miércoles, 13 de noviembre de 2019

ALGUNAS LECTURAS

Portadas de algunas de mis últimas lecturas
Como avancé el miércoles pasado, este año ha sido prolífico en lecturas. Echando la vista atrás, la mayoría de esas lecturas se corresponden con biografías de artistas o grupos de rock, que es mi género musical favorito; sobre todo el rock clásico, de los 60 y 70.
Al margen de las biografías —de las que en el presente artículo sólo incluiré un par de ellas, para no saturar—, he leído muchos otros libros de autores y temáticas muy diferentes entre sí.
Lo que sí quisiera dejar bien claro es que lo que vas a leer a continuación es la opinión de un lector que, además, da la casualidad que también escribe. Con esto quiero decir que mi opinión es sólo eso, una opinión, y que en modo alguno me define como autor. Tampoco el hecho de escribir me otorga una autoridad especial a la hora de valorar una obra. A la hora de leer, soy uno más. Y si algo me gusta, lo alabo, y si algo me disgusta, lo digo y no pasa nada.
Dicho esto, ahí van algunas de mis lecturas.


CÓMO SER MUJER (***)
Autora: Caitlin Moran.

Animado por el buen sabor de boca que me había dejado su anterior novela, Cómo se hace una chica, me animé a leer el segundo libro de esta autora británica.
En esta nueva novela Moran trata el tema de ser mujer y madre en los tiempos actuales, haciendo múltiples y variadas comparaciones a cómo era ser mujer y madre en el siglo pasado.
A pesar de tratar temas bastante peliagudos, la autora no ha perdido su sentido del humor. De hecho, incluso en determinados pasajes del libro su humor puede resultar hiriente y no recomendable para según qué paladares. Yo, que estoy bastante curtido en estas lides, no me sentí especialmente incómodo en ningún momento, pero entendería que hubiese personas a las que este tipo de humor les pueda resultar hasta ofensivo.
Moran se define a sí misma como feminista, pero no se identifica con ese feminismo recalcitrante y castrador que parece llevar la voz cantante en según qué ámbitos. Ella defiende un feminismo muy particular; tan particular que no excluye necesariamente al hombre de la ecuación, ni lo culpa de todos los males que aquejan a la mujer (menos mal). Denuncia tanto nuestra inutilidad —la de los hombres—, como la de ellas —la de las mujeres—, y eso hace que sus opiniones y su forma de ver y entender el complejo mundo de las relaciones interpersonales me resulte interesante, aun a pesar de no compartirlas en su totalidad.
Admito que este segundo libro me gustó menos que el anterior. Bajo mi punto de vista carece de un hilo conductor bien definido y, en determinados tramos, se extiende demasiado en el mismo tema. Creo —y es una opinión personal—, que una buena poda le hubiese venido genial.
Le doy un tres en una escala de cinco.

 

DE QUÉ HABLAMOS CUANDO HABLAMOS DE AMOR ( )
Autor: Raymond Carver

Había leído muchas opiniones favorables de este autor norteamericano, al que comparaban, por su prosa cruda y directa, con autores de la talla de Burroughs o Bukowski.
Una de las frases más repetidas en referencia a este autor es: «Carver es uno de los mejores y más célebres escritores de historias cortas que ha dado la literatura norteamericana». Llevo años leyendo esa misma frase en referencia a otros autores como Norman Mailer, Philip Roth, Truman Capote, Ernest Hemingway, y un largo etcétera, hasta el punto de resultarme hasta indigesta.
Para empezar, ¿quién es el que otorga esa categoría de “mejor”?, ¿la crítica especializada?, ¿el gremio de editores?, ¿el gremio de escritores?, ¿quién? Y siendo así, ¿qué pasa con nosotros, los lectores de a pie? ¿es que nuestra opinión no importa un carajo?
Dejando a un lado esta gilipollez, había leído algunos artículos que hablaban de la decisiva “influencia” ejercida por Gordon Lish, editor de Carver, en la obra del citado autor. Y es que, tras la muerte de Raymond Carver víctima de un cáncer fulminante de pulmón, Lish se encargó de propagar a los cuatro vientos que él y sólo él es el verdadero artífice del éxito de Carver, al que incluso no duda en tachar de escritor mediocre.
Yo, ¿qué queréis que os diga? He leído a Carver, o a Lish según se mire, y ambos me parecen igual de mediocres. La mayoría de sus cuentos me parecieron una soberana estupidez, sin pies ni cabeza; una sucesión de párrafos y líneas de diálogo que no llevan a ningún sitio, y sin un fin concreto.
Y hablando de finales: algunos de los finales de los cuentos incluidos en esta colección de relatos son de los más abruptos y estúpidos que he leído en toda mi vida.
Le doy un suspenso mayúsculo; al libro, al autor y a los mendas lerendas que adjudican esas etiquetas de «mejor escritor de su generación».

EL MUNDO SEGÚN GROUCHO MARX (***)
Autor: David Bown.
Adoro a los hermanos Marx: a Groucho, Chico y Harpo. Crecí viendo sus películas, que veía con mi padre, mi abuelo y mis hermanos. Al principio, cuando era niño, sólo era capaz de disfrutar de sus gags visuales, pues no tenía capacidad intelectual suficiente como para entender los diálogos en toda su dimensión, de ahí que de niño mi personaje favorito fuese Harpo. Luego, a medida que iba creciendo, fui dándome cuenta de lo absurdamente maravillosos y brillantes que eran sus diálogos, capaces de desmontar cualquier situación, por muy seria o comprometida que fuese. Con la llegada del vídeo doméstico, empecé a coleccionar todas sus películas —llegué incluso a trabajar en la distribuidora de la MGM—, y mi fascinación por ellos creció hasta convertirse en pasión. Desde entonces, siempre que llega a mis manos algún libro relacionado con ellos, no dudo en pillármelo.
De Groucho ya tenía varios libros: sus tres libros autobiográficos Groucho y yo, Memorias de un amante sarnoso y Camas, además de Las cartas de Groucho, donde se da cuenta de una nutrida selección de su correspondencia privada —memorable su carta a la Warner Brothers a propósito de su polémica prohibición, con abogados de por medio, de usar la palabra Casablanca en el título de la película de los Hnos. Marx Una noche en Casablanca—, y una selección de los guiones radiofónicos del programa que protagonizó junto a su hermano Chico, bajo el título de Groucho y Chico, abogados.
Así pues, con estos antecedentes, cuando tuve la oportunidad de leer este libro dedicado a la figura de Groucho Marx, no lo dudé y me embarqué en su lectura.
Lo primero que he de decir, a modo de advertencia, es que este libro no es un libro de humor, aunque en él haya pequeños destellos del humor que siempre caracterizó a Groucho. Se trata más bien de un recorrido vital por la vida y obra de Groucho visto a través del prisma del periodista e investigador David Brown, autor del libro.
El señor Brown empieza el libro narrando las dificultades económicas que atravesó la familia Marx durante los duros años de finales del siglo XIX. Unos pocos años antes, sus padres y abuelos, inmigrantes judíos de ascendencia alemana, llegaron a los Estados Unidos en busca de una vida mejor.
A través de las páginas de este interesante libro —escrito de manera amena y estructurada— conoceremos cómo fueron los primeros pasos de los hermanos en el vodevil, de la mano de su enérgica madre, Minnie, que incluso llegó a actuar con sus hijos como parte del elenco primigenio.
Veremos el ascenso al éxito y la caída en el olvido una vez dejaron de protagonizar películas juntos. También se narran, de manera fría y distante, los sucesivos fracasos matrimoniales de Groucho, además de sus continuos fracasos como padre ausente y distante para con sus hijos.
La parte más dura, al menos para mí, es aquella en la que se abordan las respectivas muertes de Chico y Harpo. Recuerdo que, cuando llegué a esos pasajes concretos, pensé mucho en una frase que una admiradora de cierta edad le dedicó al propio Groucho en una ocasión en que se lo cruzó por la calle. Aquella buena mujer, sin duda agradecida por los gratos momentos que Groucho le había proporcionado a lo largo de su vida, le dijo: «Por favor, señor Marx, no se muera usted nunca». Precioso, ¿verdad?
Una vez acabado, le di un tres de cinco en mi valoración.

LENNON (*****)
Autor: David Foenkinos

Estamos ante un libro extraño. Y maravilloso. Y original. Su autor, David Foenkinos, se declara un fan incondicional de John Lennon, de su música y de su persona. Y es en este punto en el que nos regala una visión realmente original de su fanatismo, haciéndose pasar por el mismísimo Lennon en unas supuestas sesiones de psicoanálisis en las que va desgranando episodios de su vida de todos conocidos por entrevistas, biografías y artículos publicados a lo largo de los años. Y es ahí justamente donde radica su originalidad: leyendo estas supuestas «confesiones», el lector consigue meterse en la psique de un Lennon desnudo, más humano que nunca, que no duda en hablar abiertamente de su relación con las drogas, sus infidelidades matrimoniales, sus peleas y desencuentros con sus ex compañeros en los Beatles, su relación amor-odio con la industria y el periodismo musical, etc.
Bellamente escrito, con una prosa cuidada y evocadora —como muestra, esta frase: «Los años tienen la perfidia de embellecer lo que era negro»—, Foenkinos hace un retrato minimalista y cautivador de un personaje cuya fama trasciende lo puramente musical.
Disfruté mucho de esta lectura, hasta el punto de concederle la máxima puntuación posible: un cinco de cinco.

ARDEN LAS REDES (***)
Autor: Juan Soto Ivars.

En este interesante libro el autor nos advierte de los peligros que acechan en la sombra en todo lo relativo a Internet. Excelentemente documentado, Soto Ivars va desgranando distintos casos de personas que, por distintos motivos, cayeron víctimas de eso que se ha dado en llamar “la masa crítica”.
En palabras del autor: «Hasta la llegada de Internet a nuestros hogares, nunca habíamos disfrutado de unos medios tan accesibles para comunicarnos, ni de una libertad de expresión tan extendida. Pero, de repente, todo eso empezó a molestarnos».
A lo largo del libro, el autor va desgranando distintos casos —desde famosos a auténticos desconocidos— de gente que ha vivido en primera persona la furia y el odio de cientos o miles de desconocidos que, con sus comentarios o actitudes un tanto gangsteriles —amenazas incluidas—, no han dudado en mostrar su desacuerdo ante una determinada opinión, una idea o una simple foto. A este fenómeno Soto Ivars lo califica de «poscensura». Dice el autor: «La diferencia entre censura a secas y poscensura es que en el segundo caso no se necesita el concurso del poder».
Entre los distintos casos tratados en el libro, me he permitido exponer uno cualquiera escogido al azar. En una conferencia sobre nuevas tecnologías, Hank y Alex, dos chavales hasta entonces anónimos, cuchichearon entre ellos y en voz baja una broma sexual estúpida, algo sobre «insertar un paquete de datos». Para su desgracia, Adria Richards, una chica sentada en la fila de delante, oyó el chiste, se giró, les hizo una foto y, sin mediar palabra, los denunció en Twitter acusándolos de machistas. A los pocos minutos la conferencia se interrumpió. Los organizadores del evento habían visto el tuit de la chica, por lo que pidieron a los dos amigos que abandonaran la conferencia. Sin embargo, el linchamiento en las redes continuó, y al día siguiente el jefe de Hank lo llamó a su despacho y lo despidió. Sí, por un chiste susurrado a su amigo en una conferencia.
Uno de los razonamientos que aporta el autor sobre la actual situación de las redes es el siguiente: «Normalmente, en los colectivos de Internet la identificación se produce por oposición. Para ser feminista en la red sólo hay que demostrar que se odia a ciertos hombres; para ser comunista, que se odia a determinados políticos y periodistas; para ser animalista habrá que celebrar las cogidas a los toreros». Más adelante añade: «Cualquier titubeo ante el colectivo online podrá significar su expulsión y su linchamiento por parte del grupo. Se habrá convertido en un traidor».
A lo largo del libro, el autor hace referencia a ciertos casos que en su día crearon cierto revuelo mediático. También denuncia la estrecha relación entre el poder político y los medios de comunicación afines, y señala ciertos casos de venganzas y castigos a determinados periodistas —con nombre y apellidos— o ciertos medios que, saltándose las reglas, decidieron hacer frente a las muchas presiones a las que son sometidos a diario por sus «amos». Nada nuevo bajo el sol. Desde que el mundo es mundo siempre ha habido una estrecha relación entre los distintos poderes: religioso, político, económico, informativo, legislativo. La información es poder, el poder es dinero, el dinero es poder; y en este círculo vicioso llevamos instalados desde el albor de los tiempos.
El libro está excelentemente documentado, y esa es una de sus principales bazas. También está muy bien escrito, con un lenguaje accesible y sin demasiados adornos, lo cual no sólo facilita su lectura y su entendimiento, sino que incita al lector a devorarlo con interés.
En mi particular valoración le doy un tres de cinco.

 

ÉRAMOS UNOS NIÑOS (*****)
Autora: Patti Smith

Admito que lo desconocía casi todo de Patti Smith al momento de abrir su libro por primera vez y sumergirme entre sus adictivas páginas. Lo poco que sabía de ella es que había sido novia del teclista de Blue Oÿster Cult, banda de rock que sigo desde hace años, y que había contribuido con su voz rasgada y algunas letras en el que considero uno de los mejores discos de la banda neoyorkina, el imprescindible Agents of fortune, de 1976. También sabía que Patti está considerada una de las musas y abanderadas del movimiento punk-rock de mediados de los 70, cuando gente como los Ramones, Blondie, Television o Talking Heads empezaban sus respectivas carreras.
Viéndolo en retrospectiva, creo que el hecho de no conocer casi nada de la vida y obra de Patti jugó a mi favor, ya que fui descubriéndola a través de sus textos.
Patti hace un minucioso recorrido por su vida, desde su nacimiento e infancia en los suburbios de Chicago, en el seno de una familia religiosa de escasos recursos económicos, hasta su desembarco en soledad en el Nueva York de finales de la década de los 60. Allí va dando tumbos, incluso duerme en la calle y en bancos de parque, hasta que un día, mientras trabaja de dependienta en una joyería, conoce a Robert Mapplethorpe, un espigado muchacho de aire bohemio y soñador que acude allí a comprar una pieza. Aquel encuentro sería crucial en su vida, pues ella y Mapplethorpe prácticamente no volvieron a separar sus caminos hasta la trágica muerte de él en 1989.
Tal y como ella misma cuenta hacia el final: «Este es el diario de una amistad, de dos personas que sólo se tenían la una a la otra».
La prosa de Patti es hermosamente sencilla, sin grandes aditamentos, pues no los necesita, y la evocadora fragancia que impregnan sus letras hace que viajes atrás en el tiempo y camines junto a ella por las calles de aquel Nueva York decadente y cautivador de los 60 y 70.
El libro me gustó tanto que, antes de acabarlo, me compré un CD doble recopilatorio con algunas de las mejores piezas de Patti Smith. Desde entonces lo he escuchado unas cuantas veces, y me encanta. Su música es tan evocadora como su forma de narrar.
Mi valoración es de un cinco sobre cinco.


En fin, esta ha sido una pequeña muestra de mis últimas lecturas. Como veis, no sólo de humor vive el hombre; o sea, yo. Me gusta leer de todo un poco, excepto terror y poesía. Hace años estuve saliendo con una chica que amaba la poesía, y si ella no consiguió engancharme —me refiero a la poesía, aclaro—, no creo que a estas alturas de mi vida vaya a vivir una epifanía poética. Aunque cosas más raras se han visto, oye.
Lo importante, lo verdaderamente importante, es poder disfrutar del placer de una buena lectura, ya sea rascándose los sobacos o no —eso lo dejo a la elección de cada uno—.
Gracias por vuestra atención. Buenas noches. Y hasta la semana que viene.



6 comentarios:

  1. Amigo Pedro, una vez más coincidimos en gustos y disgustos. La recopilación de relatos de Carver es un auténtico rollo. La profesora de un taller de escrituta al que asistí nos lo recomendó efusivamente y piqué de la forma más tonta. Prácticamente ninguno de los relatos que contiene mereció el tiempo que le dediqué. Dinero y tiempo perdidos.
    En cuanto al resto de libros que mencionas, me atraen particularmente los que tratan de la vida de Groucho (los hermanos Marx siempre me han parecido brillantes y Groucho el que más) y de John Lennon. Generalmente prefiero conocer la vida y milagros de un personaje famoso de boca (en este caso de puño y letra) de un tercero y no del propio protagonista, pues se me antoja más imparcial, aunque una biografia en primera persona, según quien sea esta y su grado de sinceridad, puede resultar mucho más auténtica.
    Debo reconocer que, seguramente por prejuicios, de haberla tenido ante mis ojos, no me habría seducido para nada la primera obra, Cómo ser mujer, e incluso Cómo se hace iuna chica, pues lo hubiera relacionado con un libro dirigido a mujeres y chicas. Pero veo, por lo que cuentas y por cómo los valoras, que es mucho más que eso.
    Me ha gustado mucho conocer tu actividad lectora y tus gustos literarios. Y por último, pero no menos immportate, que ha gustado el modo de contarlo.
    Un abrazo.

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    1. Saludos, Josep.

      De Carver tardaré bastante en volver a interesarme por algo suyo. Si me decidí por este libro en concreto fue porque en los blogs y artículos que leí previamente lo consideraban su obra más representativa. Menudo fiasco. Recuerdo que al leer los primeros cuentos me decía: "Bueno, igual lo mejor está por llegar". ¡Qué equivocado estaba! Cada nuevo cuento era más raro y extraño que el anterior. Algunos diálogos no tenían ni pies ni cabeza, y las relaciones que mostraba eran más impostadas que la sonrisa de un político en un mitin. Decidí acabarlo para cerciorarme de que no lo estaba juzgando precipitadamente, pensando que en algún momento remontaría el vuelo. Y no, no remontó ni de coña. Lo leí hará cosa de seis meses y, honestamente, no retuve ni un solo cuento en la memoria, señal inequívoca de que no consiguió seducirme lo más mínimo. Ahora puedo decir, con conocimiento de causa, que Carver, o Lish, es un coñazo mayúsculo.

      Si no tienes nada de Groucho y deseas iniciarte en su prosa, yo te recomendaría "Groucho y yo". En él hace un recorrido por su vida (desde su nacimiento hasta la muerte de sus hermanos), y lo hace sin pelos en la lengua, con pequeñas dosis de humor que hacen de su lectura algo ameno y adictivo. En ese libro precisamente narra la anécdota de la señora que lo aborda por la calle. Mi edición en papel es de la editorial Tusquets, y es bastante grueso (de 300 páginas justas). Yo lo disfruté muchísimo, aunque claro, teniendo en cuenta el fiasco que te llevaste con otra recomendación mía, el "Cuentos sin plumas" de nuestro admirado Woody Allen, te pediría que, si tienes oportunidad, acudas a la biblioteca de tu ciudad y, si lo tienen disponible, te leas uno o dos capítulos antes de decidirte, no vaya a ser que acabemos perdiendo las amistades por mi nefasta política de recomendaciones literarias.

      El de Foenkinos dedicado a John Lennon me resultó original por lo que digo en el post. Me lo leí en tres o cuatro noches (suelo leer de noche, antes de dormir), y lo disfruté muchísimo. Además, no es nada complaciente, lo cual, y en esto coincido contigo, le añade un aliciente extra.

      De Caitlin Moran me gustó más el primero, "Cómo se hace una chica". Aunque basado en su propia vida, cambia algunos nombres y lugares. Además, está impregnado de ese humor típicamente inglés -mucha ironía y sarcasmo- y narra, de manera ciertamente divertida, cómo se metió, siendo menor de edad, en el mundo de las revistas musicales como crítica de discos y conciertos.

      Gracias por pasarte y comentar, Josep. Te lo agradezco. Un abrazo, amigo.

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  2. Me atrae el libro de Caitlin Moran y el de Juan Soto Ivars. A Carver lo tengo pendiente hace tiempo, pero me da un poco de miedo a la vez que pereza acercarme a él. La comparación con Bukowski, que tampoco es de mis autores favoritos, me echa un poco para atrás.
    De David Foenkinos leí hace tiempo un libro que no me gustó. Luego he leído sinopsis y críticas de otros libros que parecen más interesantes. Pero he de decir que el tema de los intérpretes de Rock, al contrario que a ti, no me interesa demasiado.
    Lecturas muy variadas las que has tenido.

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    1. Hola, Rosa.

      Como le decía a Josep en mi comentario anterior, de Caitlin me gustó más el primer libro suyo que leí, "Cómo se hace una chica", ya que está planteada como una novela -aunque te advierto que en ella, Caitlin habla mucho de música pop y rock, ya que fue crítica musical en varias revistas musicales de su Inglaterra natal-. El segundo, este del que hablo en mi post de hoy, es más un ensayo, en el que habla de muchos temas relacionados con la mujer (el amor, su sexualidad, el matrimonio, la maternidad, el feminismo, etc), pero lo hace de un modo crítico y sin pelos en la lengua, con mucho humor. En ocasiones puede resultar excesivamente deslenguada, por lo que te recomendaría que, si tienes oportunidad, te leas algunos capítulos sueltos en alguna biblioteca pública antes de decidirte a pillar algo suyo que igual no cumpla tus expectativas.

      El de Juan Soto Ivars lo encontré muy ameno y sumamente interesante. Además, está muy bien documentado. Su trabajo de documentación ha sido impecable, de hecho. Y, además, encontré muy valiente por su parte que pusiese nombre y apellidos a algunos de los protagonistas de sus investigaciones (imagino que, si llegas a leerlo, muchos de esos protagonistas no te sorprenderán en absoluto por su mezquindad y su manera vil y miserable de "ir a por alguien" que le molesta o amenaza con echar por tierra sus siniestros planes).

      De Foenkinos esta es la primera novela suya que leo, y, la verdad, me encantó por muchas razones: por la forma en que está escrita, por su original propuesta y por lo que cuenta. No he leído nada más suyo (de momento), por lo que no puedo opinar del resto de su producción. En cuanto a Lennon, aún no gustándote la música rock, lo considero un personaje que trasciende la música: por sus ideas, por sus contradicciones, por lo que significó en su momento y por lo que aún hoy, cuarenta y tantos años después de su muerte, sigue significando para generaciones que ni siquiera existían cuando fue vilmente asesinado a las puertas de su casa por aquel perturbado de Chapman.

      Me gusta leer cosas diferentes entre sí. La única condición que pongo para animarme a leer algo es que no me aburra. Por esa misma razón, no creo que vuelva a acercarme a un libro de Carver en muuuuuucho tiempo. Amén. ; )

      Un abrazo, Rosa. Y gracias por la visita y el comentario.

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  3. Hola, Pedro.
    Qué bien que hayas hecho esta entrada, :) Nunca leo biografías, la verdad. Pero no sé si es por lo bien que lo has expresado o porque me ha parecido una vida en sí misma interesante, vivida y la frase del final, me ha producida una ternura indescriptible, que me apunto: Éramos unos niños de Patti Smith.
    Un beso, y feliz sábado.

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    1. Hola, Irene.

      En parte, siéntete responsable de esta entrada. En mi post de la semana pasada comenté las muchas lecturas que había tenido este año, dejando entrever que un día de estos haría un post hablando de algunas de ellas. En los comentarios, tanto tú como Kirke Buscapina manifestásteis vuestro interés en conocer mi opinión sobre dichas lecturas, lo cual me animó a escribir este post. Así pues, podéis consideraros ambas como las madrinas de esta entrada. Pero tranquilas, eso no implica que cada año por estas fechas tengáis que organizarle una fiesta de cumpleaños ni encargar una tarta. Tampoco tendréis que haceros cargo de su educación y su manutención cuando yo ya no esté -que espero que sea dentro de muuuuuchos años-. En este caso, será un amadrinamiento simbólico. ; )

      El libro de Patti Smith a mí me gustó mucho. Sin embargo, teniendo en cuenta que soy un desastre con patas recomendando libros -el pobre Josep puede dar fe de ello-, te pediría que, si tienes oportunidad, acudas a la biblioteca de tu ciudad y mires si lo tienen. Así, al menos, seguiremos siendo amigos aunque te haya hecho perder unos minutillos de tu vida. ; )

      Un beso, Irene, y feliz finde.

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