martes, 9 de octubre de 2018

ALGUNAS LECTURAS


Leer es un placer. No siempre, es cierto. Hay libros cuya lectura se asemeja más a una tortura china que a una apacible sesión de mindfulness. Pero eso no es malo. Al contrario. Es fantástico. ¿Por qué? Pues porque del mismo modo en que si no existiese el mal no existiría el bien, si no existiesen los libros malos y aburridos no existirían los críticos literarios y los académicos. Y los pedantes. Uhm, ahora que pienso en ello, igual no estaría tan mal que no existiesen los libros malos y aburridos, ¿no?
Bah, da igual.
Este año 2018 está siendo una cosecha de lo más interesante, la verdad. Hasta el momento llevo contabilizados...uhm, ¿desde cuándo llevo la cuenta de los libros leídos? Esto no es una competición. Nunca lo ha sido. Si leo es porque me gusta, me divierte, me entretiene; y además de todo eso, aprendo. Aprendo lo que hay que hacer y lo que NO hay que hacer, si decides dedicarte a este noble oficio.
En fin, de lo leído ha habido de todo. Bueno y malo. Y aunque ha habido algunos libros que he tenido que abandonar por lo insufrible que me estaba resultando su lectura, para esta ocasión he decidido hablar de los que sí acabé. De los otros, los coñazos, hablaré otro día. 


Josh Bazell. Burlando a la parca
La novela va de un tipo que es médico residente en uno de los peores hospitales de Manhattan. Pero este tipo, además de estar cachas y ser un experto en artes marciales, tiene un sorprendente pasado como asesino a sueldo de la mafia. Si trabaja como médico es gracias a un programa de protección de testigos del FBI que le permitió, además de cambiar de identidad, estudiar una carrera de medicina en el tiempo que permaneció oculto de sus antiguos “jefes”.
La novela empieza de manera trepidante, pues el protagonista sufre un intento de atraco a la entrada del hospital en un turno de noche. La manera de resolver la situación ya nos da una idea clara del carácter del personaje: alguien que, lejos de huir de los problemas, los encara y se enfrenta a ellos a pecho descubierto.
Todo iba relativamente bien en su vida hasta que le asignan a un paciente con un cáncer de estómago al que le han dado tres meses de vida. Pero, ¡oh, sorpresa!, resulta que ese paciente es otro miembro de la mafia, que reconoce al protagonista y le ofrece un trato: si logra mantenerlo con vida promete no delatarle, pero si muere ha dado órdenes a sus antiguos colaboradores de dar la voz de alarma en el vasto círculo del crimen organizado.
La trama se va complicando a medida que vamos sabiendo más de los orígenes y el oscuro pasado del protagonista (Pete Brown), en una imparable escalada de sucesos y personajes que van sucediéndose en una espiral continua de violencia.
La novela es trepidante, adrenalítica, por momentos hilarante —sobre todo en lo relativo al funcionamiento de un hospital—, emocionante e impredecible. Además de estar muy bien escrita, con los detalles justos y sin excesos en las descripciones, se nota que el autor ha estudiado muy mucho el ritmo, en ocasiones endiabladamente acelerado, algo que a muchos escritores se les suele olvidar.
Por si os sirve de algo, os diré que la novela me la leí en pocos días, ya que la forma en que el autor va encadenando la trama se me hizo realmente adictiva. Altamente recomendable, tanto para amantes de la novela negra como para lectores adictos a una buena historia bien escrita.


Douglas Coupland. Todas las familias son psicóticas.
La novela arranca en las horas previas a un encuentro familiar que se llevará a cabo en un hotel. La reunión viene motivada por el inminente envío de uno de los miembros de la familia —una de las hijas de la protagonista— a una expedición aeroespacial organizada por la NASA.
A medida que avanza la historia, vamos viendo la difícil y pintoresca relación que la matriarca mantiene con los distintos miembros de su familia —divorciada de un inmaduro que sale con una chica más joven que su propia hija, un hijo casado con una fundamentalista religiosa, una hija que es una eminencia en ingeniería y trabaja para la NASA, y un hijo algo descarriado que, fruto de un accidente, acabó contagiando de sida a su propia madre; vamos, un angelito—.
La novela es muy amena y entretenida, y por ella van pasando toda suerte de personajes a cual más “psicótico” y desquiciado. Poco a poco, vamos siendo testigos de una trama que va complicándose y retorciéndose de tal manera que te preguntas cómo demonios va a salir esa pobre mujer —la madre— de los bretes en los que se ve inmersa por culpa de su desquiciante familia.
He de decir que el personaje de la madre —para mí la protagonista absoluta de la novela— es de esos personajes de los que acabas enamorándote, por su aparente sencillez, su filosofía vital y su entereza para enfrentarse a las distintas situaciones, a cual más absurda, en las que se ve envuelta.
Su lectura me resultó amena y placentera.


Nick Hornby. Alta fidelidad.
Me encantó la película basada en esta novela. De hecho, la tengo en DVD, y la habré visto como cuatro o cinco veces. Su banda sonora es excepcional, y lo que cuenta me toca especialmente: la vida de unos locos románticos que viven “aislados” en su mundo de fantasía protagonizado por la música.
El protagonista de la novela es un treintañero propietario de una tienda de discos de segunda mano situada en una barriada de Londres. Con él trabajan dos peculiares empleados, igual de flipados que él por lo que consideran “la buena música”, y el odio visceral a todo lo que se salga de sus particulares gustos.
He de decir que la película —protagonizada por John Cusack, Jack Black, Lisa Bonet y Catherine Zeta Jones, entre otros—, me gustó infinitamente más que la novela. El porqué es muy sencillo: en la peli, el personaje principal (John Cusack) se hace querer, a pesar de sus rarezas, indecisiones y peculiaridades. Sin embargo, el protagonista de la novela me resultó irritante, infantil, torpe hasta decir basta, y con unas idas de olla que cada dos o tres páginas me entraban unas irreprimibles ganas de meterme en su mundo, pillarlo por la pechera y darle unas cuantas leches para ver si espabilaba de una vez.
Esta novela es el ejemplo perfecto de peli que supera al libro en el que está basada. Y no es la única. Tengo unas cuantas en la mente ahora mismo. No siempre el libro es mejor que la peli, os lo aseguro.
En definitiva, la novela me resultó irritante. La peli me sigue pareciendo una maravilla; a pesar de los excesos de Jack Black (a este muchacho a veces hay que atarlo en corto).

Primo Levi. Si esto es un hombre.
Narrada en primera persona, Primo Levi habla de su experiencia como prisionero en el campo de exterminio nazi de Auschwitz. Lo que cuenta es duro, crudo y especialmente abominable. Lo que ocurrió en aquel oscuro periodo de nuestra Historia reciente fue duro, crudo y especialmente abominable.  Sin embargo, hubo algo en esta lectura que me mantuvo un tanto alejado de esa dureza y crudeza, y que por momentos me indignaba casi más que las propias atrocidades de los nazis y los colaboracionistas, entre los que se encontraban algunos prisioneros, y es la frialdad con la que Primo Levi narra lo sucedido en aquel infierno. Hubo momentos durante la lectura que me parecía estar leyendo la obra de un notario carente de emociones, alguien a quien le hubiesen arrancado los sentimientos con unas tenazas privándolo así de sensaciones humanas.
Soy consciente de que se han escrito cientos de libros basados en los testimonios y experiencias de gente que vivió el horror del exterminio nazi en primera persona. Llevo leídos unos cuantos. Algunos ciertamente sobrecogedores, que te dejan muy claro que la inhumanidad del ser humano no conoce límites. Pero, de todos los que he leído hasta el momento, puedo decir sin dudarlo que este de Primo Levi ha sido el que menos me ha hecho empatizar con el protagonista. Me dejó un poso de insatisfacción al leerlo. Quizá en una nueva lectura consiga cambiar de opinión.


Amélie Nothomb. La nostalgia feliz.
Este es el tercer libro que leo de la afamada autora belga. Las otras dos, Estupor y temblores y Atentado, me habían parecido bastante interesantes —más la primera que la segunda—, y eso me animaba a seguir leyendo cosas suyas.
Lo que más destaco de ella es su estilo fluido y cuidado. En sus textos nada sobra ni está de más. O al menos esa es la impresión que me ha causado tras la lectura de estos tres libros.
Según he podido leer en diversos artículos dedicados a la autora, a menudo se la suele acusar de “pedante”, debido a las referencias y citas que, de manera abundante, suele introducir en sus novelas. A mí, francamente, no me lo ha parecido. O no lo he percibido así. Al contrario, como dije en un párrafo anterior, considero que en sus libros no hay nada que sobre ni que esté de más. Hasta el momento.
En lo relativo al libro que nos ocupa, en él Amélie nos narra su regreso a Japón, el país de su infancia, tras dieciséis años de ausencia. Aprovechando la invitación de una televisión japonesa interesada en hacerle una entrevista a propósito de su éxito mundial como novelista, Amélie decide reencontrarse con algunas personas que formaron parte de su infancia y juventud en el País del Sol Naciente. Entre esas personas se encuentran su antigua niñera —ahora una venerable anciana— y su primer gran amor, Rinri.
La novela transita entre el recurrente viaje al país de los recuerdos y la irrupción de la obstinada realidad del presente en arduo contraste. Amélie consigue, gracias a su narrativa fluida y sin excesivos desvíos, que nos enganchemos a su prosa, y que disfrutemos de una lectura apasionada pero en modo alguno artificiosa.
Como punto final a esta breve crónica, me gustaría resaltar una de las frases con las que arranca la novela: «Lo que has vivido te deja una melodía en el interior del pecho: ésa es la melodía que, a través del relato, nos esforzamos en escuchar».



Maxie Wander. Buenos días, guapa.
Este libro está basado en las entrevistas que la periodista y escritora Maxie Wander realizó a diecinueve mujeres anónimas de la ya extinta República Democrática Alemana en la década de los 70, cuando el régimen comunista vivía una especie de aperturismo; algo parecido a lo que se vivió en la España de los 70 con el tardofranquismo.
En el libro me he encontrado con algunos testimonios realmente conmovedores, por la dureza con la que muchas mujeres afrontaron su existencia en aquellos duros años de represión política y cultural. También me he encontrado con otros testimonios sorprendentes, que revelan la aguda inteligencia de mujeres que, conscientes de su entorno, se hacían «las tontas» para que sus maridos o novios no acabasen seriamente traumatizados ante su propia inoperancia.
Confieso que con algunos testimonios no pude evitar sonreír. Y eso que a los tíos no nos deja en muy buen lugar precisamente. Sin embargo, no soy nada corporativista, y cuando alguien me muestra las vergüenzas de nuestro género con tanta gracia y estilo, no me cuesta nada empatizar y, si procede, asentir y dar la razón.
El libro está salpicado de frases que se te clavan en la mente y hace que te pares a pensar un buen rato. Algunas de esas frases me parecieron tan potentes que no pude evitar anotarlas. A continuación me permito reproducir algunas de esas frases o pensamientos extraídos de esas interesantes conversaciones:

«Mi padre realmente está por encima de las cosas. Nunca le he visto furioso. Siempre tranquilo. Ahora vive en la literatura. Mi padre vive con una cantidad increíble de libros. Lo que encuentra en los libros no lo encuentra en la vida. A veces lo acecho, porque yo también querría verlo (como él). Pero es invisible (para mí)».

«A veces me pregunto: ¿qué clase de sociedad estamos construyendo? Una tiene su sueño. Las personas nacen y tienen un sueño. Yo sueño con que un día las personas se tratarán como personas».

«Siempre que veo una película o leo un libro pienso: la mujer lo tiene peor que el hombre. El matrimonio lo percibo como una compañía de seguros, como pensión o como cementerio, depende».

«Siempre me he rebelado contra que los hombres nos dividan en mujeres para la cama, mujeres para la charla intelectual y mujeres que comprendan su vida interior, las maternales. Lo cierto es que siempre deseé encontrar a un hombre para el que yo lo sea todo, y que él lo sea todo para mí. Pero no es más que un sueño. Seguimos teniendo menos posibilidades que los hombres para desarrollarnos plenamente».

Para finalizar, me gustaría dejaros con una reflexión personal. Este libro fue escrito en los años 70. La sociedad, en general, no sólo la alemana, ha cambiado muchísimo desde entonces. Sin embargo, lo que más me descorazona es que, en algunos aspectos, no tengo muy claro que hayamos cambiado para mejor.
Este libro invitaría a leerlo tanto a hombres como a mujeres. A ellas, porque seguro que se sentirán identificadas con algunas de las ideas y opiniones vertidas por personas de su mismo sexo que vivieron una época durísima para ser mujer. A ellos, para entender un poquito más que las mujeres no son tan diferentes a nosotros, pues buscan y anhelan prácticamente lo mismo que nosotros: vivir la vida lo mejor que se pueda, o nos dejen.



10 comentarios:

  1. Enhorabuena, Pedro. Ya puedes dedicarte a crítico literario. Otra faceta que dominas a la perfección. Te lo dice Vilma y también Ana.
    Abrazos de las dos.

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    1. ¿Quién? ¿Yo? ¿Crítico literario? Vaya, Ana/Vilma, creía que éramos amigos. ¡Qué decepción! :(

      Ahora en serio. Lo único que hago es escribir tal y como le hablaría a un amigo o amiga si los tuviese delante sobre lo que me ha parecido tal o cual lectura. Pero sin profundos análisis pseudointelectuales, ni intencionalidades narrativas encubiertas, ni ingeniería literaria o chorradas de esas. Me gusta la sencillez, y procuro aplicarla en casi todo lo que hago.

      Abrazos de vuelta para las dos. Y gracias por pasar y comentar. : )

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  2. Estupendas reseñas las que has hecho, amigo. Las has hecho con tal naturalidad, soltura, e incluso chispa, que me han entrado ganas de leer todas estas obras (uf, la lista se está haciendo cada vez más larga). Lo que me pregunto (siempre me lo pegunto cuando alguien reseña libros con mucha frecuencia) es el tiempo que empleaste en su lectura, por que yo, que soy un lector muy lento (será la edad y el sueño me vence con mayor facilidad que antes), seguro que habría necesitado varios meses, dependiendo del número de páginas, claro. Una de las cosas que más me ha atraído ha sido que afirmes que son historias contadas de forma ágil, sin recovecos que uno no sabe dónde irán a parar ni descripciones superfluas, solo para llenar páginas, pues todas estas características son las que me están desquiciando en la mayoría de mis últimas lecturas.
    En cuanto a la versión cinematográfica de "Alta fidelidad" (que no he tenido el gusto de ver), me alegra conocer alguna novela que gane en la gran pantalla (yo también tengo algunos ejemplos de ello, aunque muy escasos), y coincido contigo de que Jack Black suele ser excesivamente exagerado y me ello me carga bastante (solo me gustó en "Amor ciego", con la encantadora Gwyneth Paltrow).
    Reitero que has hecho un gran papel de crítico literario y que sabes hacer llegar un mensaje diáfano y sin complicaciones al lector.
    Un abrazo, Pedro.

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    1. Saludos, Josep.

      Muchas gracias. Como le acabo de responder a Ana, me gusta la sencillez en casi todo lo que hago. Siempre desconfío de la gente que complica demasiado el lenguaje. Y desconfío porque me trasmite la sensación de que intenta ocultar algo, como esos contratos kilométricos, repletos de cláusulas y letras hiperminúsculas, tan minúsculas que parecen escritas por bebés hormiga, y que siempre ocultan algo que acaba beneficiando al que redacta el contrato y jodiendo al que lo firma. En literatura, por lo general, cuando un autor "se enrolla demasiado", o una de dos: o es un pedante que sólo quiere demostrar lo mucho que sabe y lo bien que escribe, o su historia es una memez de tal calibre que necesita esconderla bajo toneladas de palabras huecas para aparentar lo que no es.

      Respondiendo a tu pregunta acerca del tiempo que empleo en acabarme (o no) una novela, te diré que depende del momento (y del libro). Hay libros que enganchan, y que hacen que te cueste horrores soltarlos, y te ves diciéndote a ti mismo: "Un capítulo más y lo dejo, que mañana he de madrugar", y no sólo no lo dejas, sino que alargas la lectura otros dos o tres capítulos más, hasta que ya tus ojos y tu cansancio te dicen: "Basta". Por ejemplo, el de Amélie Nothomb me lo leí en tres noches (suelo leer de noche), y su extensión es de 150 páginas más o menos. Y los dos primeros de esta lista me los leí en un par de días, pues coincidió con mi época de convalecencia en la cama por los dolores. También ocurre que, de un tiempo a esta parte, ya no tengo la paciencia que tenía antes: si un libro no me convence o me aburre, lo largo pa'l carajo. ¡Será por libros!

      Por cierto, cuando leía el segundo libro de mi lista, "Todas las familias son psicóticas", me acordé mucho de ti, ya que la trama trata de modo tangencial de asuntos farmacéuticos. Además de eso, me pareció una novela ágil y endiabladamente adictiva, de ésas que te cuesta dejar de leer. Aunque claro, dicho esto, y viendo el sonoro fracaso que he tenido en el pasado a la hora de recomendar lecturas (tengo un amigo que jamás me perdonará haberle recomendado "La conjura de los necios", de John Kennedy Toole. Cada vez que nos vemos me lo recuerda, con insistencia y un pelín de mala leche), igual no te deberías fiar de mi criterio.

      A mí Jack Black hay pelis que me gusta mucho su espontaneidad y su excentricidad (por ejemplo, una peli suya que me encanta es "The holiday", con Kate Winslet, Cameron Diaz y Jude Law -maravillosa película, con un Eli Walach espectacular-), y en otras me carga bastante, como "Escuela de rock" (con el nefasto, nefasto, nefasto doblaje del tío ese del Canto del Loco, que parece que siempre esté mascando chicle).

      Ejemplo de peli que me ha gustado más que el libro en el que está basado: "Cadena perpetua", basada en una novela de Stephen King titulada "Rita Hayworth y la redención de Shawnshank". El libro está bien, pero la peli es una obra maestra. Además, en la peli hay más personajes y tramas que en el libro (cuando lo normal es que sea al revés).

      Un abrazo, Josep. Y gracias por tus palabras.

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  3. Hola, Pedro.
    Hay uno de los que tienes por ahí, que ya está en mi poder. Justo lo comentamos hace unos días. Y menos mal, suerte para mí, porque mi economía se resiente, je, je, je Todavía no lo he empezado y es que estoy llegando a un punto en la que la lista es interminable, y tengo más libros en la estantería de pendiente por leer que la de leídos. En fin, tendré que robar tiempo a alguien, ¿te sobra un poco? No, seguro que tampoco, :)
    La nostalgia feliz de Amélie Nothomb me la apunto, engrosará la lista de favoritos pendientes de adquirir.
    Un beso, y feliz tarde.

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    1. Querida Irene:

      Acabas de mencionar en tu comentario un tema del que poco se habla y que se me antoja primordial: lo caro que resulta acceder a la cultura en este país. Yo, que soy consumidor habitual de cultura desde los trece años, te puedo decir que he gastado mucho dinero en cultura. Aunque quizás la palabra "gastar" no sea la más correcta en este caso. Digamos que he "invertido" en cultura. Y es que para mí, el arte es algo más que un bien de consumo. Es algo que me ha acompañado desde que era un chaval, y que me ha regalado algunos de los momentos más gloriosos de mi vida. No concibo la vida sin arte, la verdad.

      Dicho esto, coincido contigo es que nuestro bolsillo no puede con todo lo que nos gusta o despierta nuestro interés o curiosidad. Y encima, con los sucesivos gobiernos que hemos tenido en este bendito país nuestro, la cultura poco más que se ha ido convirtiendo en un lujo al alcance de muy pocos. Yo, querida Irene, no he tenido más remedio que echar mano de la Biblioteca Pública para saciar mi sed de libros o pelis. Es así. Y gracias al servicio que prestan, puedo permitirme disfrutar de cosas que, de otro modo, me resultaría imposible su acceso. Al menos de forma legal.

      Yo, como autor autopublicado, fui consciente de esta circunstancia desde el mismo momento en que decidí autoeditarme. Por eso, incidí mucho en un punto para mí crucial: que ninguno de mis libros en papel superase la barrera de los 10 euros en España. Considero que es un precio razonable. Y para el que no pueda permitírselo, he dispuesto que esos mismos libros en su edición digital tengan un precio máximo de 2 euros. Lo que cuestan dos cafés, vaya.

      Sé que de este modo tardaré un poco más de lo previsto en hacerme multimillonario. Pero, ¿sabes qué?, me da igual. No tengo prisa. Aún soy joven, y puedo esperar quince o veinte años hasta comprarme mi primer yate. ; )

      Sé que te compraste hace poco el de Maxie Wander. Ojalá lo disfrutes tanto como hice yo. En algunos pasajes se me hizo realmente conmovedor, por la crudeza de algunos testimonios. Y en otros incluso hay espacio para el humor, ya que uno de los testimonios está escrito basándose en una chica de escasa cultura procedente de un entorno rural, aunque está escrito con mucho respeto por parte de la autora.

      No sé si eres socia de la Biblioteca Pública de tu ciudad, pero si lo eres, quiero pensar que no te será muy difícil acceder a los libros de Amélie Nothomb, ya que es una autora bastante conocida que en España suele publicar por Anagrama.

      ¡Ah, amiga mía, el tiempo; ese enemigo invisible que a todos nos atañe por igual! Contra eso sí que no puedo hacer nada, querida amiga. Sólo desearte que dispongas de tiempo para ti, para olvidarte del mundo y sus circunstancias y puedas disfrutar de momentos en que el tiempo no se muestre tan cruel e implacable.

      Un beso, Irene. Y gracias por pasarte y comentar. Feliz tarde para ti también, chiquilla.

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  4. son demasiados libros para mi como para comentarte Me gusto el de Nueva York del medico y el cancer. Escribes muy bien te felicito

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  5. Pedro personalmente te diria que es muy valioso lo que escribes
    Pero lo hicieras con menos libros las presentaciones serían mas fáciles de asimilar.

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    1. Gracias por tu comentario, Mucha.

      Tal vez tengas razón. Aunque, si te fijas, más que reseñas las mías son pequeñas pinceladas acerca de lo que me han parecido las lecturas mencionadas en el artículo. No soy reseñista. Hay personas a las que se les da realmente bien el arte de reseñar. Yo me limito a dar mi opinión sobre lo que me han parecido ciertas lecturas. Para ello utilizo un lenguaje sencillo y cercano, exactamente a como lo haría en un encuentro entre amigos.

      En cualquier caso, agradezco tu aportación. Saludos.

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