miércoles, 12 de septiembre de 2018

¡QUÉ GRANDE ES EL CINE! 1ª Parte

¡Con lo gigantescos que parecen esos bichos en el cine! Y luego no tienen ni media bofetada.

Me gusta el cine. Adoro el cine. Muchos de mis mejores recuerdos los tengo asociados a momentos relacionados con el cine, ya sea en salas de exhibición como en mi propio hogar, viendo cine en vídeo o DVD.
Sin embargo, justo es reconocer que el cine, en esencia, es una gran mentira. Resulta que los grandes palacios de la Roma Imperial son de cartón piedra, con listones de madera colocados a modo de soporte en la parte que no se ve; o que esa peli que te muestra una batalla épica con un millón de contendientes de ambos ejércitos resulta que, en realidad, sólo eran medio centenar de extras copiados y multiplicados por ordenador; o que ese terrorífico Alien de casi tres metros es una marioneta de unos pocos centímetros. Por no hablar de la nave del Imperio al inicio de La Guerra de las Galaxias; la misma que tarda como tres días en pasar de un lado al otro de la pantalla, lo cual te hace una idea de sus gigantescas dimensiones. Lo más probable es que la maqueta original cupiese en una bolsa de supermercado.
En definitiva: todo en el cine es mentira.
Ahora bien, asumiendo esto, hay ciertas cosas con las que no puedo, y que me cuesta mucho tragarme. Resumiré algunas.

1 ) Que el protagonista encuentre aparcamiento libre en la puerta de su casa aún tratándose de una gran ciudad como Nueva York, Londres o París.
Es que ni siquiera dan una vuelta a la manzana para buscar sitio lo más cerca posible de su piso o apartamento. Simplemente llegan y hay un hueco enorme delante de su bloque de apartamentos, un hueco tan grande que ni siquiera hace falta dar marcha atrás, sino que metes el coche de morro y aparcas tan ricamente oyes. Menudo chollo, ¿no?
En la ciudad donde yo vivo, hasta para buscar aparcamiento en la periferia de la periferia tienes que dar más rodeos que un político en una rueda de prensa explicando dónde y cómo consiguió su máster.

A ver quién es el guapo que encuentra plaza de aparcamiento gratis en un sitio así. Y a la primera. 

2 ) Que en las pelis americanas de los setenta y ochenta se dejen las puertas y las ventanas de los automóviles abiertas como si nada y que sus propietarios se vayan tan tranquilos a hacer lo que tengan que hacer.
Haced la prueba. Pillad cualquier peli de los setenta y ochenta en la que alguien llegue a un sitio en coche y observad. En el 99,9% de los casos llegan, abren la puerta —que ya tiene la ventanilla bajada—, salen del coche, cierran la puerta y lo dejan todo tal cual, sin bajar la ventanilla, ni pasar la cerradura, ni pulsar el botoncito del mando a distancia para bloquear o inmovilizar el vehículo. Simplemente cierran la puerta y se largan. Incluso en barrios chungos.
¡Olé tus...!
Y yo que a veces tengo que volver sobre mis pasos y comprobar que he cerrado correctamente el coche por aquello de ir pensando en mis cosas. Qué cosas, tú.

3 ) Que lleguen a una casa / apartamento / dúplex y que las luces del interior estén encendidas aún no habiendo nadie en casa.
O una de dos: o el precio de la electricidad en EEUU está tirado, o tienen unas bombillas súper mega guays que duran un huevo y no se gastan, y que encima no consumen nada de nada. Olé por ellos. Aquí cargar el móvil o la tablet ya te sale por un ojo de la cara. Y el precio de la luz sigue subiendo, oiga. Y la caradura y avaricia de algunos que yo me sé, ni te cuento. 

4 ) Que una pareja cualquiera haga el amor salvajemente y, a continuación, ella se tape su desnudez con las sábanas.
A ver, que yo me entere. Acabáis de «hacer el amor», de echar un kiki, de hacer cochinadas en todas las posturas imaginables —esto incluye ante / bajo / sobre / en / entre todo tipo de enseres y mobiliarios varios—, y, de repente, ¿acabáis y os entra el pudor repentino? No lo entiendo. Un consejo: igual deberíais «hacer el amor» con la luz apagada y las cortinas echadas, no vaya a ser que os cortéis en mitad del acto y se os joda —perdón, «se os estropee»— el revolcón.

No hace falta que te tapes, Meryl. ¿O acaso crees que el bueno de Alec no lo ha visto todo y más y puede rememorarlo cuantas veces quiera? Sólo tienes que verle la cara de felicidad que tiene el tío imaginando lo que acaba de ver.

5 ) El malo de la peli, antes de matar al bueno, le cuenta su plan secreto para hacerse con el control del mundo.
¿De verdad hace falta? ¿De qué le va a servir al malo contarle su plan al bueno si se lo va a cargar en ná? ¿Y al bueno? ¿De qué le sirve que le cuentes tu plan si la va a palmar? Es más, yo soy el bueno y el malo me tiene atado y bien atado y me está apuntando con un arma y empieza a soltarme la chapa y soy capaz de ponerme en plan: «¡No quiero oirlooooooooo! ¡Aaaaaaaaaaa! ¡Eeeeeeeeeeeee! ¡Blablablablablablabla!».
¿Por qué? Por joder. Total, me va a matar, que se meta su plan de mierda por donde le quepa.

6 ) Un grupo de amigos pasa un fin de semana en una cabaña y un psicópata se los va cargando uno a uno.
A ver, gente, tomad nota: si pasáis un fin de semana en una cabaña a tomar por culo de cualquier civilización y notáis algo raro: por ejemplo, uno de vuestros colegas/amigos/amigas aparece muerto en extrañas circunstancias —troceado con un hacha o desmembrado por una sierra mecánica, por ejemplo—, ¡tíos, no os separéis! Y si el listo de turno dice: «Que uno vaya abajo, otro arriba, otro rodee la casa, otro vaya al granero, y otro vaya a pedir ayuda», sencillamente mandadlo al carajo. Y gritadle bien clarito: «¿Es que eres tonto o eres tonto? ¡Todos juntos, leches!».

7 ) En las discotecas de las pelis se puede hablar sin levantar la voz.
¿No os mosquea eso? Dos personas, en una discoteca, la música a tope, la gente bailando o bebiendo alrededor, y estos dos hablando tan ricamente, como si nada, en la barra, y con un tono de voz normal. ¡Venga ya, tío!
No sé a qué discotecas o pubs o bares va esta gente, pero yo, en mis años de pubs o bares —discotecas pisé poco, la verdad; nunca fue mi rollo—, para poder hablar y que te entendiesen tenías que gritar más que Ian Gillan en el climax del Child in time; y para poder escuchar bien lo que te decía tu interlocutor/ra, o una de dos: o pegabas la oreja a la boca del susodicho o susodicha o bien te hacías un curso para leer los labios, porque de lo contrario no te enterabas de nada.

-Que digo yo, guapo, que luego podríamos ir a mi apartamento si eso.                   
-Vale. Iré. Pero sólo si al llegar tienes las luces encendidas. Que si no me da miedito.

8 ) ¿De qué hablan entre plano y plano?
Situación: vemos un par de personajes hablando de un tema determinado mientras pasean por la calle. Y la cosa, más o menos, va así:
Le he dado vueltas al caso de Johnny Frusciante. Christine no pudo ser la asesina. Hice que comprobaran las huellas...
De repente, cambio de secuencia. Los mismos personajes están en el interior de un apartamento, cómodamente sentados en el sofá y tomando café:
¿Y? —dice el otro.
Pues que según los del laboratorio las huellas no coinciden. No son las de Christine.

Vale. Examinemos la cosa. Resulta que los tipos han entrado en el vestíbulo de un edificio, han esperado un ascensor o subido por las escaleras, han abierto la puerta del apartamento, han entrado, se han puesto cómodos, el propietario del apartamento ha preparado una cafetera, la ha puesto al fuego, ha hecho café, lo ha servido en un par de tazas, le ha añadido leche y/o azúcar, se han sentado y han continuado con la conversación justo donde lo habían dejado veinte minutos antes.
Y yo me pregunto: ¿Es que no han hablado en todo ese tiempo? ¿En serio? ¿De verdad se han tirado veinte jodidos minutos en silencio desde la calle hasta el momento de sentarse en el sofá para seguir la conversación? Vaya, qué incómodo, ¿no?

Hay más cosas que me mosquean en el cine o las series de televisión. Pero ésas os las contaré la semana que viene.
Por cierto, que sepáis que mi blog es de cartón piedra.


10 comentarios:

  1. 👏👏👏😂 Buenísimo;a mí, la verdad, cuando me empiezo a fijar en estas cosas, pues como que se acabó la obra en cuestión, por muy maestra que sea; llámennos tiquismiquis si lo desean. Deseando leer la segunda parte y la reacción del "bicho" cuando se entere de su verdadera naturaleza, porque imagino que se leerá a si mismo..., o vaya usted a saber.
    Saludos.

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    1. Saludos, Don José.

      La mejor manera de enfrentarse a una película o serie es meterse de lleno en la historia y no detenerse demasiado en el andamiaje. En mi caso, mientras no sea algo demasiado grosero o exagerado no suelo detenerme demasiado en esas cosas. Priorizo el dejarme seducir por lo que me quieren contar o transmitir. Eso sí, si el reparto, el guión o la puesta en escena no ayudan, pues oye, no hay tu tía. Le doy al stop o me voy de la sala, y a otra cosa mariposa.

      Te confirmo, querido José Florentino, que sí, que mi blog se lee a sí mismo. ¿Por qué te crees que tenemos esas monumentales broncas entre nosotros? No me pasa ni una, el tío. Perdón, el blog. ¡Menudo es el menda lerenda! :P

      Un abrazo, Don José.

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  2. Es verdad las pelis no hay que analizarlas,te das cuenta que si lo haces, ya no tiene sentido verlas,no te cres nada de lo que ves

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    1. Saludos, Rosita del este.

      Creo, si no me equivoco, que esta es tu primera vez por estos lares. Te doy la bienvenida.

      Como habrás podido comprobar, en este blog suelo tratar temas de lo más variados bajo un prisma de humor, con predominancia por el absurdo. No siempre es así, claro. Aunque sí lo es la mayor parte de las veces.

      Dicho esto, te agradezco tu visita, y el comentario. Ah, y vuelve cuando quieras. Aquí no cobramos entrada. ; )

      Un abrazo.

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  3. Pedrooooooo! ¡Qué alegría ver abierta tu puerta...!
    Tienes toda la razón y los comentaristas también. Creo que sería mejor que analizásemos otros programas y otras informaciones para saber que tanto por ciento son "fantasía", por no decir mentira (ahora se estila decir posverdad)
    ¿Sabéis qué me sorprendió, hace de eso ya muchos años? pues que los indios no eran los malos. Sí, a los jóvenes os parecerá una fantasmada, pero es que las películas de Rin Tin Tin me gustaban tanto....
    Gracias por hacerme sonreir una vez más. Te echaba a faltar.
    Un abrazo de Vilma y otro mío.

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    1. ¡Vilmaaaaaaaa! ¡Vos por estos lares!

      Huy, si como muy bien apuntas nos diese por analizar otros programas y otras informaciones, no dejaríamos títere con cabeza. Estamos rodeados de "verdades de cartón piedra", querida Vilma.

      Antes, hace muuuuuchos años, vivíamos en la "era de la desinformación". Ahora, años más tarde, vivimos en la "era de la sobreinformación". Nos saturan con tanta información que ya nos cuesta discernir entre lo cierto y lo falso. Menos mal que aún nos queda el sentido común, que alguien muy sabio definió con mucho acierto como "el menos común de los sentidos". Aún así, no se me ocurre mejor arma que el humor para combatir a quienes intentan tomarnos por tontos.

      No, querida Vilma, los indios no eran los malos. De hecho, de un tiempo a esta parte, a la gente de Hollywood ya no le duelen prendas en admitirlo, y hasta de pedir perdón por ello. Te recomiendo, si no la has visto, la película "Bailando con lobos", de Kevin Costner. Y otra maravilla: "Un hombre llamado caballo", con Richard Harris de protagonista. Cambiará tu forma de pensar con respecto a las pelis de indios y vaqueros.

      Gracias a ti por dejarte caer por aquí y por dejar tu comentario. Se agradece.

      Un abrazo para Vilma y otro para ti, Ana.

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  4. Jajaja. Coincido totalmente con tus apreciaciones. Ya en una ocasión (no recuerdo de qué iba mi entrada) apunté algunas de estas ridículas situaciones y que en la vida real jamás sucederían. Como cuando la pareja de turno está haciendo el amor y suena el móvil (generalmente del tío) y lo dejan a medias para contestar. A ver, ¿quién cortaría el rollo en su momento álgido para contestar una llamada tan inoportuna? O la típica situación de dos enamorados que están a punto de darse el primer beso, con ese acercamiento tan lento y dubitativo, y los interrumpe cualquier cosa justo cuando sus labios estaban a punto de tocarse, que uno ya lo espera por ser una escena tan repetitiva. Y así una larga lista de clichés y tonterías, que o entiendo como un guionista o director que se precie cae una y otra vez en esos tópicos tan típicos, que parecen más propios del cine de los años sesenta.
    Aun así, qué bien que nos lo pasamos en el cine a pesar de esas mentiras piadosas, jeje.
    Muy buena reflexión crítica hecha con tu inconfundible estilo.
    Un abrazo.

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    1. Saludos, Josep.

      Que conste en acta, señoría, que adoro el cine. Es más, soy de los que cuando me meto en una peli o en una serie no tengo inconveniente alguno en pasar por alto algunas de estas cosas. Pero tenía ganas de escribir algo así, en tono desenfadado, buscándole las cosquillas a situaciones cotidianas que vemos a diario y que, de tanto verlas, ya casi las aceptamos sin rechistar.

      Por cierto, estoy totalmente de acuerdo contigo, Josep: ¡Qué bien nos lo pasamos en el cine!

      Hoy mismo venía reflexionando durante mi paseo diario sobre lo aburrida y miserable que sería nuestra vida si no existiese el arte, en general. ¿Te imaginas un mundo sin cine, sin música, sin literatura? Yo me moriría del asco. Así que, por mi parte, que me sigan mintiendo. ; )

      Un abrazo, Josep.

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  5. Hola, Pedro.
    También soy una enamorada del cine, y su magia; que como bien dices más vale no pararse a mirarlo de cerca que si no uno puede sentirse timado, jeje Pero los buenos ratos que nos da, eso no está pagado.
    Lo del aparcamiento no se lo cree nadie, imposible, yo tengo que dar mil rodeos cada día para poder encontrar un hueco y eso que la ciudad en la que trabajo podría catalogarse de pueblo, porque muy grande no es.
    Te paso un link que si no has visto seguro que te gusta: https://www.youtube.com/watch?v=RJIZX2vtFs4
    Va un poco a relación con el punto 6, ;)
    Me alegra leerte de nuevo, de verdad que sí.
    Un beso.

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    1. Hola, Irene.

      Ya somos dos. Yo también soy un enamorado del cine. De todos los géneros, excepto el de terror. Nunca me gustó, salvo contadas excepciones. Así que si un día me invitas a ver una peli, ya sabes, que no sea de terror. Y si por un casual insistes en ello, por favor, que no apaguen las luces de la sala, que me da miedito. :P

      Lo del aparcamiento es para mosquearse, la verdad. Y lo mío con el aparcamiento es una maldición. Yo soy de los que hasta en una casa de campo completamente aislada, con hectáreas y hectáreas de terreno alrededor y donde el vecino más próximo se halle a cinco o seis kilómetros de distancia, seguro que me paso media hora dando vueltas buscando aparcamiento. Así de gafe soy.

      Acabo de ver el vídeo que me enlazas. Sé que lo que te voy a decir va a sonar un poco raro, teniendo en cuenta el estilo literario por el que más se me conoce, pero, ¿puedes creer que no soy muy fan del "Club de la Comedia"? Tampoco me gustan mucho las series de humor españolas. Eso sí, antes de que os echéis encima de mí, he de decir que adoro a una serie de humoristas españoles que sitúo a la altura de los grandes genios del humor mundial, entre ellos mis adorados Faemino y Cansado, Tip y Coll, Gila, Pepin Tre y mi tocayo Pedro Reyes.

      Dicho esto: el vídeo que me enlazas me ha sacado alguna sonrisa. Gracias. : )

      A mí también me alegra estar de vuelta, querida Irene, y reencontrarme con vosotros. Confío en que las fuerzas y las musas me acompañen en esta nueva etapa.

      Un beso, Irene. : )

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