que es preferible que hablen mal de nosotros a pasar desapercibido o ignorado por completo.

En este sentido, con la concesión del premio Planeta a Juan Del Val, objetivo conseguido. Tanto es así que, como diría Juan Soto Ivars, desde que se conoció la noticia “arden las redes”.

Los responsables del Grupo Planeta no son tontos. ¿Creéis que no lo tienen todo perfectamente estudiado antes de dar el paso de “premiar” a tal o cual personaje?

Hagamos un breve resumen del personaje. Famosete, sale en la tele, está casado con otra famoseta, que también sale en la tele; el tipo, además de bocachancla profesional, tiene fama de polemista, es decir, que suelta por esa boquita cualquier mierda que se le pase por la sesera sin medir las consecuencias. Además, lo hace con esa chulería propia del que sabe que lo que dice va a levantar ampollas en aquellos que no piensan como él —incluso entre quienes sí que piensan como él—. Pero todo eso se la trae al pairo. Es más, hasta parece disfrutar con ello, como un cochino revolcándose entre charcos de mierda. 

Es, en esencia, lo que hoy en día se denomina “un polemista profesional”. Lo creas o no, hay gente que vive de eso. Y muy bien, además. Y claro, como eso da audiencia, ahí tenemos la parrilla televisiva repleta de polemistas de todos los signos a cascoporro, parasitando como hongos de un extremo al otro de la TDT.

Según he podido leer por Internet, Juan Del Val es autor de otras tres novelas, Candela (2019), Del paraíso (2021) y Bocabesada (2023), además de la reciente ganadora del Planeta, Vera. Una historia de amor (2025). Yo no he leído ningún libro de este pavo. Ni pienso hacerlo. No me interesan lo más mínimo, ni él ni lo que escribe. Eso sí, coincido al cien por cien con la opinión que tiene el escritor y columnista Ramón de España del personaje: “No sé cómo escribe, pero titula sus libros como el culo”.


Hace poco, hablando con un amigo de mi poca fe en los concursos literarios de este país —pienso que la mayoría son un fraude—, le conté que muchos de ellos están amañados. Recordé entonces una entrevista en la revista literaria Qué Leer de octubre de 1998 —que aún conservo (ver foto)—, en la que el escritor Alberto Vázquez Figueroa contaba las veces en que le habían ofrecido el Premio Planeta y que él había rechazado. Es decir, que le daban el premio antes de ser convocado por una novela que aún no había escrito. O sea.

Eso sí que me parece una falta de respeto hacia los cientos o miles de escritores o aspirantes a serlo que invierten horas y horas de su vida en escribir un libro, se gastan una pasta en imprimirlo y encuadernarlo, y luego enviarlo por correo —que barato no es, oigan—, cargados de ilusión y esperanza, para que luego los organizadores del premio, atendiendo a unos intereses bastardos, se pasen todas esas ilusiones por el forro y otorguen ese premio a dedo. Para semejante viaje no hacen falta alforjas, ¿no creen?

Si después de todo lo que se sabe, y de lo que se sospecha, aún hay gente que cree en estos premios, igual ya va siendo hora que sepan, de una vez por todas, que los Reyes Magos, en realidad, son los padres.




4 comentarios:

  1. Tú y yo ya hemos tratado en más de una ocasión el tema de los concursos literarios y el fraude que esconden al otorgar un premio basándose en intereses inconfesables. En el caso del Planeta, dichos intereses ya los has descrito perfectamente. Por eso, desde hace años me niego a leer la novela premiada para no ser partícipe de esa pantomima.
    Lo que ignoraba es lo que mencionas de Alberto Vázquez Figueroa. ¡Qué fuerte! Ofrecerle el premio antes de escribir la novela que sería premiada. Y otra tomadura de pelo en este sentido es que digan que los autores participantes presentan sus obras bajo seudónimo. ¿Para qué sirve esconder la identidad con un nombre falso si ya saben quién está detrás?
    Y encima los miembros del jurado están, por supuesto, compinchados en este escándalo. Solo espero que después de este último (que ha sido más notorio o más publicado) y los que vendrán, ese premio acabe desapareciendo. Aunque de ser así, ya inventarán otro certamen igualmente amañado.
    Un abrazo, Pedro.

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    1. Revisando mis viejas revistas en busca del artículo de Vázquez Figueroa, me encontré con otras sonadas polémicas a cuenta del Premio Planeta. Una de ellas tenía que ver con Juan Marsé, que ejerció de jurado en una convocatoria y denunció haber recibido presiones para premiar una novela de María De la Pau Janer que, a su juicio, no merecía ni estar entre los finalistas. La citada novela, al final, se llevó el primer premio, y Marsé, que no tenía pelos en la lengua, lo denunció a voz en grito en la misma gala de entrega del premio. Leyendo esas revistas me encontré con otros amaños de concursos prestigiosos, y de las rencillas y enfrentamientos entre escritores e intelectuales de la época a cuenta de ello. A raíz de ahí, y de alguna mala experiencia vivida en primera persona, decidí no volver a presentarme a ningún concurso, al menos de dotación económica importante. Eso me ha ahorrado dinero y disgustos.
      Visto lo visto, el año que viene podrían darle el Planeta a Mar Flores o a Isabel Preysler. Con un par. ; )
      Un abrazo, Josep.

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  2. Hace mucho que no leo ningún Premio Planeta a no ser que sea de uno de los autores que me gustan y que sigo y, casualmente, suelen dárselo con alguna de sus novelas menores. Creo que desde El jinete polaco, de Muñoz Molina, no ha vuelto a haber un Planeta de altura. Lo que sí hay es polémica y mucha cara dura porque ya ni se molestan casi en ocultar el amaño que supone el citado premio. Lo de Carmen Mola fue de vergüenza, justo el año en que el premio va a ser compartido por tres autores, lo suben a un millón de euros.
    Como hace años que no veo la televisión, más allá de noticiarios (y poco, que vienen muy duros) no conocía al susodicho hasta la concesión del premio. Y pronto olvidaré que lo he "conocido".
    Un beso.

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    1. Yo no he leído ningún libro de Carmen Mola (desde luego, el apellido se las trae), pero entiendo el chasco que se llevarían muchos y muchas de sus lectores y lectoras cuando se enteraron que tras tan femenino nombre en realidad se ocultaban tres señores de mediana edad con barba y bigote. Vaya timo.
      En una entrevista reciente que leí del susodicho Del Val, leí que el buen hombre decidió enviar su manuscrito bajo seudónimo precisamente para no influir en la decisión del jurado. Sí, claro, y voy yo y me lo creo. Si es que encima nos toman por tontos, carajo.
      Visto lo visto, yo le daría el próximo Planeta a Mar Flores o a Isabel Preysler por sus respectivos libros. Total, ¿para qué disimular?
      Un beso.

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