martes, 18 de septiembre de 2018

¡QUÉ GRANDE ES EL CINE! 2ª Parte

Anda que no es bobo el "tibupulpo" ni ná. Puestos a comerse a alguien, mejor una rubia semidesnuda que un turista gordo en calcetines y sandalias.


La semana pasada os hablaba en este post de esas cosas un pelín molestas que nos solemos encontrar en determinadas pelis o series.
Obviamente, dependiendo del género, podemos tomarnos esas pequeñas inconveniencias como un aliciente extra a la hora de disfrutar de una buena peli. O una mala peli; porque, aunque no os lo creáis, las pelis malas también proporcionan placer. De hecho, existen festivales dedicados exclusivamente a la serie B, e incluso a la serie Z. Por la letra ya os podéis hacer una idea de lo malas malísimas que son. Y porque no hay más letras en el abecedario, ya que hay algunas que se merecerían un abecedario para ellas solas (Sharknados, Castores zombies y Tibupulpos aparte).

Pero este post no va de pelis malas, no. Va de pelis supuestamente serias en las que se suelen observar “lugares comunes” que consiguen desvirtuar un pelín su calidad.
Y no me refiero a que se cuele un micro en mitad del plano, o que a un soldado de la Roma Imperial se le vea exhibiendo sin el más mínimo pudor un reloj de pulsera; por cierto, memorable la escena de Peter Sellers haciendo de extra patoso en esa maravilla del séptimo arte titulada The party, que en este bendito país nuestro (España) se tradujo como El guateque, escrita y dirigida por ese grandísimo maestro de la comedia que fue Blake Edwards. Ni sé la de veces que habré visto esa película, y nunca falla: siempre acabo bebiéndome las lágrimas de los ataques de risa que me provoca.

El enorme Peter Sellers en una de sus más excelsas interpretaciones: Hrundi V. Bakshi, posiblemente el extra cinematográfico más desastroso (y desquiciante) de la Historia del Séptimo Arte.

Cuando hablaba de “lugares comunes” me refería más bien a esas “cagadas” que se les suelen colar a los montadores (ejem), y que, de tantas veces que las hemos visto, ya ni nos llaman la atención y hasta las damos como válidas —como a aquel colega fatiga del anuncio que se empeñaba en que sus amigos aceptasen “pulpo” como “animal de compañía”, so amenaza de llevarse consigo el dichoso juego de mesa y dejarlos a todos con un palmo de narices cual Sheldon Cooper del tres al cuarto.
Así pues, os dejo con la segunda parte de este pequeño recorrido por esos “lugares comunes” que tantas y tantas tardes de gloria nos ha brindado.

9 ) Peinados de mármol y maquillajes imperecederos.
¿Cuántas veces hemos visto a una actriz recién despertada en la cama, se supone que tras una noche durmiendo y/o retozando entre las sábanas, y la tía está perfectamente peinada y maquillada?
Y yo me pregunto: ¿es que el maquillaje del cine va con una capa de barniz encima para que no se corra ni se estropee, ni tampoco manche las sábanas o la almohada?
Y esas permanentes que se gastan algunas deben ser la leche. En serio. Más de una pagaría por un peinado así, anti-almohadas, ¿a que sí?

10 ) ¿Para qué usar las llaves si tienes una tarjeta de crédito?
¡La de veces que hemos visto abrir una cerradura con una tarjeta de crédito! Intentadlo en la vida real. Ya veréis, ya. Os vais a enterar.
¡Cuánto daño ha hecho McGiver, carajo!

11 ) Las peleas con orden, seamos civilizados.
Situación: un protagonista se enfrenta a un pelotón de malotes. Él es uno. Ellos son siete; por lo menos. Se pelean. ¿Atacan los malos malotes todos juntos? ¡No, por Dios! ¿Acaso somos salvajes? De uno en uno y en fila. Que el bueno tenga tiempo de patearles el culo y recuperar la posición.
¡Siguiente!
(Esto va por ti, Chuck Norris. Y por ti, Steven Seagal. Ya me gustaría veros peleando con una banda de siete tíos atacando a la vez. A los dos se os caería el peluquín que lleváis clavado con remaches a la calva. ¡Steven, hijo mío, si resulta que tienes más pelo ahora con sesenta tacos que cuando tenías veinticinco!).

Lo de este tío no es normal: provoca tanto miedo allí por donde pasa que hasta su pelo ha decidido regresar a su cabeza por temor a que se enfade. Atila al lado de este tío, un mindundi.

12 ) Setenta y dos ojos, por lo menos.
Dos personajes subidos en un coche en marcha. Uno de ellos conduce. Los dos mantienen una conversación. El conductor se pasa el 99% de la conversación mirando a su interlocutor. Aún así no se salta ni un stop, ni un semáforo en rojo, ni atropella a nadie, ni sufre un accidente.
¿Será un coche de esos de atracción de feria que van sujetos a un rail? Porque, de lo contrario, no se entiende.
Ni una ardilla pillan, los tíos.
        A esta gente les sobran los puntos del carnet, fijo. Tienen pa' dar y regalar.

13 ) Pon la tele, por favor.
Yo no sé en otros países pero aquí, en España, hay en abierto como unos veintidós o veintitrés canales. Eso sin contar los canales autonómicos y las plataformas de pago.
¿Cuántas veces hemos visto en una peli que alguien llama por teléfono a otro y le dice: «Pon la televisión. Te interesará ver lo que dicen»? Y el tío va, pone la tele, y justo sale el canal que decía el de la llamada de teléfono. Y no sólo eso, sino que, además, la noticia empieza justo en el punto interesante del asunto, como si el presentador del programa de noticias estuviese esperando a que el interesado de turno haya encendido la tele. Sólo le falta decir: «¿Qué? ¿Ya? ¿Empiezo? Ok. Hoy en Pasadena han matado a un hombre...».

14 ) Hablando de westerns (las pelis del "oeste" de toda la vida).
Cuando un cowboy llega adonde quieren llegar deja el caballo atado a un poste en mitad de la calle. Ojo, la misma brida rodeando con un par de vueltas un simple poste de madera. ¿Y ya está? ¿Nadie roba el caballo? ¿Acaso tienen alarma antirrobo? ¿Será que el caballo, si ve que alguien que no es su dueño intenta llevárselo, avisará a su legítimo propietario con relinchos? ¿O ahuyentará al ladrón a base de pedos? 

"¡Eh, Johnny, que se te lleva el caballo la grúa!"

15 ) Y esos sombreros de vaquero, oiga...
Cabalgan a toda leche con esos sombreros y no se les salen disparados con la fuerza del viento. ¿Es que los tienen pegados con cola a la cabeza o qué?
El que inventó esos sombreros se haría de oro fabricando peluquines para Chuck Norris y Steven Seagal, ya te lo digo yo.

Ahora bien, como digo una cosa digo la otra: la mayoría de las veces, cuando una película me gusta, me meto tanto en ella que estos pequeños fallitos ni me llegan a molestar. Es más, no es hasta la tercera o cuarta visualizada cuando empiezo a darme cuenta de estas “deliciosas cagadas”. Y es que, aún sabiendo que lo que ocurre en la pantalla es todo mentira, ¿quién no es capaz de emocionarse ante una intensa historia de amor o un drama de esos que te dejan hecho mierda por unas horas, incluso por unos días o semanas? Porque, y esto es una teoría mía, todos, quien más quien menos, necesita emocionarse de vez en cuando, soltar lastre, echar fuera ese sentimiento que te oprime el pecho y no te deja respirar. ¿O no?
En fin, seguro que vosotros tenéis algunos ejemplos más de esas pequeñas cosas bastante irritantes que suelen suceder en vuestras pelis favoritas. Me encantará conocerlas a través de los comentarios.
Un abrazo.
Ah, ¡y viva el cine!, aunque sea mentira.

8 comentarios:

  1. Anoche justo veía un rato de la peli de Han Solo (lo que aguanté) y en una escena de persecución con naves voladoras y trenes futuristas, entre disparos y explosiones, han solo y su capitan mantenían una conversación sobre como salir vivos de todo eso, uno colgado fuera de la nave y el otro conduciendo dentro, tuvieron que subir un poco la voz para poder escucharse bien, pero no hubo ni un ¿qué? ni un ¿cómo?. Impresionante. A mi en casa con la tele puesta me cuesta entender a la familia.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Hombre, profe, qué agradable sorpresa! : )

      Aquí me ves, haciendo amigos en el gremio de los montadores de cine y televisión. :P

      Lo que cuentas de Han Solo es perfectamente extrapolable a cualquier peli de acción. De hecho, las pelis de acción serían por sí mismas una fuente inagotable de este catálogo de "vicios adquiridos" que, a base de sufrirlos durante décadas, ya damos por buenos.

      Yo no sé los demás, pero yo, cuando asistía a conciertos de rock me quedaba tres días con los oídos pitándome del volumen tal alto del concierto. Y eso que solía ponerme a considerable distancia del escenario. Sin embargo, fíjate en cualquier peli de acción con explosiones, disparos, coches a toda velocidad, gritos de histeria, etc, y los tíos hablando como si nada entre ellos. ¡Y se escuchan y se entienden! Jo, lo que daría yo por tener esos oídos a prueba de bombas. Tardaría cero coma en ponerme en primera línea de un concierto de Metallica. Y hasta me subiría al escenario para quitar a Lars Ulrich y ponerme yo a la batería. ; )

      Un placer tenerle por estos lares, profe. Un abrazo.

      Eliminar
  2. Jajaja. Aun no siendo un observador muy meticuloso, pues suelo dejarme llevar más por el fondo que por la forma, sí que he reparado, como te dije en la entrada anterior, en esos ridículos detalles. El de la mujer que se levanta de la cama por la mañana perfectamente acicalada, habría que añadir que, además, arrastra consigo toda la ropa de cama para cubrir su desnudez ante su amante, con el que ha estado retozando toda la noche. De pronto le entra el pudor. Y el caso del televisor, no solo se enciende por el canal deseado, sino que lo hace en un segundo. Se le da al mando a distancia y zas, cuando en la realidad tienes que contar como mínimo hasta tres, o cuatro, jeje.
    Ayer mismo, viendo una una serie, muy buena por cierto (The Killing, en Netflix), volví a encontrarme con la típica escena de quien entra en su casa, va directo al frigorífico, lo abre y toma lo que sea, y al cerrarlo aparece tras la puerta el malo, ahí plantado, que dices de dónde coño ha salido. Pero como uno ya es gato viejo, ya lo está esperando y de susto nada de nada, jeje.
    Y así podríamos citar muchas situaciones absurdas, como el que, conduciendo, adivina que un coche le está siguiendo entre una multitud de vehículos, todos circulando en la misma dirección. Después sí, se comprueba que no va errado cuando intenta despistarlo y el otro va tras él en todo omento, jeje.
    Estupenda y amena entrada, amigo.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Saludos, Josep!

      Lo del televisor que se enciende en cero coma tiene una razón de ser: son televisores mágicos especialmente diseñados para cine y televisión. No son televisiones normales, ni mundanas como las que usamos el común de los mortales. Esas teles, además de encenderse en microsegundos, sintonizan entre la maraña de canales el canal específico que se requiere para la escena. Y además, es tan bueno el jodío que no hay ni que subirle el volumen: ya tiene el volumen necesario para que lo puedan escuchar todos los presentes en la sala. El nuestro debemos ajustarlo y tal; y entre que buscas el canal y le ajustas el volumen (previo cachondeíto buscando el jodido mando a distancia, que nunca está donde debe estar), resulta que la secuencia que necesitabas ver ya ha pasado. Es así. :P

      Lo de los malos que se cuelan en casas ajenas es para reflexionar. ¿Dónde estarán cuando se les necesita, por ejemplo, cuando nos dejamos las llaves dentro o las perdemos por ahí? Creo que harían un bien a la comunidad ofreciendo sus servicios de "malo que se cuela en las casas sin causar estropicio en la cerradura ni las ventanas". Eso sí, al gremio de cerrajeros no creo que le haga mucha gracia esta intromisión desleal.

      Por cierto, sintiéndolo mucho, voy a tener que dejar mi respuesta en este punto, amigo Josep. Creo que nos siguen. Jajajajaja

      Un abrazo, amigo. : )

      Eliminar
  3. ¡Hola, Pedro!
    Lo del peinado anti-almohadas, por favor; todavía me estoy riendo ja, ja, ja Qué bueno, seguro que es un invento que triunfaría, ¿buscamos inversores? ;)
    A Chuck Norris le tengo cariño por mi padre, y las largas sesiones que nos obligaba a ver de la serie Walker, Texas Ranger; en aquel momento lo odiaba y mucho te lo aseguro, pero ahora al recordarlo me saca una sonrisa. Y te aseguro que ese hombre es indestructible, je, je.
    Un beso.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Hola, Irene!

      ¿No me digas que no sería un invento genial el peinado anti-almohadas? A mí me hubiese venido de perlas cuando llevaba el pelo largo por los hombros. Pues mira, igual me animo y lo patento contigo. Ya que lo de vivir de la literatura está bastante difícil, al menos hagámosnos asquerosamente ricos haciendo un bien a los propietarios de un pelazo "de cine". ; )

      A mi abuelo también le encantada Walker Texas Ranger. Yo también lo veía por él. También le tengo un especial cariño por eso. Ahora que no está me parece entrañable ver al bueno de Chuck dando patadas a diestro y siniestro. ¡Y sin despeinarse! :P

      Por cierto, hace tiempo di con una web donde listaban los "hechos de Chuck Norris". Son frases, con Chuck de protagonista, hechas con mucho humor. Una de mis favoritas es la que dice: "Chuck Norris es la única persona en el mundo capaz de propinar una paliza mortal vía correo electrónico". Jajajajaja

      Te paso el enlace, por si te quieres echar unas risas:

      http://hechosdechuck.blogspot.com/

      Un beso, Irene.

      P.D.: Por cierto, mis libros leyeron tu respuesta a mi comentario en tu blog a propósito de la reseña del libro de Josep Mª. Desde esta mañana están ambos con una sonrisilla... ; )

      Eliminar
  4. Pedroooooo! Hace días que quería pasar por aquí, pero como en la vida real las cosas son más difíciles que en las películas, he tardado más de lo previsto.
    Tienes más razón que un santo y, por supuesto, que me he reído.
    También he visto con mis padres muchas veces Walker y Texas Ranger y recuerdo que una mujer en mi pueblo decía, refiriéndose a Chuck Norris ¡eso son hombres! Jeje y es que no había que preocuparse porque siempre salía airoso en sus hazañas.
    Por cierto, si todavía estoy a tiempo, me gustaría ser socia de vuestro proyecto: "peinado anti-almohadas".
    Dos fuertes abrazos.
    Ana y Vilma.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Vilmaaaaaa!

      ¿Ves? Si viviésemos en una película el tiempo carecería de importancia. Haríamos elipsis a tutiplén. ¡Y sin despeinarnos!

      El bueno de Chuck Norris levanta pasiones y rechazo a partes iguales. Es un fenómeno digno de estudio. Eso sí, yo no pienso invertir ni un segundo en ese estudio, la verdad. ¡Con la de cosas que tengo que hacer!

      Lo del proyecto está en fase de estudio. De momento, estamos en contacto con los peores ingenieros de la NASA, ya que no tenemos presupuesto para pagar a los mejores. De hecho, ni siquiera vamos a poder pagar a los peores. La única manera que hemos encontrado de seducirles es diciéndoles que si consiguen el logro de los peinados antialmohadas las mujeres de medio mundo los mirarán con admiración y respeto. Y claro, como la mayoría son solterones de mediana edad, se han sumado al proyecto hasta poniendo pasta de su bolsillo. :P

      Para allá os van dos abrazos de vuelta. : )

      Eliminar